Un ejemplo de su falta de escrúpulos se puso de manifiesto cuando en diciembre de 1960, la CIA inició la inhumana Operación Peter Pan, a través de un mensaje desde la entonces Radio Swan, inaugurada como resultado del 1er Programa de Acciones Encubiertas, aprobado por el presidente Eisenhower, que decía:
“¡Madre cubana, la próxima ley del gobierno será para quitarte a tus hijos, desde los 5 años y devolvértelos a los 18 convertidos en monstruos del materialismo! ¡Ve a la iglesia y sigue las orientaciones del clero!”.
Comenzaban los mensajes de odio y terror emanados por Estados Unidos contra Cuba, cargados de mentiras y respaldados por su programa de guerra psicológica, el cual afirmaba:
“Para que la oposición pueda ser oída y la base de apoyo popular de Castro sea socavada, es necesario desarrollar los medios de comunicación masiva para el pueblo cubano e iniciarse una poderosa ofensiva de propaganda en nombre de la oposición”.
En aquella tarea participaron el agente CIA David Atlee Phillips, como jefe de propaganda y el oficial Howard Hunt, quien viajó a La Habana en mayo de 1960, para observar la actitud de los cubanos hacia el gobierno revolucionario.
A pesar de más de medio siglo, los planes no han cambiado y las campañas de mentiras y odio están intactas, porque el objetivo de destruir a la Revolución se mantiene.
Los ataques contra artistas cubanos radicados fuera del país, que actúan en la Isla, o los que residen en Cuba, y hacen presentaciones en Estados Unidos, son ejemplos de esa línea de acción de la CIA.
Uno de los primeros casos fue contra la cantante Haila María Mompié, a la que atacaron con virulencia descomunal, impidiéndole actuar en Miami, e incluso presionaron para anularle su visa. Lo mismo hicieron con el locutor del NTV Serrano, persiguiéndolo durante una visita familiar a esa ciudad.
Continuaron ataques contra artistas residentes en Miami que venían a trabajar en Cuba, entre ellos Decemer Bueno, acorralándolo de tal manera que, a pesar de sus declaraciones iniciales de ser apolítico, terminó arrastrándose de forma repugnante para obtener el perdón de la mafia terrorista anticubana.
Similar caso es el dúo Gente de Zona, quienes, por saludar en público al presidente cubano, presente durante su concierto en La Habana, les fue cancelada su actuación de fin de año en Miami y ante las amenazas y presiones, terminaron cumpliendo las orientaciones de declararse contra el gobierno cubano, o no recibirían el premio Grammy.
Recientemente la emprendieron contra el excelente compositor y trompetista cubano Alexander Abreu, circulando por las redes sociales un falso texto de sus declaraciones contra la Revolución, las que de inmediato refutó. La respuesta desde Miami no se hizo esperar con una cadena de ofensas raciales, personales e incluso llegaron a publicar su número telefónico privado para que lo molestaran, algo que viola las leyes de Estados Unidos.
Ese mismo rencor acumulado dio pie al ataque terrorista contra la embajada cubana en Washington con un fusil automático, por un ciudadano nacido en Cuba, poniendo en peligro la vida de 20 funcionarios que se encontraban dentro de la misión diplomática.
Esas acciones son permitidas, porque forman parte de los planes de la CIA y del Departamento de Estado, para fomentar el rechazo a la Revolución socialista considerada parte del “eje del mal”, por eso al suplemento que distribuía semanalmente el diario El Nuevo Herald, se le consentían artículos cargados de rencor y ofensas contra todo lo que fuese mejorar las relaciones con Cuba.
Ese semanario titulado LIBRE, se editaba desde hacía 24 años, “sin ser controlado”, según argumenta ahora la compañía matriz del Herald, responsabilizando al Departamento de Publicidad de no hacer una revisión formal del contenido, algo no creíble para una publicación en ese país.
LIBRE lo publicaba desde 1966, Demetrio Pérez, Jr., cubano llegado a Estados Unidos en 1962, como parte de los 14 mil niños sacados de Cuba bajo la Operación Peter Pan, quien llegó a ocupar cargos políticos en Miami y ser propietario de una cadena de escuelas privadas, más una red de programas “sin fines de lucro”, financiados por el gobierno en el Condado Miami-Dade, quien fue detenido y condenado por fraude y otros delitos.
En LIBRE, escribía Roberto Luque Escalona, cubano emigrado, cuyos artículos están cargados de odio contra Cuba, dirigidos a la comunidad cubana radicada en Miami, donde llegó a escribir contra Michelle Obama, calificándola de “monstruo negro en el Infierno de Dante”.
Otro columnista regular era Roberto Cazorla, escritor cubano radicado en España, con el mismo corte provocador, ofensivo y llamados a la violencia.
Para comprender por qué tanto odio en parte de la comunidad cubana en Miami, basta saber que, desde ese libelo, Roberto Luque acusó de cobardes a los judíos estadounidenses, por emitir un comunicado de apoyo a Black Lives Matter y las protestas por el asesinato de Floyd, a manos de la policía.
Roberto Luque trabajó en la agencia de noticias Prensa Latina, salió de Cuba en 1992 y por años, escribió en El Nuevo Herald artículos contra Cuba.
Cazorla desde España, defiende el franquismo y continua sus ataques a la Revolución cubana, como parte del denominado “exilio”, que no son más que emigrados frustrados con la pretensión de conformar una fuerza política y la añoranza de regresar a la Isla.
En mayo de 1961, después de la derrotada invasión por Bahía de Cochinos, el diario New York Time, afirmó en un amplio artículo:
“¿Cómo se justifica haber engañado a nuestro pueblo? Ni la prudencia, ni la ética pueden justificar a ninguna Administración, a enrarecer al público y decir algo que no sea así”.
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