Marco Rubio, el negocio de la “democracia” en Cuba

Fuente: Cuba por Siempre

Claver-Carone sale del gobierno de Trump por la puerta trasera

La salida por la puerta trasera de Mauricio Claver-Carone como enviado especial para América Latina en la segunda administración de Donald Trump, ha generado revuelo y especulaciones. Según la información disponible, su partida está vinculada a varios factores, aunque los detalles concretos varían según las fuentes.

Claver-Carone, el cubanoamericano conocido por su línea dura contra Cuba, Venezuela y cualquier gobierno con aroma a izquierda, dejará su puesto tras apenas unos meses en el cargo. Bloomberg reportó que su salida se debe a una limitación técnica: como «empleado especial del gobierno», no podía servir más de 130 días sin confirmación del Senado, algo que, “aparentemente”, no estaba en los planes de nadie. ¡Vaya, qué descuido! Parece que alguien olvidó leer la letra pequeña del contrato.

Sin embargo, los murmullos en Washington y en X sugieren que hay más jugo en esta historia. Publicaciones en X y reportes periodísticos apuntan a un choque con Marco Rubio, el nuevo secretario de Estado y otro peso pesado de la politiquería floridana. Rubio, con su propia visión para la región, no parecía dispuesto a compartir el escenario con Claver-Carone, quien tiene un historial de no pasar desapercibido; porque claro ¿quién necesita dos halcones peleando por el mismo micrófono cuando se trata de «restaurar el orden» en América Latina?

Claver-Carone no se fue sin dejar algunas perlas. Durante su breve mandato, se destacó por lanzar dardos a diestra y siniestra, desde críticas a las políticas económicas de Javier Milei en Argentina (a quien acusó de gobernar con «políticas peronistas»), hasta amenazas de «dar con todo» contra Nicolás Maduro y mostrarse como todo un diseccionista contra Cuba amenazando con provocar “dolor a corto plazo para obtener ganancias a largo plazo”. Su estilo confrontacional, aunque fiel al espíritu trumpista, parece no haber encajado del todo en un equipo donde la lealtad al jefe (y no al ego personal) es la moneda de cambio.

Tras su salida, Claver-Carone anunció su regreso al sector privado, específicamente como codirector del LARA Fund, una firma de capital privado en Miami, enfocada en energía e infraestructura en América Latina. No es la primera vez que Mauricio rebota tras un tropiezo: ya lo hizo luego de ser expulsado del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en 2022 por un escándalo de ética relacionado con una supuesta relación «inapropiada» con una subordinada, algo que él siempre negó con vehemencia.

En resumen, la salida de Claver-Carone parece ser una mezcla de burocracia, choques de poder y su propio estilo incendiario, que no siempre cae bien en los pasillos del poder. ¿Volverá Mauricio con otro cargo, un podcast titulado Halcón y Furia o un libro explosivo sobre: Como hacer enemigos en América Latina y sobrevivir para contarlo? Con su historial “democratizador”, nadie debería apostar en contra, en el circo de Trump, siempre hay un nuevo acto esperando.

Cuba por siempre

El cuento de las bases chinas, otra vez

Francisco Delgado Rodríguez.- El gobierno cubano ha tenido que salir a desmentir, otra vez, la historia rocambolesca sobre la existencia de bases militares chinas en Cuba. El canciller isleño reaccionó en redes sociales a la noticia que, para sorpresa de algunos, levantó la CNN que bien pudo activar a su corresponsal en La Habana para que, otra vez, verificará lo absurdo de semejante disparate.

La historia de bases militares chinas en zafarrancho de combate digital, resulta de una vieja pesadilla enarbolada por  supuestos expertos de hablar y vestir circunspecto, que pululan al ritmo de los dictados y necesidades de Washington.

El tema se retoma de cuando en vez, según dicte la coyuntura; en la ocasión por parte de uno de los sospechosos habituales de la guerra no convencional contra el pueblo cubano, el corrupto legislador Carlos Giménez, calificado de traidor por parte de sus electores y familiares migrantes en la Florida.

En un acto de sentido exclusivamente propagandístico, ahora Giménez se activó en una nueva puesta en escena, en el Subcomité de Transporte y Seguridad Marítima del Comité de Seguridad Nacional de la Cámara de Representantes,  el pasado 6 de mayo.

En estos momentos parece obvio que la camada anti cubana del Congreso y el super secretario, Mr.Rubio, a quien solo falta nombrarlo Papa, advirtió jocosamente el vicepresidente Vance, intentan llamar la atención del inquilino de la Casa Blanca, ansiosos por imponer crueles y nuevas sanciones a la familia cubana.

