En estos días se ha estado reproduciendo nuevamente en Internet por su actualidad el artículo “Diez consejos para los militantes de izquierda” del teólogo brasileño Frei Betto aparecido en 2002 (Punto Final Nº 515, p 17) al publicarlo como “Decálogo …” se respeta el original tomado de koinonia.org
“Yo diría que militantes de izquierda, somos todos aquellos que sin llamarnos izquierdistas creemos en el proyecto de un mundo mejor, de solidaridad con los oprimidos, y de lucha por la imposición de la justicia social.” Frei Betto
1. Mantenga
viva la indignación.
Verifique
periódicamente si usted es realmente de izquierda. Adopte el criterio de
Norberto Bobbio: la derecha considera la desigualdad social tan natural como la
diferencia entre el día y la noche. La izquierda, por el contrario la encara
como una aberración a erradicar.
Cuidado:
usted puede estar contaminado por el virus socialdemócrata, cuyo principal
síntoma es utilizar métodos de derecha para obtener conquistas de izquierda y,
en caso de conflicto, desagradar a los pequeños para no quedar mal con los
grandes.
2. La cabeza
piensa donde pisan los pies.
No es
posible ser de izquierda sin mancharse los zapatos allá donde el pueblo vive,
lucha, sufre, se alegra y celebra sus creencias y sus victorias. Teoría sin
práctica es hacerle el juego a la derecha.
3. No se
avergüence de creer en el socialismo.
El escándalo
de la Inquisición no hace que los cristianos abandonen los valores y las
propuestas del Evangelio. Del mismo modo, el fracaso del socialismo en el Este
europeo no debe llevarle a usted a desterrar el socialismo del horizonte de la
historia humana.
El
capitalismo, que está en vigor hace ya 200 años, ha fracasado para la mayoría
de la población mundial. Hoy somos 6 mil millones de habitantes. Según el Banco
Mundial, 2.800 millones sobreviven con memos de 2 dólares por día, y 1.200
millones con menos de un dólar por día. La globalización de la miseria no es
mayor gracias al socialismo chino, que, a pesar de sus errores, asegura
alimentación, salud y educación a 1.200 millones de personas.
4. Sea
crítico sin perder la autocrítica
Muchos
militantes de izquierda cambian de lado cuando empiezan a buscar tres pies al
gato. Marginados por el poder, se vuelven amargados, y acusan a sus
compañeros/as de errores y vacilaciones. Como dice Jesús, ven la paja en el ojo
del otro, y no la viga en el suyo. Ni se comprometen para mejorar las cosas. Se
quedan como meros espectadores y jueces, y, poco a poco, son cooptados por el
sistema.
La
autocrítica no consiste sólo en admitir los propios errores, sino admitir ser
criticado por los/as compañeros/as.
5. Sepa
diferenciar entre militante y "militonto"
Militonto es
aquel que presume de estar en todo, participar en todos los actos y movimientos,
actuar en todos los frentes. Su lenguaje está lleno de las grandes palabras y
los efectos de su acción son superficiales.
El militante
profundiza sus vínculos con el pueblo, estudia, reflexiona, medita; se
cualifica en una determinada forma y área de actuación o actividad, valora sus
vínculos orgánicos y los proyectos comunitarios.
6. Sea
riguroso en la ética de la militancia
La izquierda
actúa por principios. La derecha, por intereses. Un militante de izquierda
puede perder todo -la libertad, el trabajo, la vida…- menos la moral. Sin
moral, desmoraliza la causa que defiende y encarna, y presta un inestimable
servicio a la derecha.
Hay tipos
amarillos disfrazados de militantes de izquierda. Es el sujeto que se
compromete teniendo en vista sobre todo su ascenso hacia el poder. En nombre de
una causa colectiva, busca en realidad su interés personal.
El verdadero
militante -como Jesús, Gandhi, Che Guevara- es un servidor, dispuesto a dar la
propia vida para que otros tengan vida. No se siente humillado por no estar en
el poder, ni orgulloso por estarlo. El no se confunde a sí mismo con la función
que ocupa.
