Luis Gonzalo Segura.─ La Habana, Cuba, finales de 2016. La guerra electrónica está cerca de sufrir uno de los mayores cismas de su relativa corta existencia. Hasta entonces, los episodios, poco difundidos y por lo común escasamente interesantes, tenían su parte más mediática en los conflictos bélicos, la Guerra Fría y la guerra del futuro. Pero todo cambió en Cuba, cuando se supo entre 2017 y 2018 que Estados Unidos acusaba a los caribeños de un ataque 'invisible' (que después fue calificado como sónico) que sería el responsable de los daños en el oído interno de 26 personas de su embajada o relacionada con ella. Estos daños, corroborados por la universidad de Miami, habrían causado dolores de cabeza, mareos, confusión y presión en los oídos.
Aunque en el informe se señala que hasta 135 personas de la embajada norteamericana fueron examinadas sin encontrar ninguna evidencia de daño de ningún tipo y al menos diez personas estaban en el mismo edificio que los afectados sin mostrar daño alguno, se concluye que lo acaecido en la embajada norteamericana en Cuba se debería a que el ataque fue preciso y delimitado en el espacio y en el tiempo. Un ataque producido por una exposición acústica de unos minutos durante meses que ha encontrado su mejor soporte en los testimonios, pues uno de los afectados afirmó que habría sentido un sonido agudo y focalizado que desaparecía al cambiar de habitación.
Este ataque sónico no fue, de haber sido, un episodio único, pues Canadá denunció que algunos de sus diplomáticos en Cuba habrían sufrido los mismos daños y Estados Unidos afirmó que los ataques sónicos también se habrían producido sobre personal suyo en China. Y existe una base para ello: la universidad de Pensilvania señaló, no sin gran controversia, la posibilidad del ataque sónico.
Como consecuencia de lo relatado, Donald Trump retiró a todo el personal no esencial de la embajada y expulsó a personal diplomático cubano de Estados Unidos.
Pero ¿es eso posible? ¿En qué consiste un ataque acústico?
En principio un ataque acústico o sónico consistiría en la emisión de sonidos intensos, los cuales causarían daños a las fibras nerviosas en contacto con las células capilares. Ello provocaría los daños antes mencionados (dolores de cabeza, mareos, confusión y presión en los oídos), aunque una gran cantidad de expertos descartan que este tipo de ataques pueda causar daños cerebrales, por leves que estos sean.
En el caso de haberse producido este ataque, lo que nadie acierta a señalar de forma indubitable es si estaríamos ante un ataque de infra o ultrasonidos. Esta cuestión es clave porque los infrasonidos no tienen capacidad para dañar al ser humano, al menos que se sepa, pues no transmiten la energía mecánica suficiente y los ultrasonidos (por encima de 20.000 hercios), que sí se han demostrado dañinos en humanos expuestos a ellos, difícilmente habrían podido ser efectivos en este caso. Ello se debe a que el ultrasonido no es eficaz a grandes distancias porque se debilita y al traspasar edificios la mayoría rebota, lo que provocaría que el sonido que atravesara la pared tuviera menor frecuencia y no resultara tan dañino.
Por tanto, para que el ultrasonido fuera eficaz se necesitaría que este hubiera sido emitido muy cerca del personal y que ninguna barrera se interpusiera entre el emisor y el receptor, ni tan siquiera una pared interior o un biombo. Ello significaría, sosteniendo la teoría del ataque sónico, que no se trataría de un emisor a distancia, sino de un emisor dentro de la embajada que hubiera pasado inadvertido. ¿Nos encontramos ante un arma revolucionaria?
Por otro lado, no ya es que Cuba llevase a cabo su propia investigación y concluyese que no existían evidencias que indicaran la existencia de ataques acústicos, algo previsible, sino que los propios expertos norteamericanos desconocen la existencia de aparatos que emitan ondas sonoras que puedan causar semejante daño.
Además, sería conveniente reseñar que en la situación geopolítica actual no tiene ningún sentido que los cubanos ataquen a los norteamericanos con un artilugio sónico, pues resultaría más perjudicial que beneficioso. Esta cuestión ha provocado numerosas teorías, incluyendo las que atribuirían los ataques a grupos no identificados que pretenderían boicotear el 'deshielo' entre norteamericanos y cubanos. Pero ¿de qué bando?
La guerra de las ondas
Durante décadas, especialmente durante la Guerra Fría, las potencias abrieron múltiples vías de investigación con tal de conseguir salir victoriosos. Algunas de estas líneas fueron de lo más extravagantes y al respecto hay gran diversidad literaria y cinematográfica, entre ellos los intentos de conseguir armas acústicas (para atacar humanos), pero estos se abandonaron en los años noventa. Dejando este fracaso al margen, las ondas han sido enormemente exitosas en la industria bélica y constituyen hoy en día una parte importante de los teatros de operaciones: la guerra electrónica.
Sabemos que las tres grandes potencias actuales (Estados Unidos, Rusia y China) han desarrollado armas electromagnéticas para defenderse de misiles (los inutilizarían) o para perturbarse, algo que ya ha ocurrido en el pasado en Irak o Siria. En estos escenarios, los rusos y los norteamericanos probaron su armamento los unos contra los otros (Rusia en Siria y Estados Unidos en el mar Negro, por ejemplo) y aunque no es fácil saber el éxito de estos ataques por la opacidad y la existencia de blindajes ante los mismos, sí ha quedado constatado el éxito de las armas electromagnéticas sobre bombas o drones de las facciones en conflicto. En el mismo sentido, Estados Unidos realizó un bombardeo de prueba en el que desactivaron todos los aparatos electromagnéticos (sin blindaje militar) en un área de 4.000 kilómetros cuadrados (prueba en el desierto de Utah en 2012).
Explicada esta última cuestión, seguimos en el mismo laberinto en el que nos encontrábamos al principio, pues toda esta tecnología no explica el supuesto ataque producido en Cuba, pues es inocua contra el ser humano. De hecho, algunos expertos apuntan a que, efectivamente, 'algo' atacó a los diplomáticos norteamericanos en Cuba, pero se inclinan a pensar que el origen de este misterio se encuentra en los virus, las bacterias o agentes externos naturales.
La prueba definitiva del ataque sónico
Quizás no sepamos nunca lo que se oculta en esta historia, pero al menos ya ha quedado constatado que la grabación de audio realizada por el personal diplomático en la embajada norteamericana en Cuba y publicada por AP (Associated Press) terminó siendo un zumbido de… grillos. No era una furgoneta con agentes cubanos en su interior portando un arma ultrasecreta, ni tan siquiera se trataba de rusos o chinos. Eran grillos antianos ancianos macho frotando sus alas para cortejar a las hembras.
https://actualidad.rt.com/opinion/luis-gonzalo-segura/305213-guerra-acustica-ataque-embajada-eeuu-cuba
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