Desde al menos el 20 de enero, han ensayado varias motivaciones que hagan que el presidente Trump desvíe su atención de los tremendos problemas internacionales con los que está lidiando. Las justificaciones han ido desde la pérfida campaña contra la cooperación médica cubana, algo que no parece haberle ido bien, mandatarios del Caribe mediante, hasta la insistencia de cortar todo intercambio o vínculo con la Isla Rebelde, dígase cero remesas, cero vuelos, cero todo.

Mr. Rubio por su cuenta desempolvó una vieja historia de una supuesta prófuga de la justicia estadounidense, asegurando que reside en Cuba desde 1976. Di tu, diría cualquiera que lo lea y que al unísono tiene bastante con los problemas actuales, para que le recuerden los de hace 50 años. 

Ahora le tocó a las “tenebrosas bases chinas en Cuba”. Claro, como la confrontación con el país asiático está en pleno desarrollo, pues que mejor que asociar a Cuba con algo tan repudiable como instalar bases militares en son de guerra, no de aranceles sino para espionaje electrónico, han dicho.

Obviamente, para poder darle un visu de credibilidad a algo sistemáticamente negado, tanto por las autoridades cubanas como por las chinas, hizo falta que viejos halcones de la academia estadounidense, insistieran en los peligros que se ciernen sobre la seguridad nacional estadounidense.

Reaparece para la ocasión el experto en temas geopolíticos, Ryan Berg, quien funge como director del programa para América Latina del Centro Estratégico de Estudios Internacionales (CSIS, por sus siglas en inglés); el CSIS desde hace años vienen manejando esta hipótesis, las de las bases.

Berg, conocido por sus posturas anti cubanas y reaccionarias, es promotor del concepto de nearshoring (cerca de la frontera), es decir, que las empresas estadounidense instaladas en Asia deben regresar a países cercanos; en otras palabras, algo muy parecido a lo que exige el presidente Trump que esperan se reabran en suelo estadounidense.

Calzan su “investigación” otros estudiosos de arraigadas posturas anti chinas como Matthew P. Funaiole, Brian Hart, Aidan Powers-Riggs y Joseph S. Bermudez Jr. Este último experto en imágenes, que en el caso de las “bases” en Cuba las confunde con instalaciones civiles de ETECSA o simples habitáculos.

Acompañando desde siempre esta leyenda aparecen Gordon Guthrie Chang, también conocido por su retórica anti-China, el nefasto y venido a menos senador Ted Cruz,  figuró también John Bolton, el recordado por las peores razones, asesor de Seguridad Nacional de Trump en ese momento y claro, Mr. Rubio.

La leyenda se repite y recicla. Un poco de historia

Las acusaciones se remontan tan atrás como el 2010 cuando el Instituto de Estudios Estratégicos del Colegio de Guerra del Ejército de EE. UU. informó que estaban monitoreando la relación China-Cuba, aunque sin llegar tan lejos en la fábula de las bases.

El asunto salió a la superficie otra vez en el 2019, en la primera administración Trump, ocasión en que se hicieron público informes desclasificados de la inteligencia, donde se aseguraba que en Cuba operaba una unidad de espionaje, sin especificar qué es eso, dejando la puerta abierta a la especulación y a su prima hermana, la manipulación informativa.

Otro capítulo lo desplegó el The Wall Street Journal en el verano del 2023, en plena administración Biden, también enfrentado a su modo con China. Siendo fiel a su línea editorial de ultra derecha, argumentó que fuentes anónimas indicaban que China y Cuba tenían un acuerdo secreto para la construcción de una base de espionaje electrónico, agregando en otra publicación que también habría una de entrenamiento militar en la costa norte de Cuba.

De alguna manera obligado por la gravedad de la noticia del Journal, Jhon Kirby en ese momento portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, admitió la existencia de ciertos informes, sin brindar detalles solo aclarando que eran inexactos. Es decir, virtualmente les restó cualquier importancia a la denuncia.

Desde luego que en este contexto no podía faltar Mr.Rubio a la sazón senador, quien rubricó un comunicado junto a Mark Warner, también senador, ambos líderes en el momento del Comité de Inteligencia del Senado, donde expresaban su preocupación sobre las supuestas instalaciones chinas.

Para continuar con la saga, otra vez, el CSIS publicó otro informe en diciembre del 2024, con la expectativa que podrían contar con Trump para cualquier acción anti cubana; en este se indica haber detectado mejorías tecnológicas en las bases, agregando una quinta base cerca de Santiago de Cuba.

