Conceptualizando el "Despertar Árabe"

Durante años, el archihalcón imperial y geoestratega estadounidense, Zbigniew Brzezinski, arquitecto intelectual de la "globalización", ha estado advirtiendo a las élites de todo el mundo occidental, y en particular de Estados Unidos, de la emergente y complicada realidad del "Despertar Político Global".

Él explica el 'Despertar' esencialmente como el mayor desafío histórico no sólo para Estados Unidos, sino que para los intereses y estructuras de poder global. Explicó que, "Por primera vez en la historia humana casi toda la humanidad está políticamente activa, políticamente consciente y políticamente interactiva." Además, "el anhelo de dignidad humana en todo el mundo es el desafío fundamental inherente al fenómeno del despertar político global... Ese despertar es socialmente masivo y políticamente radicalizante."

Como señala Brzezinski: "Estas energías trascienden las fronteras soberanas y representan un desafío tanto para los Estados existentes, como para la jerarquía global existente, sobre la que Estados Unidos aún se posa". Brzezinski y otros (como lo demuestra el informe del Council on Foreign Relations) (Próximamente en este blog) están decididos a desarrollar estrategias para "gestionar" y "pacificar" ese "Despertar" de tal manera que mantenga y asegure los intereses imperiales estadounidenses y las estructuras de poder global. Por lo tanto, la necesidad de "controlar" el Despertar es el problema más evidente de la política exterior de Estados Unidos. Sin embargo, como explica Brzezinski, no es un desafío que pueda ser tratado fácilmente:
[Las] grandes potencias mundiales, nuevas y viejas, también se enfrentan a una realidad nueva: mientras que la letalidad de su poderío militar es mayor que nunca, su capacidad para imponer control sobre el despertar político de las masas del mundo se encuentra en un mínimo histórico. Para presentarlo sin rodeos: en tiempos pasados, era más fácil controlar un millón de personas que matar físicamente a un millón de personas; hoy, es infinitamente más fácil matar a un millón de personas que controlar un millón de personas.
En un artículo de 2008 en el New York Times, Brzezinski presentó una estrategia multifacética para hacer frente a esta "amenaza" a las estructuras e intereses de la élite, y explicó que, "la monumental tarea que enfrenta el nuevo presidente es recuperar la legitimidad global de Estados Unidos como líder de un esfuerzo colectivo por un sistema más inclusivo de gestión global". Por lo tanto, la estrategia de Brzezinski se apoya en una mejor sujeción y ampliación institucional del proceso de "globalización" evolucionando hacia la "gobernanza global", o como él la denomina, "gestión global". Brzezinski dio a conocer una estrategia de respuesta de cuatro puntos: "unificar, ampliar, atraer y pacificar."

La respuesta de "unificar" se refiere "a los esfuerzos por restablecer un sentido de propósito compartido entre Estados Unidos y Europa", un punto que toma en cuenta el informe del CFR. Con "ampliar" se refiere a "un esfuerzo deliberado para fomentar una más amplia coalición comprometida con el principio de interdependencia y preparada para desempeñar un papel importante en la promoción de una gestión global más eficaz." Apuntó que el G-8 había "sobrevivido a su función", y propuso la ampliación del mismo, lo que en última instancia se manifestó en 2009 en la forma del G-20. El G-20, posteriormente se convirtió en "el principal grupo de gobernanza económica global a nivel de ministros, gobernadores y jefes de Estado o de Gobierno." Herman von Rompuy, Presidente de la Unión Europea, se refirió al 2009 como "el primer año de gobernanza global." Por lo tanto, estas élites están decididas a impulsar la "gestión global", que es la estrategia exacta que Brzezinski identifica también como la "solución" para manejar el "Despertar Político Global".

