Alejandro Teitelbaum.-- Diversos líderes políticos -con su acostumbrada hipocresía- se declaran asombrados y consternados ante el informe del Senado estadounidense sobre las torturas practicadas por la CIA después del atentado contra las Torres Gemelas.
La realidad es que hace mucho que todo el mundo sabe sobre esas torturas posteriores al 11 de setiembre de 2001 y que la tortura y el asesinato es, desde siempre, una constante de la política oficial de los Estados Unidos
En noviembre de 2001 el embajador Francis X. Taylor, Coordinador de Antiterrorismo del Departamento de Estado de Estados Unidos escribía lo siguiente:
“Los aliados de la OTAN han acordado proveerle a Estados Unidos la amplia gama de ayuda que solicitamos. Esto incluye uso ilimitado de su espacio aéreo, instalaciones de bases, puertos marítimos, logística, medidas de seguridad extraordinarias para las fuerzas estadounidenses en Europa, intercambio de datos de inteligencia y aviones de alerta anticipada.
(...) Para combatir el terrorismo en el extranjero utilizamos programas relacionados con el entrenamiento, y así ayudamos a proteger a los norteamericanos que viven y viajan en el extranjero. El programa de ayuda contra el terrorismo (ATA) del Departamento de Estado, mediante el cual entrenamos a funcionarios extranjeros de seguridad y ejecución de la ley, es un pilar de este esfuerzo. El programa no solo provee entrenamiento, sino que ayuda también a promover nuestras políticas y mejorar nuestros contactos con funcionarios extranjeros para así alcanzar nuestras metas antiterroristas. Hasta la fecha, hemos entrenado más de 20.000 funcionarios de más de 100 países. Esperamos que el financiamiento adicional del programa ATA, luego de los ataques del 11 de septiembre, nos permita acelerar la marcha de este entrenamiento (...)
Hemos desarrollado también un Programa de Interceptación de Terroristas (TIP), que utiliza modernos sistemas de bancos de datos computarizados para ayudar a identificar terroristas potenciales que tratan de cruzar las fronteras internacionales. Este programa tendrá máxima efectividad en los países que son centros importantes de transporte.”
El primer párrafo del texto precedente anticipaba lo que después tomó estado público: el consentimiento de los Gobiernos europeos para los llamados “vuelos secretos de la CIA”, que incluyeron prisiones secretas en algunos países europeos, entre ellos Polonia y Rumania.
Dick Marty, relator especial de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa sobre la cuestión de los vuelos secretos de la CIA reveló a principios de junio de 2007 que entre 2002 y 2005 la CIA mantuvo personas encarceladas en prisiones secretas de Polonia y Rumania.
Afirmó también que un acuerdo secreto concluido entre Estados Unidos y la OTAN en octubre de 2001 permitió a la CIA proceder a esas detenciones y realizar otras actividades ilegales en Europa. El acuerdo entre la OTAN y Estados Unidos no fue tan secreto pues Francis X. Taylor, Coordinador de Antiterrorismo del Departamento de Estado de Estados Unidos se ocupó de revelarlo en noviembre de 2001 (véase párrafo precedente).
En marzo de 2007 Dick Marty, en cumplimiento del mandato recibido de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa presentó al Comité de Asuntos Legales y de Derechos Humanos de la misma, un Memorándum Introductorio sobre las “Listas negras del Consejo de Seguridad” [(AS/Jur (2007) 14-19 March 2007 ajdoc14 2007 Committee on Legal Affairs and Human Rights - UN Security Council black lists - Introductory memorandum- Rapporteur: Mr Dick Marty, Switzerland, Alliance of Liberals and Democrats for Europe]. El Relator dice que situaciones dignas de un libro de Kafka se producen, bajo los auspicios de las Naciones Unidas, en Estados miembros del Consejo de Europa. Es realmente chocante, continúa, ver que una organización internacional cuyos propósitos son reafirmar los principios de paz, tolerancia y justicia y el derecho a ser oído por un tribunal independiente e imparcial, cometa abusos tales como las detenciones secretas, las transferencias ilegales de detenidos y la confección de “listas negras” de personas y organizaciones. Estas personas y organizaciones sufren sanciones tales como embargos de sus bienes y prohibición de circular en lo que se refiere a las personas. Todo ello sin ser oídas y sin recurso alguno ante un Tribunal. El Relator concluye que las “listas negras” no sólo violan derechos fundamentales sino que desacreditan a la lucha internacional contra el terrorismo. El Informe tiene como anexo un estudio sobre la cuestión realizado por Symeon Karagiannis, profesor de derecho público de la Universidad Robert Schuman de Estrasburgo. La Asamblea Parlamentaria aprobó en junio de 2007 el Informe de Marty sobre las prisiones secretas y en noviembre del 2007 la Comisión de Derechos Humanos y la de Asuntos legales de la misma Asamblea aprobó su informe sobre las “listas negras”.
