A finales de diciembre de 2010 en Argelia se celebró la conferencia científica “Estados Unidos y los países de África del Norte”. En esa conferencia el secretario adjunto del Departamento de Estado estadounidense José Fernández expuso la nueva estrategia económica estadounidense para los países del Norte de África.
Dicha estrategia consiste de dos puntos. El primero brindar ayuda a la juventud de los países en cuestión. Se declaró que EEUU destinará 8 mil millones de dólares para ello. El segundo es la ayuda a las pequeñas y medianas empresas por un monto de 4 o 5 mil millones de dólares. Fue una gran noticia para Magreb y su juventud, ya que el 60% de los jóvenes de los países de África del Norte está en paro.
En cuanto Fernández se fue la juventud de Argelia se lanzó a las calles. Pero allí el poder es fuerte y en 2 ó 3 días la situación se normalizó. Poco después eso mismo ocurrió en Túnez donde los jóvenes desempleados alcanzan un 70%. Las autoridades del país no estaban preparadas para tal viraje y el presidente sin saber qué hacer abandonó el país.
Los tunecinos lograron ponerse de acuerdo rápido porque es un estado laico y los partidos tienen suficiente experiencia de trabajo con las masas. Luego fue Egipto donde los disturbios continúan ya una semana. La semejante situación se observa en Yemen aunque este país no forma parte de Magreb, y ahora también en Jordania. A mi juicio, es palpable la intervención estadounidense y creo que es intencionada.
Tras el regreso de Fernández a Washington la misma secretaria de Estado de EEUU, Hillary Clinton, inició una gira por Oriente Próximo y apoyando a Fernández reprochó a los líderes de los países árabes las altas tasas de desempleo entre la juventud y la práctica ausencia de posibilidades del negocio que había sido aplastado por los oligarcas locales.
La situación en los países en cuestión es, desde luego, muy difícil. Sólo en El Cairo viven 22 millones de personas a los que hay que alimentar y dar trabajo. Y eso que el 90% de la población de la capital egipcia vive en la indigencia. En la época del presidente Nasser (de 1956 a 1970) estas categorías de personas cobraban unas 7 libras mensuales – lo que hoy equivaldría a un dólar – y a partir de entonces esta suma cada vez es más insignificante.
Lo mismo puede decirse sobre Túnez y otros países árabes. Así que estoy seguro de que las razones de lo que está ocurriendo son económicas. Además, muchos líderes de los países árabes han envejecido. Mubarak tiene 82 años, el Rey de Arabia Saudí - 87 años, su hermano y sucesor – 82, el presidente de Yemen lleva 32 años en el poder.
La crisis en el mundo árabe era inminente y yo creo que Estados Unidos se dio cuenta de ello y se lanzaron a salvar los países árabes prometiendo ayuda exclusivamente económica, y no política.
Me parece que la situación es muy complicada y no sólo las personas que salieron a la calles son responsables por ella sino también las fuerzas externas que intentan solucionar a su manera los problemas ajenos. Pero al fin y al cabo estos problemas los tendrán que resolver los pueblos de los países árabes. (Entrevista al vicedirector del Instituto de Orientalismo de la Academia de Ciencias rusa, Doctor en Ciencias Históricas, Anatoli Yegorin, RIA Novosti) LEER MÁS
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