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Condecoró presidente Raúl Castro a hombres distinguidos de la Revolución [+ video y texto del discurso]

Foto: Juvenal Balán
El presidente cubano, Raúl Castro, condecoró este 24 de febrero en La Habana a tres dirigentes de la revolución con el título honorífico de Héroes del Trabajo de la República de Cuba.

En la ceremonia efectuada en el Capitolio, sede de la Asamblea Nacional de Poder Popular de Cuba, el dignatario impuso la distinción al vicepresidente José Ramón Machado Ventura y a los Comandantes de la Revolución, Ramiro Valdés y Guillermo García.

5 planes para destruir la Revolución Cubana [+ video]

El gobierno estadounidense ha intentado durante  más de medio siglo derrocar a la Revolución Cubana,  para ello se ha valido de disímiles estrategias. Razones de Cuba les muestra 5 de estos planes empleados por Estados Unidos a través de los años para dañar a nuestro país:

1. Fingir un ataque cubano sobre un avión estadounidense

Advertirnos desde dentro

Antonio Moltó Martorell*.─ La Unión de Periodistas de Cuba nació hace 53 años y hoy continúa renaciendo bajo el mismo signo: como resultado de la voluntad de nuestros periodistas de unirse en defensa de la Revolución, iluminada por el ideario martiano y fidelista, y leal al Partido Comunista de Cuba.

Tenemos el privilegio histórico de haber compartido nuestra suerte con Fidel, y de que él, nuestro más emblemático Premio Nacional de Periodismo, se haya reconocido como uno de nosotros; así como que Raúl haya sido siempre un activo colaborador de la prensa.

En estos 53 años, hemos sido depositarios del Código de ética y de los Estatutos de la organización, consecuentes con el principio fundacional de contribuir a la formación y superación de nuestros profesionales en claustros y tribunales universitarios. Y como si fuera poco, gestamos el Instituto In­ternacional de Periodismo José Martí, como un centro de estudios de posgrado que irradia destrezas y saberes también al seno del periodismo latinoamericano y caribeño.

Raúl dejó claro que la Revolución sigue orgullosamente en pie

Carlos Aznárez.-- “Lo peor que puede hacer un revolucionario es quedarse de brazos cruzados”. Contundente, Raúl Castro apuntó con estas palabras a la necesidad de eliminar de raíz cualquier tentación inmovilista o burocrática, dejando claro que muchas veces, frente a acontecimientos difíciles, la velocidad en la respuesta es fundamental.

El Presidente y a su vez primer secretario del Partido Comunista de Cuba, brilló por todo lo alto en la inauguración del VII Congreso de esa organización de la política cubana. Hablando a los mil delegados del Partido, Raúl dio una lección magistral de lo que significa un político revolucionario, es decir, una persona sensible a los problemas de su pueblo y severo en cuanto a mostrar la realidad que atraviesa la Isla tal cual es, sin caer en consignismos exagerados ni en la omisión de datos vitales para entender el proceso revolucionario que ya ha cumplido 57 años de existencia.

Fidel Castro: Un esclarecimiento honesto

Hace unos días, el 28 de mayo, se conmemoró con merecidas referencias el violento Combate del Uvero. Un deber elemental me obliga a esclarecer los hechos.

Por aquellas semanas Manuel Piñeiro, “Barbarroja”, genio y figura hasta la sepultura como dice la frase, hizo llegar a Santiago de Cuba un camión con armas asociadas al ataque a Palacio por el Directorio Revolucionario, que de alguna forma habían ido a parar a sus manos. Frank País, responsable nacional de acción de nuestro Movimiento 26 de Julio, remitió una parte importante de ese cargamento a la difícil zona de la Sierra Maestra, donde nuestro naciente Ejército Rebelde brotaba de sus cenizas.

Aquel aprendizaje había sido sumamente duro. Paso a paso íbamos librando las primeras acciones victoriosas en las que incrementábamos nuestras fuerzas en armas y hombres, sin baja alguna. Nos vimos a su vez obligados a enfrentar la peligrosa traición de Eutimio Guerra, quien había sido un campesino rebelde hasta el momento en que cedió a las abundantes ofertas del enemigo. A pesar de los obstáculos, y con el apoyo de hombres y medios que nos enviaba Frank, fuimos creando el primer destacamento guerrillero: con vanguardia, bajo el mando de Camilo; retaguardia, con Efigenio Ameijeiras; centro, con pequeños pelotones; y la Comandancia General. Había ya un curtido grupo de combatientes con valiosa adaptación al terreno cuando, en bidones de espesa grasa, llegó un buen lote de las armas rescatadas por “Barbarroja”.

¿Fue acaso correcto desde el punto de vista militar y revolucionario atacar la guarnición atrincherada y bien armada en la misma orilla del mar, donde se embarcaba la madera extraída de aquella zona? ¿Por qué lo hicimos?

Ocurrió que en ese momento, el mes de mayo, se había producido el desembarco del “Corynthia” bajo la dirección de Calixto Sánchez White. Un fuerte sentimiento de solidaridad nos llevó a realizar el ataque contra la guarnición del Uvero.

Debo señalar con toda honestidad que la decisión adoptada, si se excluye el mérito de la solidaridad que entrañaba, no fue en absoluto correcta. Nuestro papel, al cual se subordinaba cualquier otro objetivo, tal como se hizo a lo largo de nuestra vida revolucionaria, no se ajustaba a aquella decisión.

Recuerdo el primer disparo del fusil de mirilla telescópica que yo utilizaba, dirigido al equipo de radio de la guarnición. Tras aquel disparo, decenas de balas cayeron sobre el puesto de mando enemigo. El adversario no supo por eso que su guarnición estaba siendo atacada. Dispusimos así de tres horas por lo menos sin que bombas y metralla cayeran sobre nosotros; lo que ocurría invariablemente apenas 20 minutos después que se iniciara cualquier combate. Sin tales factores es muy probable que aquella decisión, inspirada solo en la solidaridad, redujera nuestras fuerzas de casi cien veteranos y fuese necesario comenzar de nuevo su azaroso camino, en el mejor de los casos.

Fue en aquellas condiciones que Almeida resultó impactado en el pecho y protegido de una herida más grave por algo de metal, según recordó, que llevaba en el bolsillo; Guillermo García, con un casco fruto del primer combate, mantuvo reñido duelo con el defensor de un fortín de gruesos troncos; el Che, con fusil ametralladora que se encasquillaba, se separó de su puesto para sostener un duelo con los que combatían contra Almeida; y Raúl avanzó con su pequeño pelotón contra los soldados atrincherados en las estibas de troncos dispuestos para el embarque; todo antes de que aparecieran los cazabombarderos. Julio Díaz, bravo combatiente que disparaba con una trípode, no pudo avanzar; yacía a mi lado con un balazo mortal en la frente.

¿Se comprende ahora lo que ocurrió aquel 28 de mayo de 1957, hace 55 años?

Fidel Castro Ruz
Junio 1 de 2012
4 y 36 p.m.



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