7.
Aliméntese con la tradición de la izquierda
Es preciso
oración para cultivar la fe, cariño para nutrir el amor de la pareja, y
"volver a las fuentes" para mantener encendida la mística de la
militancia. Conozca la historia de la izquierda, lea (auto) biografías como el
"Diario del Che en Bolivia", y novelas como "La Madre" de
Gorki, o "Las uvas de la ira" de Steinbeck.
8. Prefiera
el riesgo de equivocarse con los pobres, a la pretensión de acertar sin ellos
Convivir con
los pobres no es fácil. Primero suele darse una tendencia a idealizarlos. Luego
se descubre que entre ellos se dan los mismos vicios que en las demás capas
sociales. Ellos no son mejores ni peores que los demás seres humanos. La
diferencia es que son pobres, o sea, personas privadas injusta e
involuntariamente de los bienes esenciales de la vida digna. Por eso es por lo
que estamos a su lado. Por una cuestión de justicia.
Un militante
de izquierda jamás negocia los derechos de los pobres y sabe aprender con
ellos.
9. Defienda
siempre al oprimido, aunque aparentemente no tenga razón
Son tantos
los sufrimientos de los pobres del mundo que no se puede esperar de ellos
actitudes que tampoco siempre aparecen en la vida de quienes tuvieron una
educación refinada.
En todos los
sectores de la sociedad hay gente corrompida y bandidos. La diferencia es que,
en la élite, la corrupción se hace con la protección de la ley y los bandidos
son defendidos mediante mecanismos económicos sofisticados, que permiten que un
especulador lleve una nación entera a la ruina.
La vida es
el don mayor de Dios. La existencia de la pobreza clama al cielo. No espere
jamás ser comprendido por quien favorece la opresión de los pobres.
10. Haga de
la oración un antídoto contra la alienación
Orar es
dejarse cuestionar por el Espíritu de Dios. Muchas veces dejamos de rezar para
no oír el llamado divino que exige nuestra conversión, o sea, el cambio de
rumbo en la vida. Hablamos como militantes y vivimos como burgueses,
acomodados, o en la fácil posición de jueces de quien lucha.
Orar es
permitir que Dios subvierta nuestra existencia, enseñándonos a amar como Jesús
amaba, liberadoramentte.
Diez conselhos para os militantes de esquerda
1. Mantenha
viva a indignação
Verifique
periodicamente se você é mesmo de esquerda. Adote o critério de Norberto
Bobbio: a direita considera a desigualdade social tão natural quanto a
diferença entre o dia e a noite. A esquerda encara-a como uma aberração a ser
erradicada.
Cuidado:
você pode estar contaminado pelo vírus social-democrata, cujos principais
sintomas são usar métodos de direita para obter conquistas de esquerda e, em
caso de conflito, desagradar aos pequenos para não ficar mal com os grandes.
2. A cabeça
pensa onde os pés pisam
Não dá para
ser de esquerda sem "sujar" os sapatos lá onde o povo vive, luta,
sofre, alegra-se e celebra suas crenças e vitórias. Teoria sem prática é fazer
o jogo da direita.
3. Não se
envergonhe de acreditar no socialismo
O escândalo
da Inquisição não faz os cristãos abandonarem os valores e as propostas do
Evangelho. Do mesmo modo, o fracasso do socialismo no Leste europeu não deve
induzi-lo a descartar o socialismo do horizonte da história humana.
O
capitalismo, vigente há 200 anos, fracassou para a maioria da população
mundial. Hoje, somos 6 bilhões de habitantes. Segundo o Banco Mundial, 2,8
bilhões sobrevivem com menos de US$ 2 por dia. E 1,2 bilhão, com menos de US$ 1
por dia. A globalização da miséria só não é maior graças ao socialismo chinês
que, malgrado seus erros, assegura alimentação, saúde e educação a 1,2 bilhão
de pessoas.
