Si no se modifica nada en el actual sistema de producción
de alimentos, cuando los seres humanos sumen 9,000 millones, los problemas de
hambre y desnutrición se multiplicarán.
Esa es la cifra de personas que la Organización de las
Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) estima que habrá en
el mundo en el año 2050. Para ese entonces, también según cifras de la FAO, la
demanda de alimentos aumentará un 70 por ciento.
Pero ya en la actualidad hay 805 millones de personas que
pasan hambre. ¿Cómo resolver el problema en el futuro?
Desde el 2014, National Geographic tuvo la iniciativa de
poner el tema sobre la mesa, planteando la problematica en sus publicaciones
durante el año pasado.
Ahora, la Exposición Internacional de Milán (Expo Milán)
que se inaugura el 1 de mayo en esa ciudad italiana (se ha iniciado con protestas), estará dedicada hasta el 1
de octubre a debatir ese tema: "Feeding the Planet, Energy for Life"
(Alimentar el planeta, energía para la vida).
La exposición es una oportunidad para analizar uno de los
mayores desafíos a los que se enfrenta la humanidad y que muchos ven con
pesimismo.
La argentina Soledad Barruti, autora del libro
"Malcomidos. Cómo la industria alimentaria argentina nos está
matando" (Editorial Planeta/2014,) considera que actualmente hay dos
sistemas productivos funcionando en paralelo.
"Uno es industrial, extensivo y genera mucha
cantidad, pero no funciona para dar de comer a los hambrientos. De hecho,
genera hambre, desnutrición, obesidad y agota los recursos. Es un sistema que
piensa en mercancías y no en alimentos", dice la periodista, que denunció en
su libro cómo la industria ya no genera alimentos nutritivos sino productos
nocivos para la salud al tiempo que arrasa con los recursos naturales.
"En realidad, son muchos sistemas posibles, que
dependen de la comunidad, la geografía de cada lugar y la tradición y que
producen a menor escala, pero producen alimentos reales y no mercancías",
añade.
"El sistema en el que los alimentos son mercancías
se está agotando. Por primera vez, la esperanza de vida en los países
desarrollados está bajando", afirma. "Por eso, están empezando a
tomar consciencia. Aunque por un lado siguen impulsando el sistema
agroindustrial, empieza a haber otras voces". Y cita como ejemplo a la
primera dama de Estados Unidos, Michelle Obama, ferviente defensora de la agricultura
orgánica.
Carlos Vicente, de GRAIN, organización internacional que
trabaja apoyando a campesinos y movimientos sociales en sus luchas por sistemas
alimentarios basados en la biodiversidad y el control comunitario, lleva años
denunciando que "al modelo de la 'revolución verde', al agronegocio, no le
interesa alimentar al mundo".
"Se producen muchos más alimentos de lo que hace
falta", explica Vicente y cita el informe de la FAO que indica que
alrededor de un tercio de los alimentos producidos en el mundo para consumo
humano (aproximadamente 1,300 millones de toneladas anuales) se pierde (se
tira) o se desperdicia.
Es decir, que el problema no es la producción sino la
distribución. Vicente explica que en los años 60 empezó el proceso de convertir
a los alimentos en mercancías. Desde entonces, la agricultura industrial con
sus monocultivos, transgénicos y agroquímicos no hizo más que crecer, pero no
para producir más alimentos para las personas. Lo que se cultiva va destinado
básicamente a alimentar animales y a producir biocombustible.
Sin embargo, destaca, aunque en el mundo los campesinos
sólo retienen el 24 por ciento de las tierras, en ese territorio producen el 70
por ciento de los alimentos. Por eso, según Vicente, para alimentar al mundo
hay que "unir el conocimiento histórico de los campesinos con la
agricultura agroecológica".
"La productividad en diversidad es mayor y genera
más trabajo que el monocultivo. Se puede producir sin agrotóxicos y en mayor
cantidad", añade.