Durante todo este tiempo expertos y ex oficiales de inteligencia estadounidenses, han puesto en tela de juicio tanto los informes del CSIS, como las acusaciones propiamente dichas.

Estudiosos como Evan Ellis (Instituto de Estudios Estratégicos, Colegio de Guerra del Ejército de EE. UU.) dio por sentado la improbabilidad de que China procediera a instalar bases militares en Cuba, al considerarlo una “escalada significativa” que se condice con el contexto, poniendo en dudas incluso que el país asiático cuente con las capacidades para dichas instalaciones; por su parte Chris Simmons (ex jefe de contrainteligencia, Agencia de Inteligencia de Defensa de EE. UU.) aunque cree en la historia del espionaje chino, descarta que tengan instalaciones militares en territorio cubano.

Otros representantes de la academia estadounidense como William LeoGrande (experto en relaciones Cuba-EE.UU. de la American University), Michael Shifter, presidente del Inter-American Dialogue o Jorge Duany, profesor en la Universidad Internacional de la Florida,  otorgan cero crédito a estas hipótesis, llegando en algunos casos a declararlas de descabelladas y vinculadas a la confrontación Cuba-EEUU y no a situaciones reales. Para colmo, otro investigador del propio CSIS, James Lewis, ha afirmado que no existe ninguna evidencia sobre las instalaciones chinas en Cuba.

Un rápido levantamiento de la información disponible, con el uso de inteligencia artificial arroja una conclusión que refleja cual es el sentido común predominante, la información predominante, coincidiendo todas en que hasta la fecha, no ha habido pruebas verificables de que Cuba haya albergado bases militares chinas”.

Ya sea el CSIS o la crápula política mayamera, han olvidado en esta historia que en Cuba si existe una base militar extranjera, contra la voluntad de todo un pueblo, la estadounidense instalada en Guantánamo, único lugar donde se suele torturar en Cuba, o se planifica albergar sin el debido proceso, a migrantes tratados como delincuentes.

Una última observación, una curiosidad, al parecer a los enemigos de la Revolución se les ha acabado la iniciativa, la creatividad en la presentación de nuevos pretextos; en cuanto a las bases chinas, habrá que ver como evoluciona el actual encontronazo de Trump con China, y si evoluciona hacia cierta cordura para bien de ambas economías y del mundo; en fin otra vez los mencionados podrían quedar guindados de la brocha.

Apelando al proverbial sentido del humor del cubano, la noticia ha generado un sinfín de memes, el más concluyente: las únicas bases made in China en Cuba, son las ubicadas en el terreno en los estadios de beisbol.

Tomado de CubaSí



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El odio y la lucha de clases

No odio

Fernando Buen Abad.- Entre las muchas emociones retrógradas, con que convivimos obligadamente, el odio despunta por su irracionalidad y estulticia. Para la especia humana es una emboscada inútil, es siempre contraproducente y degradante. Quien odia desciende drásticamente los niveles de humanización, acepta una condición de vida social mutilada y pacta, de modo tácito y explícito, una esclavitud perversa e intensa de la que suele no haber escapatoria. Algunos la disfrutan mucho.

Odiar es, principalmente, una herida moral que nos propina la lucha de clases cuando nos desorientamos y perdemos vista el lado al que pertenecemos, objetiva y subjetivamente. En el odio se expresa la pulsión de impotencia que empuja a destruirlo todo para simplificar las contiendas por la fuerza de la peor negación. Quien odia trueca el modo de la lucha por espejismos con soluciones mágicas. Siempre es más fácil embriagarse en odio -y obrar aturdido- aunque resulte más riesgoso y más costoso.

Bajo la presión de la lucha de clases se producen muchas distorsiones si se carece de método científico y consensuado. Una fragilidad teórica y práctica deriva fácilmente en odio porque se renuncia a la razón argumental y organizativa a cambio de catarsis negacionistas en extremo infectadas por violencia estúpida, silogismos “viscerales” y derrumbes éticos bañados en sangre. Pura inutilidad para la especie humana. Algunos “progresismos” reivindican un odio al que suponen con fuerza aglutinante y movilizante. Viven de un error teórico y práctico que no sólo no permite avanzar sino que es sospechoso porque desplaza de su eje la formación humanista que permite organizar fuerzas para superar los odios con las armas de la crítica.