4. Seja
crítico sem perder a autocrítica
Muitos
militantes de esquerda mudam de lado quando começam a catar piolho em cabeça de
alfinete. Preteridos do poder, tornam-se amargos e acusam os seus companheiros(as)
de erros e vacilações. Como diz Jesus, vêem o cisco do olho do outro, mas não o
camelo no próprio olho. Nem se engajam para melhorar as coisas. Ficam como
meros espectadores e juízes e, aos poucos, são cooptados pelo sistema.
Autocrítica
não é só admitir os próprios erros. É admitir ser criticado pelos(as)
companheiros(as).
5. Saiba a
diferença entre militante e "militonto"
"Militonto"
é aquele que se gaba de estar em tudo, participar de todos os eventos e
movimentos, atuar em todas as frentes. Sua linguagem é repleta de chavões e os
efeitos de sua ação são superficiais.
O militante
aprofunda seus vínculos com o povo, estuda, reflete, medita; qualifica-se numa
determinada forma e área de atuação ou atividade, valoriza os vínculos
orgânicos e os projetos comunitários.
6. Seja
rigoroso na ética da militância
A esquerda
age por princípios. A direita, por interesses. Um militante de esquerda pode
perder tudo - a liberdade, o emprego, a vida. Menos a moral. Ao
desmoralizar-se, desmoraliza a causa que defende e encarna. Presta um
inestimável serviço à direita.
Há pelegos
disfarçados de militante de esquerda. É o sujeito que se engaja visando, em
primeiro lugar, sua ascensão ao poder. Em nome de uma causa coletiva, busca
primeiro seu interesse pessoal.
O verdadeiro
militante -como Jesus, Gandhi, Che Guevara- é um servidor, disposto a dar a
própria vida para que outros tenham vida. Não se sente humilhado por não estar
no poder, ou orgulhoso ao estar. Ele não se confunde com a função que ocupa.
7. Alimente-se
na tradição da esquerda
É preciso
oração para cultivar a fé, carinho para nutrir o amor do casal, "voltar às
fontes" para manter acesa a mística da militância. Conheça a história da
esquerda, leia (auto)biografias, como o "Diário do Che na Bolívia", e
romances como "A Mãe", de Gorki, ou "As Vinhas de Ira", de
Steinbeck.
8. Prefira o
risco de errar com os pobres a ter a pretensão de acertar sem eles.
Conviver com
os pobres não é fácil. Primeiro, há a tendência de idealizá-los. Depois,
descobre-se que entre eles há os mesmos vícios encontrados nas demais classes
sociais. Eles não são melhores nem piores que os demais seres humanos. A
diferença é que são pobres, ou seja, pessoas privadas injusta e
involuntariamente dos bens essenciais à vida digna. Por isso, estamos ao lado
deles. Por uma questão de justiça.
Um militante
de esquerda jamais negocia os direitos dos pobres e sabe aprender com eles.
9. Defenda
sempre o oprimido, ainda que aparentemente ele não tenha razão
São tantos
os sofrimentos dos pobres do mundo que não se pode esperar deles atitudes que
nem sempre aparecem na vida daqueles que tiveram uma educação refinada.
Em todos os
setores da sociedade há corruptos e bandidos. A diferença é que, na elite, a
corrupção se faz com a proteção da lei e os bandidos são defendidos por
mecanismos econômicos sofisticados, que permitem que um especulador leve uma
nação inteira à penúria.
A vida é o
dom maior de Deus. A existência da pobreza clama aos céus. Não espere jamais
ser compreendido por quem favorece a opressão dos pobres.
10. Faça da
oração um antídoto contra a alienação
Orar é
deixar-se questionar pelo Espírito de Deus. Muitas vezes deixamos de rezar para
não ouvir o apelo divino que exige a nossa conversão, isto é, a mudança de rumo
na vida. Falamos como militantes e vivemos como burgueses, acomodados ou na
cômoda posição de juízes de quem luta.
Orar é
permitir que Deus subverta a nossa existência, ensinando-nos a amar assim como
Jesus amava, libertadoramente.
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