La “disidencia” cubana había anunciado la presentación de 170 candidaturas en diferentes municipios, haciendo uso de lo que permite la Ley electoral.
Se anunciaron hasta siete “plataformas electorales”, subvencionadas desde EEUU y Europa, y con personal formado en centros como el Instituto Republicano Internacional o el Instituto Nacional Demócrata.
Pero olvidaron que en Cuba lobbies, campañas mediáticas y marketing no influyen en las candidaturas, que son propuestas por cada vecindario reunido, en asamblea, en los barrios.
Y en esas asambleas no eligieron a uno solo de los supuestos 170 “opositores”.
Ahora, a la “disidencia” cubana le queda el recurso de siempre: llamar a la abstención, al voto en blanco, o nulo, que jamás ha superado, en total, el 18 % del censo.
Pero en todo esto hay un hecho significativo. Verdaderamente histórico: la “disidencia” cubana acaba de legitimar –por vez primera- el sistema electoral y la democracia cubana.
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