El próximo punto en la estrategia de Brzezinski - "atraer" - se refiere "al cultivo de altos funcionarios a través de conversaciones informales entre las principales potencias, en particular Estados Unidos, la Tríada Europea, China, Japón, Rusia y posiblemente, la India", en particular entre Estados Unidos y China, "sin incluir a China, muchos de los problemas que enfrentamos colectivamente no pueden ser apartados". En el punto final - "pacificar" - Brzezinski se refiere a los requisitos de "un esfuerzo deliberado de Estados Unidos para no empantanarse en la vasta superficie entre Suez y la India." En particular, recomienda avanzar en la cuestión Israel-Palestina, Irán, Afganistán y Pakistán. Brzezinski explicó que, "en este mundo que cambia dinámicamente, la crisis de liderazgo de Estados Unidos podría convertirse en la crisis de la estabilidad global." Por lo tanto, desde el punto de vista de Brzezinski, "La única alternativa al papel constructivo de Estados Unidos es el caos global."

Así, el "control" es la clave para esta estrategia, con la "gestión global" como solución definitiva. Sin embargo, como apunta el mismo Brzezinski, lo que es una consideración importante al evaluar naturaleza, expansión y movilización del "Despertar": "Para presentarlo sin rodeos: en los tiempos pasados, era más fácil controlar un millón de personas que matar físicamente a un millón de personas; hoy, es infinitamente más fácil matar a un millón de personas que controlar un millón de personas." Así, al tratar de orquestar, cooptar y "controlar" el "Despertar", es importante reconocer que Estados Unidos está jugando con fuego, y al intentar encender un fuego controlado para manipularlo como desee, el fuego puede extenderse y salirse de las manos. En tal situación, la "letalidad" de la "fuerza militar" de Estados Unidos podría ser empleada. Lo dijo él mismo, "la única alternativa al papel constructivo de Estados Unidos es el caos global." La antigua táctica imperial de divide y vencerás nunca está fuera de la mesa de alternativas. Si no hay "transición gestionada", entonces a menudo deviene el "caos gestionado." Cuando la "diplomacia" falla en superar los obstáculos, la guerra los destruye (y a todo lo demás en el proceso).

Ahora, centrando nuestra atención en el "Despertar Árabe" y sus levantamientos, debemos examinar la gama de estrategias que son y pueden ser empleadas. El camino preferido para el poder estadounidense es la "democratización", pero el alcance, velocidad y rapidez de los acontecimientos recientes en el mundo árabe presentan una situación muy inestable para la estrategia estadounidense. Si bien las relaciones con la sociedad civil y grupos de oposición han sido o están en proceso de estar bien establecidas (lo que varía de país a país), la rapidez y confluencia de estos levantamientos tomando lugar tienen mermado al poder estadounidense.

Orquestar, cooptar y controlar movimientos revolucionarios o "cambios de régimen democrático" no es una táctica nueva en los círculos estratégicos estadounidenses; sin embargo, lo realizado en el pasado estaba relegado a focos y naciones específicas, a menudo con mucho tiempo entre una y otra para permitir una tarea más delicada, coordinada y controlada. Este fue el caso de las "revoluciones de color" patrocinadas por Estados Unidos en toda Europa Oriental y Asia Central, comenzando con Serbia en 2000, Georgia en 2003, Ucrania en 2004, y Kirguistán en 2005, donde las principales organizaciones de promoción democrática estadounidenses (la National Endowment for Democracy, el National Democratic Institute, el International Republican Institute, USAID, Freedom House, el Albert Einstein Institute, así como las principales fundaciones filantrópicas de Estados Unidos) fueron capaces de establecer con mayor seguridad sus estrategias de "cambio de régimen democrático". Además, todos los incidentes de "cambio de régimen" democrático enumerados anteriormente se desarrollaron en el contexto de una elección impugnada en el país, dando a las organizaciones y fundaciones que participan un calendario preciso para gestionar el proceso de organización y movilización. Aquello requiere de un enfoque centrado y matizado que se mantiene ausente en el contexto actual del Medio Oriente y el Norte de África.