Hay tantos tipos de odio como distorsiones en el método transformador. Tal variedad nace y se reproduce en los vacíos que deja la ignorancia y la falta de rigor para la praxis, en todos los niveles y en todos los frentes de la lucha. Sea de nuestro lado o del otro. Nadie está a salvo, aquel que se siente dueño de objetos, personas o conceptos (como botines de su “propiedad privada”) comete un error (a veces voluntario) que lo conducirá a odiar tarde o temprano. Es ingrediente del odio sentir que se ha sido despojado de alguna propiedad. Y hay tantas mezclas de despojo, combinadas con aprehensión propietaria, que ha ido multiplicándose y profundizándose la complejidad del repertorio de los odios. En el odio de la clase opresora se coagulan -y sinceran- todas las patologías del capitalismo. Es uno de sus espejos más nítidos. Es odio “refinado”, que se ha sofisticado, instrumentalizado y maquillado hasta parecer, incluso, “amor al prójimo” o filantropía para anestesiar insurrecciones populares. Mientras los odiadores ponen cara de “buenos”.

Por eso, odian más quienes más roban. Odian por lo creen que pierden, o por la simple sospecha de ser expropiados. Odian a sus expropiadores pero más odian la idea y la práctica que convierten lo expropiado en posesión colectiva. Existen odiadores expertos que han cultivado extensiones enormes de odio y las atienden con esmero como si se tratara de “nuevas propiedades”. Han hecho escuelas de odio muy refinadas. Cuentan con estructuras jurídico-políticas a granel.

Tienen religiones, universidades y entretenimientos donde se perfecciona el odio de clase, se lo esparce como “sentido común” (y como identidad) y se le reconoce valor de uso y valor de cambio en el mercado del control social, del monopolio del poder político y del poder militar. Odio miserable pero, eso sí, muy rentable.

En el relato de las burguesías el “odio” reviste récords de época muy convenientes para la apropiación del producto del trabajo ajeno. Con el beneplácito de algunos “expertos” y de sus jefes, convierten el odio en una corriente desenfrenada, cargada con “nuevas clasificaciones”, donde reina -sin tapujos- la idea de que odiar es condición de los seres humanos capaces, incluso, de odiarse a sí mismos con odio funcional y contra su propia clase… y por cuenta propia. Determinismo del odio que no tiene horarios. No permitas que los noticieros burgueses te convenzan de odiar a tu propio pueblo. No te tragues el odio oligarca como si fuese tuyo.

Odiar implica desaparecer al oponente, exterminarlo. Incluso con violencia ignota. Con odio se cancela el debate, los diferendo, el “agón” griego. Se suprime el trabajo de argumentar racionalmente para convencer con evidencias. Se suprime la contrastación de criterios o experiencias y se impone el individualismo aberrante de “la razón soy yo”, aunque para eso haya que usar palos y plomo, cárcel y persecución. El odio cancela la igualdad, la libertad, la tolerancia, el respeto a la dignidad y a la autonomía del otro. Es impensable una sociedad igualitaria y digna mientras haya gente produciendo odio y vendiéndolo como uno de los más grandes negocios de la Historia. Propagar odio debería ser considerado Delito de Lesa Humanidad.

Hay víctimas del odio que no devuelven odio. Víctimas que han sabido dignificar su dolor sin permitir que se degrade en odio. Espíritus y luchas ejemplares que, por el contrario, han ascendido a la praxis de las batallas reivindicatorias, apasionadamente y a salvo de los odios. Es imprescindible entender la naturaleza del odio, sus raíces, causas y efectos… combatirlo en sus más diversas facetas e impacto en las visiones y conductas deformadas por las ideologías del odio y con odio (racistas, sexistas, integristas que la fomentan) Es una tarea central derrotarlo… en y con todo lo que tengamos a mano, incluyendo la literatura, las artes, el cine y los “mass media”.

Hay que llamar a todos los frentes dignos, y en pie de lucha, a frenar la propagación del discurso del odio contra migrantes y contra todos los grupos llamados “minoritarios”. Desterrar el odio a los líderes sociales, a los movimientos emancipadores, a los mandatarios de las naciones progresistas o revolucionarias. Combatir el odio desatado y cultivado en las “redes sociales”. Frenar el odio generalizado para amenazar a la voluntad democrática de los pueblos. Desterrar el odio creado para sofocar el disentimiento legítimo, la libre expresión popular, el derecho a vivir sin violencia… y, además, exigir que cesen los caminos por donde transita el odio de clase y la violencia burguesa disfrazada, también, de “libertad de expresión”.

Puedes escuchar una síntesis del artículo en formato podcast en https://go.ivoox.com/rf/146176385

https://rebelion.org/no-odio/

https://humanidadenred.org/no-odio-por-fernando-buen-abad/

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