Norelys Morales Aguilera.─ Desde el punto de vista humano es tan sorprendente como enaltecedor, que las personas de Cuba, frente a un bloqueo cruento de Estados Unidos, la mayor potencia hegemónica mundial, no se victimizan y sortean las dificultades, alcanzando victorias insospechadas, que nacen de la voluntad de las personas, su capacidad y la estabilidad social en la Isla.
Recientemente la prestigiosa revista científica Nature publicó un reportaje en el que se pregunta si la puede la ciencia cubana hacerse global (“Can Cuban science go global?”). Lo hace mediante el testimonio de científicos cubanos. Cubadebate tradujo y reseñó el texto.
Ningún medio hegemónico se ocupó de la publicación de Nature ni de su traducción al español. Los testimonios de los investigadores cubanos son silenciados por los mass media, que rara vez indagan, en cómo Cuba, bloqueada y asediada, ha logrado sus éxitos. Al mismo tiempo que, ilustra con una comparación entre cuatro países latinoamericanos, en cuanto a población, resultados, género y doctorados. (Ver infografía debajo)
Sara Reardon, la autora del reportaje, hilvana los testimonios de varios investigadores cubanos, y con objetividad testimonia la singularidad de la Isla que, en lugar de centrarse en el mercado, lo hace en los problemas. Aquí tres de los casos citados.
El bloqueo económico de Estados Unidos le ha hecho difícil la vida de maneras inesperadas a los científicos cubanos, dice Nature. En 2006, la ornitóloga Lourdes Mugica ganó un premio de £ 30,000 (52,000 dólares) de una fundación británica, pero una parte del dinero fue confiscado por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos, cuando por error se transfirió el dinero a la filial estadounidense del banco británico. Le tomó años para que le entregaran parte de los fondos que tanto se necesitaban en su centro.
Beatriz Marcheco Teruel, directora del Centro Nacional de Genética Médica de La Habana, comentó a la publicación que “carece de acceso a los equipos científicos esenciales, como secuenciadores de genes, y depende de colaboraciones con instituciones extranjeras”. Pero, en cambio, su centro tiene la fortaleza de acceder al ADN anónimo de numerosas familias, uno de los mayores registros individuales del mundo, así como los datos recogidos a través del sistema de médicos generales integrales socializado en Cuba.
Ella y sus colaboradores en el Broad Institute, en Cambridge, Massachusetts, están buscando ahora en la distribución y prevalencia de genes relacionados con la enfermedad de Alzheimer en Cuba. No se dice las dificultades que habrán sorteado para establecer esa colaboración, frente a las leyes que la impiden.
Sin embargo, “Los investigadores cubanos se enorgullecen de sus enfoques creativos”, añade Nature. En 1970, por ejemplo, los científicos en el Centro de Neurociencias (CNEURO) decidieron que querían un laboratorio de investigación de primates, pero no tenían dinero para comprar los animales. Así el director Mitchell Valdés Sosa se unió como médico a la tripulación de un barco de cemento, para conseguir un viaje gratis a St Kitts, donde recogió 25 monos verdes -que son considerados como una plaga agrícola en la isla. Un mono escapó cuando el barco atracó cerca de Santiago de Cuba, y Valdés saltó por la borda para rescatarlo. Ahora CNEURO tiene una colonia de 50 monos que sus científicos utilizan para la investigación cognitiva.
Valdés Sosa dirige el Centro, junto con su hermano gemelo, Pedro, que se desempeña como vice-director de CNEURO, y está trabajando en un proyecto para obtener la cartografía cerebral de la electroencefalografía cuantitativa (EEGc), una medición no invasiva de la actividad cerebral que es mucho más barata que la resonancia magnética (RM) y muchas otras técnicas de exploración.
El Centro también ha desarrollado un audífono para niños sordos que cuesta sólo dos dólares, una fracción del costo en los Estados Unidos o en Europa. Los técnicos crean con una impresora 3D una estructura para el implante coclear -un dispositivo médico electrónico que sustituye la función del oído interno dañado. El dispositivo se puede reproducir libremente a bajo costo mientras el niño crece.
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