Repasemos, por ejemplo, los textos de su corresponsal en Washington Silvia Ayuso sobre el reciente encuentro de los presidentes de Cuba y EEUU. Leemos:
“El presidente de Cuba dejó claro que no piensa ceder un ápice en sus demandas hacia EEUU. Y Washington replicó insistiendo en la cuestión del respeto de los derechos humanos, la que más molesta a La Habana” (1).
¿A La Habana? ¿Y a Washington no? ¿Por qué no informa “El País” de que la Comisión bilateral Cuba-EEUU ha aprobado discutir la situación de los derechos humanos… pero en ambos países (2)? ¿O será que es al Gobierno de EEUU a quien “molesta” que se sepa que –por primera vez- debe dar cuentas sobre su larga lista de violaciones de los DDHH?
“El País”, en su noticia, llega a enmendar las expresiones del propio presidente Raúl Castro: cuando dice la palabra “bloqueo”, el diario la sustituye por la única expresión aceptada por la Casa Blanca: “embargo” (3).
Que este diario suscribe al milímetro las tesis del Gobierno de EEUU queda de manifiesto hasta en el empleo de las comillas. Mientras las frases de Obama son entrecomilladas al completo, de Raúl Castro solo aparecen entre comillas ciertas palabras. Leemos que el presidente cubano pidió “el cese de las emisiones de radio y televisión `desestabilizadoras´ o una `compensación´ por los daños” (4). Es el habitual uso irónico de este recurso periodístico, que señala ciertas “palabras o expresiones impropias, vulgares (...) o que se utilizan irónicamente” (5). En la misma noticia, nos cuenta cómo Obama “reiteró su apoyo por los derechos humanos en Cuba”. ¿Por qué “El País” no entrecomilló irónicamente “derechos humanos”, teniendo en cuenta el oscuro historial de EEUU en materia de tortura, represión, racismo, violación de los derechos sociales o invasión de países (6)?
Como eficiente portavoz gubernamental, la corresponsal Silvia Ayuso nos dice con pesar que la intervención de Cuba en la ONU fue injustamente “dura” con EEUU: “sorprendió –leemos- (...) que Castro no tuviera un solo gesto hacia su contraparte. (...) La dureza del tono de Castro sorprende (...) porque poco antes, (...) Obama había hecho el inusual gesto de presionar a su propio Congreso para que ponga fin al embargo cubano” (7). Pero ¿a la periodista no le pareció “duro” que Obama hablara en Naciones Unidas sobre los “cambios” o “reformas” que debe adoptar Cuba, un país soberano que jamás los ha exigido al régimen de EEUU (8)?
“El País” nos relata también todo aquello que Raúl Castro no dijo, o mejor dicho, todo aquello que la Casa Blanca reclama que diga: “No dijo tampoco –leemos- qué es lo que Cuba está dispuesta a hacer de su lado, (ya que) (también Washington tiene una larga lista de reclamos, desde compensaciones por expropiaciones a mejoras en libertades y derechos humanos)” (9). ¿Y todo lo que Barack Obama no dijo en su discurso? ¿Acaso dio cuenta de los 20 millones de dólares con los que financia artificialmente a la “disidencia” cubana (10); o de las dos personas que –como promedio- fallecen cada día, en EEUU, a manos de la policía (11); o de la farsa de sus elecciones, controladas por donantes multimillonarios (12); o de las más de mil víctimas civiles por disparos de drones autorizados por su administración (13) (14)?
Quienes defienden el actual modelo de prensa nos aseguran que existen otros grandes diarios con una versión informativa distinta a la del diario “El País”. Efectivamente: en el territorio español están el “ABC”, “La Razón”, “El Mundo”... Ya tenemos, por tanto, dónde “elegir”... entre comillas.
Notas
No hay comentarios.:
Publicar un comentario