Dialogar esa es una lección imperecedera y que hay que cuidar como patrimonio sagrado, para cultivar y perfeccionar. Se ha visto con los congregados ante el Ministerio de Cultura, con posterioridad al affaire de San Isidro.
Ya no hay dudas de que lo protagonizado por el mal llamado Movimiento San Isidro fue un montaje. Sus demandas, instruidas desde grupos ultraderechistas y terroristas de Miami, eran la libertad de un enjuiciado y condenado por desacato y que se suspendieran las tiendas en Moneda Libremente Convertible. El asunto la propaganda contrarrevolucionaria lo trasladó a la supuesta libertad de opinión y los derechos humanos, como suele hacer el imperio desde sus laboratorios mediáticos.
Pero, a esa revolución dialogante, que ha labrado una nueva democracia en Cuba, en una plaza sitiada por el imperio de EE.UU., nadie puede chantajearle o imponerle que abandone el camino de construir un país mejor, aun en medio del acoso para que pliegue sus banderas de hacer para los humildes, como pretende Washington con sus peones bien pagados, autores del pensamiento único pidiendo pluralidad.
Cuando hablo de peones bien pagados hay varios, pero un símbolo de ellos es Yoani Sánchez porque sintetiza el afán de derrumbar la Revolución con todos sus logros y llevarnos al capitalismo, ineficaz que ha mostrado no ser la alternativa para Cuba.
La susodicha nunca ha condenado el bloqueo, las agresiones a Cuba, ni el odio que viene del imperio y campea en Miami. Al mismo tiempo que ha sido recibida y halagada por sujetos como Marco Rubio o Carlos Alberto Montaner, jurados enemigos de la gente cubana con tal de satisfacer sus egoísmos y pretensiones.
En un artículo de opinión que escribió en su menti-medio digital 14ymedio, dijo que esperaba sea ese espíritu una nueva oportunidad para que haya verdaderos cambios en la isla, que ella proclama como una dictadura.
Es como si hubiera llegado el tiempo de los ladinos, que hablan de métodos pacíficos y entendimiento, esperando la noche de los cuchillos largos, sin una palabra para los agresores de su propia gente.
Personajes como Yoani Sánchez tratan de agostar ahora, alardean los “nuevos revolucionarios” y los centristas sacan sus cuentas.
Pero, en la Cuba de millones que piensan y trabajan denodadamente, se cree en la certeza del diálogo porque existe, quizás lo que también corroa sea algún burócrata arribista. Con estos y los que pretenden derrumbar la Revolución con montajes y guiones probados para cambiar el curso de los pueblos, sabrán o deben saber que no es su hora.
Son los del lenguaje embaucador que aspiran para Cuba el neoliberalismo rampante, los que no saben de diálogo frente a una Revolución dialogante por esencia y conciencia, lo que está probado por la historia de seis décadas de Revolución que se regenera y se supera. Es una fortaleza inequívoca.
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