Todo contra Günther Grass porque no siguió callando y denunció a Israel [+ poema]

Israel ha declarado este domingo persona non grata al escritor alemán Günter Grass debido a sus recientes comentarios sobre la política del país, confirmó un portavoz del ministro del Interior, Eli Yishai, según Dpa.

Günther Grass se ha limitado a proclamar, con una extraordinaria e inesperada valentía, lo que piensan millones de personas: la criminal hipocresía de la extrema derecha judía, el racismo supremacista del sionismo, el imperialismo israelí y, en definitiva, la amenaza que la banda asesina de Tel Aviv supone para la paz mundial.

no sigo callando porque estoy harto de la hipocresía de occidente

(Schweige nicht mehr,weil ich der Heuchelei des Westensüberdrüssig bin)



Pero ¿por qué me prohíbo nombrar
a ese otro país en el que
desde hace años —aunque mantenido en secreto—
se dispone de un creciente potencial nuclear,
fuera de control, ya que
es inaccesible a toda inspección?

(Doch warum untersage ich mir,jenes andere Land beim Namen zu nennen,in dem seit Jahren - wenn auch geheimgehalten -ein wachsend nukleares Potential verfügbaraber außer Kontrolle, weil keiner Prüfungzugänglich ist?)

El silencio general sobre ese hecho,
al que se ha sometido mi propio silencio,
lo siento como gravosa mentira
y coacción que amenaza castigar
en cuanto no se respeta;
“antisemitismo” se llama la condena.

(Das allgemeine Verschweigen dieses Tatbestandes,dem sich mein Schweigen untergeordnet hat,empfinde ich als belastende Lüge und Zwang, der Strafe in Aussicht stellt,sobald er mißachtet wird;das Verdikt "Antisemitismus" ist geläufig.)

!Escándalo! !Intolerable! !Blasfemo! !Pretende pensar por sí mismo saliéndose del Esquema Narrativo Obligatorio! !Ofensor del Templo y NAAAAZI! Una termitera de insectos a sueldo de Sión se han arrojado inmediatamente sobre la yugular del escritor. No sólo eso: el delincuente universal Benjamin Netanyahu, jefe de la organización genocida más conocida como "Estado de Irael", le ha recordado a Grass su pasado en las SS.

En suma, asistimos a una comedia teatral del siguiente jaez: "se le otorgará a usted el Premio Nobel, pero siempre que se atenga al guión de Hollywood o, en el peor de los casos, se quede calladito. Si osa protestar, o sea, decir la verdad, tratando con ello de rentabilizar contra el antifascismo la autoridad moral del "prestigioso galardón" (concedido a terroristas judíos) o cuestionar el proyecto ultraderechista hebreo del Eretz Israel, de forma automática pasará usted a transmutarse súbitamente en un nazi indigno y, como tal, se le retirará el derecho de tomar la palabra desde el 'lado correcto' de la vida."

Porque "la palabra" está habitualmente comprada, pero cuando incluso el mecanismo de boc hornosa autocensura no funciona, entonces, como un resorte, se desencadena el recurso a la difamación. Hemos conocido muchos casos similares, Günther Grass no es el primero ni será el último.

Lo que hay que decir

Por qué guardo silencio, demasiado tiempo,
sobre lo que es manifiesto y se utilizaba
en juegos de guerra a cuyo final, supervivientes,
solo acabamos como notas a pie de página.
Es el supuesto derecho a un ataque preventivo
el que podría exterminar al pueblo iraní,
subyugado y conducido al júbilo organizado
por un fanfarrón,
porque en su jurisdicción se sospecha
la fabricación de una bomba atómica.
Pero ¿por qué me prohíbo nombrar
a ese otro país en el que
desde hace años —aunque mantenido en secreto—
se dispone de un creciente potencial nuclear,
fuera de control, ya que
es inaccesible a toda inspección?
El silencio general sobre ese hecho,
al que se ha sometido mi propio silencio,
lo siento como gravosa mentira
y coacción que amenaza castigar
en cuanto no se respeta;
“antisemitismo” se llama la condena.
Ahora, sin embargo, porque mi país,
alcanzado y llamado a capítulo una y otra vez
por crímenes muy propios
sin parangón alguno,
de nuevo y de forma rutinaria, aunque
enseguida calificada de reparación,
va a entregar a Israel otro submarino cuya especialidad
es dirigir ojivas aniquiladoras
hacia donde no se ha probado
la existencia de una sola bomba,
aunque se quiera aportar como prueba el temor...
digo lo que hay que decir.
¿Por qué he callado hasta ahora?
Porque creía que mi origen,
marcado por un estigma imborrable,
me prohibía atribuir ese hecho, como evidente,
al país de Israel, al que estoy unido
y quiero seguir estándolo.
¿Por qué solo ahora lo digo,
envejecido y con mi última tinta:
Israel, potencia nuclear, pone en peligro
una paz mundial ya de por sí quebradiza?
Porque hay que decir
lo que mañana podría ser demasiado tarde,
y porque —suficientemente incriminados como alemanes—
podríamos ser cómplices de un crimen
que es previsible, por lo que nuestra parte de culpa
no podría extinguirse
con ninguna de las excusas habituales.
Lo admito: no sigo callando
porque estoy harto
de la hipocresía de Occidente; cabe esperar además
que muchos se liberen del silencio, exijan
al causante de ese peligro visible que renuncie
al uso de la fuerza e insistan también
en que los gobiernos de ambos países permitan
el control permanente y sin trabas
por una instancia internacional
del potencial nuclear israelí
y de las instalaciones nucleares iraníes.
Solo así podremos ayudar a todos, israelíes y palestinos,
más aún, a todos los seres humanos que en esa región
ocupada por la demencia
viven enemistados codo con codo,
odiándose mutuamente,
y en definitiva también ayudarnos.
[Traducción de Miguel Sáenz del texto original en alemán publicado por el diario Süddeutsche Zeitung.Post con texto tomado del blog FILOSOFÍA CRITICA]

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