Pistola Táser: el arma que “no mata” ya mató a 500

 La Táser dispara electrodos en forma de dardos
Amnistía Internacional en un nuevo informe ha exhortado a la policía de Estados Unidos a limitar el uso de armas Táser durante sus detenciones, ya que las descargas eléctricas que emiten han causado la muerte de al menos 500 personas en el país desde 2001.

La muerte de 500 personas tras recibir descargas de armas Táser a manos de la policía evidencia abusos policiales a manos de los campeones de los derechos humanos.

AI examinó los datos de cientos de muertes producidas tras el uso de armas Táser, incluyendo 98 autopsias y estudios sobre la seguridad de estos dispositivos. Entre los casos analizados, 90% de los fallecidos eran personas desarmadas y muchas de las víctimas fueron objeto de múltiples descargas, aunque la mayoría de las muertes se atribuyeron a otras causas.

"Por su manejo fácil y por la simple posibilidad de hacer mucho daño, sin el riesgo de matar, con un simple apretón del botón, la pistola de electroshock está diseñada para el abuso", dijo la organización en 2007 advirtiendo que "en Estados Unidos, la Táser se utilizó contra jóvenes desobedientes, contra personas desarmadas, contra deficientes mentales y borrachos, contra criminales que querían huir y contra personas que sólo habían discutido con la policía".

Otras organizaciones han denunciado el uso de la pistola Táser en Estados Unidos, "paradigmas" de respeto a los derechos humanos.

En casi todos los casos estudiados, el uso de la pistola Táser ha aumentado y no reducido las intervenciones con arma por parte de la Policía. Las consecuencias son un comportamiento policial muy violento, ya que, con la supuesta inocuidad de la pistola, los agentes no se cortan en disparar descargas eléctricas. Eso, por otra parte, quiere decir que el número de cuerpos heridos aumenta, muy al contrario de lo que puedan decir los responsables de la firma Taser.

En vez de lanzar balas, esta pistola expulsa dos flechas, sujetas a un cable, que traspasan la ropa del destinatario, se insertan en la piel del mismo y acto seguido desprenden una descarga eléctrica.La técnica es tan refinada que, aunque las flechas queden enganchadas en la ropa, el destinatario recibe igualmente el electroshock, puesto que la descarga alcanza los 50.000 voltios (pero sólo tiene una intensidad de 16 miliamperios para no dañar el organismo) y ataca al sistema nervioso, dejando paralizado el cuerpo por un breve espacio de tiempo. La víctima no puede controlar sus músculos, se queda inconsciente y se desploma, según la propaganda de los anunciantes.

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