El asalto de Rubio a la consejería presidencial lo ha publicado el panfletario The Miami Herald, portavoz de la ultraderecha miamense.
Cuenta el portal web, que el presidente Donald Trump alabó el miércoles 6 de febrero al ex rival por la presidencia, al decir que “respeta” los consejos de política exterior que ha recibido del senador Marco Rubio. Adelanto que es un mal consejero.
En una entrevista en la Oficina Oval de la Casa Blanca, Trump dijo que agradece y le parecen valiosos los consejos del senador republicano de la Florida sobre la crisis en Venezuela.
Pero, también lo publica el derechista Clarin de Argentina, en una colaboración del New York Times:
"el senador republicano Marco Rubio (Florida), quien casi 3 años después de perder su carrera presidencial se ha transformado en el principal arquitecto político y vocero de facto en una campaña audaz y riesgosa que involucra al país en la agitación que padece Venezuela en estos días."
“Yo escucho mucho al senador Rubio en lo relativo a Venezuela, es un tema muy cercano para él”, dijo Trump a un pequeño grupo de reporteros en representación de organizaciones noticiosas regionales. Ya vemos por qué está tan errático Trump, puesto que si no conoce al que llama su país, menos al país bolivariano, cuyas ideas de independencia le producen urticaria, por decir lo menos.
El ultraconsejero fue el impulsor de reconocer al autoproclamado presidente en Venezuela, quizás al ultraconservador le haya pasado por la cabeza autoproclamarse también.
Desde principios del gobierno de Trump, Rubio ha sido una de las fuentes de consejo del presidente en asuntos de las Américas, en particular Venezuela y Cuba.
De alguna manera, el político que se hace llamar cubanoamericano, y que de cubano solo tiene ascendentes biológicos, ha sido una especie de secretario de Estado auxiliar para Trump sobre asuntos latinoamericanos.
Resumiendo, lo explica bien Clarin: "Rubio se convirtió a sí mismo en un virtual secretario de Estado para América latina; maneja desde el Senado la estrategia y articula con otros países, como hizo el otro día ante todas las cámaras de TV que pudo encontrar."
Es Rubio quien le susurra a Trump al oído, desde el primer momento de su gestión, sobre la "inmoralidad del gobierno venezolano y la necesidad de un liderazgo norteamericano". Y Rubio junto con el vice Mike Pence y otros urgieron al presidente para que respaldara al líder de la oposición que busca derrocar a Maduro.
Total, que quien ha mentido al Congreso de Estados Unidos y a sus electores, haciéndose pasar por hijo de refugiados políticos, cuando sus padres emigraron a ese país antes de 1959, ha probado que sus servicios son de intereses personales, y acudir a la mentira es tan genético en él como en Donald Trump.
El verdadero objetivo de Rubio ha sido un público integrado por una sola persona: el hombre que en plena campaña por la candidatura republicana en 2016 se mofó llamándolo "Marquito" o "pequeño Marco" ("Little Marco").
Por lo tanto, acudir a la mentira no le es ajeno. Como perla de muestra está un un tuit mentiroso donde Rubio pretende la intervención en Venezuela, con una supuesta ayuda humanitaria. Se trata de un puente sin tráfico internacional hacia Colombia, que el ultraconservador y ultraconsejero (también Popeo por su influencia) enseñan como si Venezuela hubiera cerrado la frontera
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