Y además, como sostiene Walter Pengue, ingeniero agrónomo
e investigador docente de la Universidad Nacional de General Sarmiento
(Argentina), para los pequeños y medianos agricultores perfectamente puede ser
un negocio, porque de hecho hay muchos estudios que demuestran que la
agroecología es rentable.
Pengue considera que "si el mundo piensa que la
agricultura industrial es un modelo a seguir en el mediano plazo, siempre
estamos sobre la línea de una futura hambruna". Y es que este negocio
"lo manejan diez grupos", subraya, que deciden sobre los precios y la
oferta. "Eso
es riesgoso".
El investigador recuerda la crisis alimentaria mundial
que se vivió en 2008 cuando aumentaron los precios. Desde entonces, la FAO mide
la seguridad alimentaria en el mundo "y siempre hay 30 ó 40 países que
están por debajo".
Con el sistema que produce a gran escala arrasando con la
fertilidad de los suelos y contaminando las aguas, tarde o temprano los
recursos se agotan. "La humanidad está en una encrucijada", sostiene
Vicente. "Este consumo de recursos extremo no es sostenible. Hacen falta
cinco planetas si todos nos desarrollamos".
Para Pengue por eso una de las claves es volver a
producir de manera local y diversa, respetando la naturaleza. "Buenos
Aires, por ejemplo, se nutre de productos que llegan de hasta a 800 kilómetros,
porque cerca de la ciudad se produce en monocultivo para exportación. Hay que
volver a producir localmente".
Vicente asegura que "hay experiencias concretas que
muestran que se puede producir de otra manera, sabemos que se puede, hay conocimientos
técnicos y hay un movimiento social. A medida que las crisis se profundizan, la
gente va reaccionando".
Para Pengue, que integra el Panel Internacional de
Recursos del PNUMA (Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente la
ONU), "hay países europeos, como Alemania y Francia, que tienen puntas de
lanza interesantes en cuanto al uso del territorio y el agua".
Él cree que en el mediano plazo habrá un cambio: "La
humanidad no se suicida y hay suficiente conocimiento tecnológico".
"Vos no vas a ver morir a tu hijo delante de tus narices. Vas a plantar
una semilla y vas a generar alimento. Siempre fue así".
También para Barruti la actual evolución del sistema
decantará en una crisis. La periodista cree que por eso es importante
"exigir políticas que fortalezcan a los productores que hacen las cosas de
otra manera". "No creo en el poder de los consumidores, creo en el
del productor. Si no, sólo se logrará que unos pocos coman bien y el resto coma
mierda", informaron DPA/National Geographic
Cuba en la Expo Milán
Cuba: camino hacia la soberanía alimentaria será el tema
central del pabellón de la Mayor de Las Antillas en Expo Milán 2015. Especialistas de la
Cámara de Comercio de Cuba aseguraron al Grupo Excelencias que aspiran a que el
Stand cubano sea una ventana de negocios de la Isla hacia el mundo.
Una oportunidad
para estimular la inversión extranjera directa, impulsar la exportación de
productos y servicios y consolidar el destino turístico Cuba en el mercado
europeo, particularmente, en Italia.
Quienes visiten este Pabellón encontrarán la historia de
la Isla a través de su cocina, fusión de los aborígenes, españoles, africanos,
francés, chino, árabes y criollos. Disfrutarán de un buen tabaco, ron, café y
cacao.
Precisamente, el stand es parte del Clúster del Cacao, pues Cuba también
describe su Estación de Investigación de este producto. La Isla llevará,
también, sus experiencias en biotecnología agrícola.
Presentaciones de artistas y productos, degustaciones,
informaciones sobre oportunidades para el comercio, las inversiones y el
turismo en Cuba serán algunas de las propuestas del Pabellón cubano. Aunque
matizada por su condición entonces de colonia española, Cuba participa desde
las primeras exposiciones en el Siglo XIX.
Una de sus muestras más llamativa fue el proyecto del
Acueducto de Albear laureado en las Exposiciones Universales de Filadelfia, en
1876, y París, en 1878, donde obtuvo medalla de oro y fue calificada como una
de las construcciones más relevantes del siglo XIX a nivel mundial.
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