En un despacho de Interpress Service fechado en Bruselas el 27/9/07 se dice que “Los gobiernos de la Unión Europea (UE) se declaran impotentes para impedir, en el futuro, el pasaje por su espacio aéreo de aviones con supuestos terroristas secuestrados por Estados Unidos, rumbo a países que practican la tortura”. Y cita a Natacha Kazatchkine, de la organización de derechos humanos Amnistía Internacional, quien sostuvo que los gobiernos de la UE “no hicieron nada” colectivamente para seguir las investigaciones del Parlamento Europeo y el Consejo de Europa.
“La política es negar lo que sucedió manteniendo silencio y socavando la evidencia, a pesar de que el propio Bush informó al mundo lo que había sucedido”, dijo Kazatchkine a IPS.
Decíamos más arriba que la tortura y el asesinato es una constante de la política oficial de Estados Unidos desde siempre.
La historia de tal política es más que centenaria. Pero sólo mencionaremos algunos casos relativamente recientes.
Por ejemplo, los asesinatos de personalidades extranjeras cometidos por la CIA y los complots que ésta organizó con el mismo fin en los años sesenta y setenta.
El informe Church (Congreso de los Estados Unidos, Comision Church, “Alleged Assassination Plots Involving Foreing Leaders, An Interim Report”, U.S. Government Printing Office, November 18 1975, 375 páginas) se refiere a las tentativas de asesinar a Fidel Castro y a los asesinatos, entre otros, del general chileno René Schneider en 1970 y del líder congolés Patrice Lumumba, el 17 de enero de 1961, menos de seis meses después de haber sido elegido primer ministro.
También puede verse "The CIA's Nicaragua Manual, Psychological Operations in Guerrilla Warfare", con comentarios de Joanne Omang y Aryeh Neier, Vintage Books, Random House, New York, 1985, 124 páginas.
En un documental emitido por el canal de televisión franco alemán ARTE el 3 de octubre de 2007 (Cuba, una odisea africana), se puede ver y oír a Lawrence (Larry) Devlin, jefe de estación de la CIA en el Congo en la época del asesinato de Lumumba, diciendo que la orden de asesinar a Lumumba la habría dado el Presidente Eisenhower personalmente.
Cabe agregar, entre otros, los asesinatos del general chileno Prats, que fue ministro de Allende, en Buenos Aires en setiembre de 1974, de Juan José Torres, ex presidente de Bolivia, también en Buenos Aires en 1976 y de Orlando Letelier, ex ministro de Salvador Allende, en Washington en 1976.
Está también probada la intervención de la CIA por lo menos en uno de los atentados terroristas perpetrados en Italia en los decenios de 1970 y 80.
Entre ellos cabe mencionar el de Piazza Fontana en Milán en diciembre de 1969 (17 muertos y 90 heridos), en Brescia, el 25 de mayo de 1974 (8 muertos y 102 heridos), el del tren Italicus, el 4 de agosto de 1974 (12 muertos y 45 heridos) el de la estación de Bolonia, el 2 de agosto de 1980 (85 muertos y 200 heridos).
Las investigaciones de la Justicia italiana probaron la participación de agentes de la CIA en el atentado terrorista de Piazza Fontana, cometido por un grupo de extrema derecha. El juez Salvini, instructor en el caso de Piazza Fontana, explicó en una entrevista el 11 de diciembre de 1999 cómo estuvo implicada la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos (CIA) en dicho atentado. Se trataba más precisamente de la CIC, un componente de la CIA vinculada al ámbito militar. En una pequeña granja de On, un poblado de la campaña veneciana, funcionaba la llamada “santabárbara” donde “un infiltrado de los servicios americanos, experto en explosivos, enseñaba a fabricar las bombas. Se entraba sin nada y se salía con una bomba. El tráfico lo dirigía un agente de los servicios americanos”.
Estados Unidos no sólo realiza esas prácticas sino que ejercita la “docencia” en la materia.
La Escuela de las Américas fue instalada en 1946 en la Zona del canal de Panamá. Permitió a los Estados Unidos entrenar y formar ideológicamente más de 60 000 militares. En 1984 fue transferida a Fort Benning (Georgia). Como encontraba una fuerte oposición en el interior mismo de los Estados Unidos, fue cerrada en 2000 para ser reabierta de inmediato con otro nombre: Instituto de defensa para la cooperación de la seguridad del hemisferio. La desclasificación de documentos confidenciales ha permitido conocer los “manuales” de la Escuela para el aprendizaje de métodos tales como el asesinato, la desaparición forzada de personas, la tortura y la persecución de personas cercanas del “objetivo” principal. Entre sus alumnos se destacan algunos nombres tristemente famosos como los generales golpistas argentinos Viola, Videla y Galtieri, los dictadores Pinochet (Chile), Somoza (Nicaragua), Manuel Noriega (Panamá), Stroessner (Paraguay), Hugo Banzer (Bolivia), Juan Melgar Castro y Policarpio Paz García (Honduras), Carlos Humberto Romero (El Salvador).
Tomado de ARGENPRESS.info
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