Del submarino al waterboarding

Según Bush el waterboarding no es tortura. Obama no lo ha desmentido
(...) han salido a la luz informaciones relacionadas con el ocultamiento de  hechos execrables, concretamente la destrucción de videos que mostraban las torturas a que fueron sometidos Abd al-Rahim al-Nashiri y Abu Zubaydah.

Uno de esos métodos, que levantó rechazo global por su especial crueldad cuando fue revelada su aplicación, es el waterboarding, que somete a la víctima al borde de la asfixia por ahogamiento en agua, una y otra vez con la intención de lograr de ella información o confesión de supuestas actividades.

Lo que se presentó entonces como algo «nuevo», no es más que una versión del «submarino» que aplicaron los torturadores de las dictaduras latinoamericanas, cuando fueron alumnos aventajados de sus asesores de la CIA, como Dan Mitrione en Uruguay, y de sus profesores militares estadounidenses en la tenebrosa Escuela de las Américas.

Al waterboarding sometieron en dos ocasiones a Al-Nashiri, de quien se dice fue uno de los organizadores del ataque en el año 2000 a la nave de guerra estadounidense USS Cole, cuando murieron 17 marinos norteamericanos; y Zubaydah, supuesto agente de viaje de los jihadis de Osama Bin Laden, tuvo que pasar por esa «técnica mejorada de interrogatorio» nada menos que en 83 ocasiones.

Esos «interrogatorios» filmados por la CIA en 92 cintas de video —12 de ellas mostraban la aplicación de enhanced interrogation techniques, entre ellas el waterboarding—, no pueden ser presentados como prueba de la infamia, porque fueron destruidas por orden de José Rodríguez, entonces director del Centro Contraterrorista de la CIA, quien asegura que ni siquiera vio los videos, algo que en verdad no le hacía falta porque de él emanaban las órdenes aplicadas contra los detenidos en las «rendiciones extraordinarias».

Pero John Rizzo, el consejero legal de la CIA, quería asegurarse de estar actuando «legalmente» y envió a uno de sus expertos colegas de la Compañía a observar lo aplicado en el «hueco negro», al parecer en Tailandia.

Dicen las informaciones que el agente CIA vio 92 horas de video y concluyó que todo había sido aplicado con legalidad, aunque Rizzo reconoció que «Él dijo que porciones de las cintas, especialmente aquellas en que Zubaydah estaba en el waterboarding, eran extraordinariamente duras de observar»… y que Zubaydah «visiblemente reaccionaba en una forma muy perturbadora».

La «legalidad» que tanto preocupaba a Rizzo, también estaba presente en su jefe máximo, George W. Bush, si nos atenemos a las cínicas declaraciones que hiciera en enero de 2009 durante una entrevista con la cadena de la derecha Fox News.

Entonces, el hijo del Bush que antes de ser presidente fue director de la CIA, aseguró: «Firmemente rechazo la palabra “tortura”… Cada cosa que esta administración hace… tiene una base legal para ello, de otra forma nosotros no lo haríamos… Todo lo que hicimos fue consultado con profesionales en nuestro Gobierno que entendía… cómo usar técnicas de forma que obtuvieran información… dentro de la ley, necesarias para proteger al pueblo americano».

Eso mismo dice José Rodríguez, en un libro que Amazon.com acaba de publicar y poner en venta online el 29 de abril, con el largo y explicativo título de Hard Measures: How Aggressive CIA Actions After 9/11 Saved American Lives (Medidas duras: Cómo las acciones agresivas de la CIA luego del 11 de septiembre salvaron vidas norteamericanas), y del que es co-autor Hill Harlow. Por supuesto, sus páginas están dedicadas a demostrar que las enhanced interrogation techniques y otros métodos fueron males necesarios en la lucha contra el terrorismo.

[Tomado del artículo "Desde los «huecos negros» de la CIA"]


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