[Ver: Andrew Gavin Marshall, "Revoluciones de Color" y los Orígenes de la III Guerra Mundial, Global Research, 03 de noviembre 2009]

Además, una estrategia similar se llevó a cabo en Irán durante el verano de 2009, donde el "Movimiento Verde" apareció como respuesta a la controvertida elección presidencial. Este fue, de hecho, la intentona de un esfuerzo muy coordinado y organizado de estrategia encubierta de "democratización" estadounidense para instalar un régimen aceptado (es decir, "cliente") por Estados Unidos en Irán. La estrategia se preparó en 2006, fundamentalmente organizada de forma secreta por la CIA, con un costo de aproximadamente 400 millones de dólares, y donde participó el Departamento de Estado coordinando esfuerzos con medios sociales como Twitter, Facebook y Youtube. Sin embargo, como muestra la posteridad, finalmente la estrategia no tuvo éxito en imponer un "cambio de régimen". En aquel momento, Zbigniew Brzezinski explicó que la estrategia requería "paciencia, manipulación inteligente, apoyo moral, pero sin interferencia política."

[Ver: Andrew Gavin Marshall, Una Nueva Guerra Mundial para un Nuevo Orden Mundial, Global Research, 17 de diciembre de 2009]

Así que podemos ver que incluso con 400 millones de dólares y una intentona altamente coordinada de "manipulación inteligente", la estrategia no tuvo éxito. Sin embargo, hay que reconocer que Estados Unidos no podía financiar abiertamente a la oposición y las organizaciones de la sociedad civil en Irán, como podía hacerlo en Europa Oriental. En el mundo árabe, a pesar de que Estados Unidos colabora y sigue colaborando con grupos de oposición y organizaciones de la sociedad civil, estos esfuerzos han sido constantemente frustrados y obstaculizados por los regímenes árabes locales, que son muy conscientes de la amenaza a su propio poder que podrían suponer. La gestión de dicha estrategia en países gobernados por regímenes autoritarios que son muy sospechosos de la sociedad civil y los grupos de oposición presenta un escenario muy difícil para la estrategia estadounidense. Además, los regímenes autoritarios no suelen celebrar elecciones, a menos que se trate simplemente de una elección falsa en la que el líder gana por un margen del 97%, presentando un escenario difícil para movilizar a las fuerzas de oposición. Por otra parte, las "revoluciones de color" en toda Europa Oriental se organizaron en mayor medida a través de una estrategia de reunir a todos los grupos de oposición detrás de un líder, para tener un esfuerzo mucho más coordinado y coherente. No parece que tal estrategia haya aparecido en el mundo árabe, y se ha presentado como un esfuerzo remendado de tratar de promover figuras particulares de la oposición, pero nada que se vea evidentemente bien organizado y planeado previamente. Aunque existen muchos grupos de oposición trabajando en estrecha colaboración para oponerse a los regímenes, no necesariamente se están movilizando en torno a líderes claros y absolutos, presentando así la posibilidad de un vacío de poder abierto, haciendo la situación aún más peligrosa para los intereses estadounidenses.

Otro gran problema inherente a esta estrategia en el mundo árabe es el papel desempeñado por los militares locales. Los militares dentro de los regímenes árabes autoritarios son en mayor medida financiados, entrenados y armados por Estados Unidos, y se han convertido en poderosos actores políticos, sociales y económicos en su propio derecho (más en Egipto que en Túnez). Por lo tanto, Estados Unidos debe equilibrar el proceso de apoyo a la sociedad civil y grupos de oposición con el de seguir apoyando y asegurando las estructuras militares. Si los militares sienten que su posición se ve insegura o amenazada, simplemente se puede adelantar todo el proceso y preparar un golpe de Estado, que es en última instancia, contraproducente para la estrategia estadounidense en la región, sobre todo porque es bien sabido que Estados Unidos es el patrocinador principal de estas estructuras militares. Esto implica que Estados Unidos debe realizar un delicado acto de equilibrio entre los militares, la sociedad civil y grupos de oposición coordinando la eliminación de los déspotas atrincherados. Esta estrategia parece estar materializándose en la construcción de "gobiernos de transición", que los militares, tanto en Túnez como en Egipto están apoyando.

