La fabricación de una tasa: dudas necesarias sobre el indicador de El Toque

Norelys Morales Aguilera.- En medio de una realidad económica tensa, cada cifra tiene un peso específico. Las tasas de cambio —incluso las informales— se convierten en brújula para miles de personas y en combustible para discursos de todo tipo. Por eso resulta imprescindible mirar con lupa los mecanismos detrás de los indicadores que pretenden guiar la percepción pública. El reciente análisis sobre la conocida “tasa representativa del mercado informal” publicada por El Toque lo confirma.

La investigación presentada el 10 de diciembre de 2025 expone, con pruebas, que el cálculo empleado por esa plataforma dista mucho de ser un ejercicio estadístico riguroso. De hecho, revela un proceso frágil, poco transparente y vulnerable a la manipulación. Y en un contexto donde la economía cubana es tema diario, cualquier distorsión puede generar efectos concretos en la vida de la gente.

Una tasa que no representa lo que dice representar

El Toque afirma monitorear publicaciones de compraventa en redes sociales para elaborar una cifra que refleje el mercado informal. Sin embargo, los expertos que analizaron su método encontraron tres problemas fundamentales:

  1. Una muestra limitada y poco representativa, insuficiente para caracterizar un mercado nacional tan heterogéneo.
  2. Sesgos en la selección de publicaciones, con datos duplicados, perfiles dudosos e incluso posibles bots.
  3. Uso de mensajes antiguos, pese a que la plataforma asegura trabajar solo con información de las últimas 24 horas.

El resultado es una tasa que no refleja el mercado, pero que sí influye en él. Y eso, desde cualquier perspectiva metodológica, es una contradicción peligrosa.

Cuando la narrativa sustituye al dato

El principal riesgo no es solo estadístico. Es narrativo.

Un indicador defectuoso pero psicológicamente influyente puede instalar expectativas, moldear percepciones y alimentar un clima económico que después se retroalimenta.

Así, lo que comienza como una cifra publicada en redes termina afectando decisiones cotidianas: cuánto cuesta un producto, cuánto debe pedir alguien por una remesa, cómo se valoran las transacciones informales. En un país donde las señales económicas son escasas y a veces confusas, cualquier fuente alternativa adquiere un protagonismo que debe ser ejercido con responsabilidad.

La transparencia como única garantía

Los datos pueden ser herramientas poderosas, pero solo cuando su origen y su proceso de construcción son claros. Si no, dejan de ser indicadores y se convierten en artefactos discursivos. La investigación presentada invita precisamente a eso: a cuestionar, a contrastar, a exigir claridad en un terreno donde la confianza es tan importante como la cifra misma.

Hoy más que nunca, Cuba necesita información económica fiable, no atajos estadísticos ni ejercicios que, bajo apariencia técnica, puedan distorsionar la realidad. La transparencia no es un lujo metodológico: es una obligación ética.

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