La situación es tremendamente complicada y contradictoria, enfrentando a Estados Unidos a uno de sus mayores retos en la historia reciente. Si bien la intención obvia e incluso los medios de organización del "cambio de régimen democrático" están presentes en el mundo árabe, creo que la rapidez con que los movimientos de protesta y rebeliones han surgido podría haber pillado a Estados Unidos con la guardia baja. Sin duda, desde el inicio de las protestas de Túnez en diciembre de 2010, Estados Unidos estaba prestando atención detallada a la situación, tratando de influir en el resultado. Sin embargo, la cobertura de los medios de comunicación occidentales durante las primeras cuatro semanas de protestas fue mínima, si no del todo ausente. Ese es un punto importante a examinar.

Dentro de todos los esfuerzos organizados de "cambio de régimen democrático" y "revoluciones de color", los medios occidentales jugaron un papel fundamental. Desde que las protestas comenzaron en estos países, los medios occidentales estaban cubriendo ampliamente los acontecimientos, defendiendo la justificación de los objetivos de "democratización" y "libertad", apoyando plena y activamente a los manifestantes. Eso no estuvo presente en Túnez, hasta que, por supuesto, el presidente huyó a Arabia Saudita, cuando repentinamente los medios occidentales cínicamente proclamaron un logro monumental para la democracia, y comenzaron a advertir al resto del mundo árabe de la posibilidad de que esto se extendiera a sus países (por lo tanto, ejerciendo una presión pública para promover "reformas" en sintonía con su estrategia de "evolución, no revolución"). Esto podría significar que Estados Unidos estaba tratando de manejar tranquilamente las protestas en Túnez, que no fueron pre-coordinadas y pre-establecidas por un calendario, sino que surgieron como una respuesta rápida ante el suicidio de un joven en una protesta personal contra el gobierno. La chispa se encendió, y Estados Unidos avanzó sobre Túnez, en un intento de controlar su crecimiento y dirección. Mientras tanto, sin embargo, se encendieron chispas a través de muchas naciones en el mundo árabe, entre ellas Argelia, Egipto, Marruecos, Jordania y Yemen.

Posteriormente, Estados Unidos tomó ventaja de estas chispas para encender el proceso de forma que lo pudiera controlar. Durante los primeros días e incluso semanas de protestas en muchas de las otras naciones, que por lo general parecen reacciones orgánicas a los eventos en Túnez y en sus propios países, se desarrolló una respuesta más coordinada, con protestas masivas organizadas apareciendo de repente. Sin embargo, Estados Unidos está arriesgando mucho, posiblemente arriesgando tanto o más de lo que podría ganar. Como un animal acorralado, Estados Unidos es a la vez muy vulnerable y muy peligroso. Recordando las palabras de Brzezinski sobre el problema del "control" como factor importante a tener en cuenta: "en tiempos pasados, era más fácil controlar un millón de personas que matar físicamente a un millón de personas; hoy, es infinitamente más fácil matar a un millón de personas que controlar un millón de personas." Aquello podría ser denominado la "Opción Yemen", donde la estrategia supone un esfuerzo para promover desestabilización, intervención militar y guerra abierta y encubierta. En tal escenario, es esencial que Estados Unidos mantenga y, de hecho, estreche sus contactos y relaciones con las estructuras militares locales.

Así que, claramente, la situación no es ni debe ser abordada en un análisis de blanco y negro. Es tremendamente complicada, multifacética y potencialmente desastrosa. Ningún resultado está predeterminado o es absoluto: así, mientras reconocemos y examinamos las pruebas de la profunda implicación de Estados Unidos en la evolución y la dirección de las protestas y la oposición, debemos mantener este análisis en el contexto del "Despertar Político Global". Sostuve en la Primera Parte de este ensayo que, de hecho, parece como si estuviésemos presenciando el surgimiento de una revolución global; sin embargo, es probable que sea un proceso que se extenderá sin duda durante la próxima, si es que no durante varias décadas. Simplemente no podemos desechar estas protestas como maquinaciones y operaciones encubiertas estadounidenses, sino más bien como un esfuerzo de Estados Unidos por controlar el "Despertar". Como subrayó el Informe de Grupo del Council on Foreign Relations, "
el objetivo de Estados Unidos en Medio Oriente debe ser fomentar la evolución democrática, no la revolución". [26] Parece ser que esta estrategia cambió en años muy recientes, o Estados Unidos ha dejado de lado su estrategia progresiva de "evolución" y en la estrategia se ve obligado a responder y tratar de dirigir la "revolución". Esto hace la situación aún más peligrosa para los intereses estadounidenses. Por lo tanto, no podemos descartar por completo las revueltas como "orquestadas", sino que comprenderlas en el contexto del "Despertar Global".

Asumir que todo está organizado desde lo alto en los pasillos del poder es un análisis erróneo. Como alternativa, tomar la posición de que Estados Unidos fue pillado totalmente desinformado de esta situación es ingenuo y la evidencia no es compatible con esa evaluación. Sin embargo, no debemos ver esto como un único desarrollo, sino como una congruencia de desarrollos superpuestos y hermanados. La sociedad, después de todo, a pesar de ser dirigida desde arriba, debe reaccionar ante respuestas y desarrollos desde abajo, y por tanto, la propia sociedad y la dirección que toma constituye una interacción muy compleja de procesos sociales diferentes, opuestos y conflictivos. La afirmación de que los levantamientos son el resultado único de la estrategia estadounidense deja de lado las razones detrás del desarrollo de esta estrategia, en primer lugar. La estrategia de "democratización" no surgió debido a reparos humanitarios de la elite estadounidense por las personas que viven bajo regímenes autoritarios, sino que la estrategia se elaboró en respuesta a la aparición y crecimiento del "Despertar Árabe". De hecho, en este contexto, esto marca los comienzos de una revolución global (que ha tardado mucho en llegar); sin embargo, también marca la estrategia activa de Estados Unidos por controlar el proceso y el desarrollo de la "revolución".

Históricamente, las revoluciones no son nunca el producto de un desarrollo unilateral. Es decir, las revoluciones fundamentalmente no se producen por la acción de un segmento de la sociedad, a menudo polarizado, sea una revolución impulsada por la elite o por el pueblo, sino que emerge a través de una compleja interacción y equilibrio de diversos grupos sociales. El contexto y las condiciones para una revolución no suelen aparecer sin la conciencia de las clases altas, por lo tanto, los estratos sociales superiores siempre o con frecuencia tratan de mitigar, controlar, reprimir, influir o cooptar y controlar el proceso de la revolución. En este contexto, no podemos descartar revoluciones simplemente como un proceso de arriba hacia abajo o de abajo hacia arriba el proceso, sino más bien una mitigación e interacción entre dos enfoques.

Sus objetivos estratégicos están dirigidos en última instancia, a reprimir y la cooptar los levantamientos revolucionarios orgánicos del mundo árabe. Durante los últimos seis años más o menos, Estados Unidos ha estado desarrollando y empezando a aplicar una estrategia para manejar el "Despertar Árabe" mediante la promoción de la "democratización" en un proceso de "evolución, no revolución". Sin embargo, la evolución fue, evidentemente, no lo suficientemente rápida para las personas que viven bajo los regímenes árabes, y la revolución está en el aire. Estados Unidos, por supuesto, está tratando desesperadamente de manejar la situación y reprimir una verdadera revolución extendiéndose en toda la región, promoviendo en su lugar una "transición ordenada", como Hillary Clinton y el Presidente Obama han subrayado. Por lo tanto, Estados Unidos ha estado ampliamente involucrado en los procesos de organización y establecimiento de "gobiernos de transición" o "gobiernos de unidad." Si la revolución toma su propio curso, y busca un verdadero cambio, democracia populista y libertad definitiva, en última instancia, se verían obligados a impugnar el papel y la influencia de Estados Unidos y Occidente en la región. Como tal, la "ayuda" militar tendría que terminarse (una perspectiva que los militares locales no están dispuestos a aceptar), la influencia y contacto de los estadounidenses con la sociedad civil y los grupos de oposición tendría que ser abiertamente debatido y criticado, el FMI y el Banco Mundial tendrían que ser expulsados, las deudas internacionales tendrían que ser declaradas "odiosas" y anuladas, y el pueblo tendría que controlar su propio país y convertirse en ciudadanos activos, comprometidos e informados. La verdadera revolución tendrá que ser no sólo política, sino económica, social, cultural, psicológica, intelectual y, en definitiva, global.

Los manifestantes no deben simplemente desafiar a sus gobiernos despóticos; en última instancia, deben eliminar el control estadounidense y occidental en sus naciones. También deben ser muy cautelosos de los grupos de oposición y líderes de proyecto que son arrojados a las líneas del frente y al gobierno, ya que están probablemente cooptados. Los nuevos líderes verdaderos deben venir desde el pueblo, y deben ganarse el liderazgo, no sólo ser coronados como "líderes". El mejor escenario posible a corto y mediano plazo sería el presenciar el surgimiento de democracias populistas árabes, reflejando la tendencia observada a lo largo de América Latina (aunque no necesariamente imponiendo la misma ideología). El problema con este escenario es que también es el más improbable. Si hay una cosa que desprecia el poder estadounidense, son las democracias populistas. Desde los inicios de la Guerra Fría hasta la actualidad, Estados Unidos ha derrocado activamente, orquestado golpes de estado, impuesto dictaduras, aplastado, invadido y ocupado, bombardeado y desestabilizado o ejecutado "cambios de régimen democrático" en las democracias populistas. Los gobiernos democráticos que rinden cuentas al pueblo y tratan de ayudar a los pobres y oprimidos se vuelven rápidamente enemigos del poder estadounidense.
En los últimos 60 años, Estados Unidos ha reprimido o apoyado la represión de democracias, luchas de liberación e intentos de autonomía en todo el mundo: Irán en 1953, Guatemala en 1954, Haití en 1959, el Congo en 1960, Ecuador en 1961, Argelia, Perú, República Dominicana, Cuba, Laos, Camboya, Vietnam, Chile, Argentina, Afganistán, Indonesia, Sudáfrica, Palestina, Irak, Venezuela, Líbano, Yemen y etcétera, etcétera, etcétera.

La situación es difícil y peligrosa para los manifestantes, como la lucha por la libertad y la democracia es y han sido siempre. Hay un vasto grupo que tiene interés en prevenir la aparición de una democracia populista, incluyendo muchas de las organizaciones pro-democracia y líderes de oposición mismos, las grandes naciones del mundo – de Oriente y Occidente –, el Banco Mundial y el FMI, las corporaciones y bancos internacionales, los regímenes árabes vecinos, Israel y, por supuesto, Estados Unidos. Es un desafío monumental, pero sería un flaco favor a dejar de lado las protestas como completamente controladas y cooptadas. Si ese fuera el caso, habrían cesado con la formación de gobiernos de transición y unidad, lo que por supuesto no ha ocurrido. Si bien el resultado es en última instancia, desconocido, lo que está claro es que una chispa se ha encendido en el mundo árabe mientras el "Despertar Político Global" está en marcha, y esta será una llama muy difícil de controlar.

Fragmento del artículo:La Represión Estratégica Estadounidense del "Despertar Árabe"

El Norte de África y el Despertar Político Global

Por Andrew Gavin Marshall,
investigador asociado de Centre for Research on Globalization (CRG). Es coeditor, con Michel Chossudovsky, del reciente libro "La Crisis Económica Global: La Gran Depresión del Siglo XXI", disponible en Globalresearch.ca. Está actualmente preparando un libro sobre el "Gobierno Global".

Original en: Global Research
Tomado de A las Puertas del Nuevo Orden Mundial

1 comentario:

ANTIMPERIALISTA dijo...

Hola

Lo que hizo Zbigniew Brzezinski en ese discurso al que te refieres al principio de tu artículo fue tan sólo un recurso conocido con el nombre de acondicionamiento psicológico para que la gente viera como naturales lo que está pasando ahora mismo en Egipto, Túnez…, pero que no tiene nada de natural y sí de manipulado desde hace tiempo.
Te animo a que investigues sobre el proyecto para el gran oriente medio, una estrategia yanqui destinada a sustituir a los antiguos regímenes del norte de áfrica por otros menos desprestigiados y aún más favorables y sumisos.

Saludos

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