Los ultraconservadores en manos de quienes depositó Trump el diseño de la política hacia Cuba, a cambio de apoyos corruptos en el Congreso, como los de Marco Rubio y Mario Díaz-Balart, ocultan verdades a Trump.
“La narrativa... de que los cubanoamericanos en la Florida desde la invasión de Bahía de Cochinos han apoyado firmemente a los candidatos presidenciales republicanos, se ha desvanecido”, publicó el impresentable The Miami Herald para desmentir al presidente que afirmó ganar el 84% del voto hispano en las elecciones presidenciales.
Por ejemplo, en el populoso condado de Miami-Dade, donde se asientan mayoritariamente los grupos "anticastristas" y ultraconservadores, uno de cada tres habitantes es de origen cubano, e Hillary Clinton ganó con casi 30 puntos de ventaja: 63,7% sobre 34,1% para Trump, según cifras del órgano electoral del condado. Esto son unos 81,000 votos más que los obtenidos por los demócratas en 2012.
Por otra parte, no existen evidencias de que “la política (de apertura hacia Cuba) del presidente Barack Obama haya perjudicado a Clinton”, escribieron en su blog los analistas Giancarlo Sopo, fundador de CubaOne, y Guillermo Grenier, sociólogo de la Florida Internacional University.
La vieja política de la confrontación y la agresividad fue retomada por Trump el 16 de junio de 2017, en Miami. Al respecto Ben Rhodes, ex asesor de Obama, sentenció que el anuncio de Trump constituía el “último suspiro ilógico de una política estadounidense con un historial de 50 años de fracaso”.
Los pasos en la política hacia Cuba anunciados por el presidente Trump fueron los siguientes:
- Prohibición de las transacciones económicas, comerciales y financieras de compañías y entidades estadounidenses con empresas y entidades cubanas vinculadas con las Fuerzas Armadas Revolucionarias y el Ministerio del Interior.
- Ampliación de la lista de funcionarios del Gobierno y de ciudadanos cubanos que no podrán recibir visas, remesas o involucrarse en transacciones con entidades estadounidenses.
- Eliminación de los viajes individuales bajo la categoría de intercambios pueblo a pueblo.
- Derogación de la Directiva Presidencial de Barack Obama sobre la Normalización de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba.
- Oposición de los Estados Unidos a las acciones que promuevan el levantamiento del bloqueo a Cuba en las Naciones Unidas y otros foros internacionales.
- Aplicación estricta de la prohibición de viajar a Cuba fuera del marco de las 12 categorías autorizadas por la ley de Estados Unidos, que excluyen los viajes de turismo.
En la práctica, a continuación vinieron:
- el deterioro de los incipientes diálogos en varios tópicos de interés para Estados Unidos y Cuba,
- aplicación férrea del bloqueo económico, comercial y financiero contra los cubanos todos,
- alertas a los norteamericanos para que no viajaran a la Isla,
- el desmantelamiento de la embajada norteamericana en La Habana y la cubana en Washington, con el irracional pretexto de unos "ataques sónicos" sin evidencias,
- la creación de una Fuerza de Tarea para Internet en la Isla,
- incremento de las campañas psicológicas y en medios contra Cuba desde sus laboratorios mediáticos y sus think tank,
- inversiones y actividades de la radioTV Martí con el aumento de la propaganda en redes sociales,
- más fondos para los grupos minoritarios de la contrarrevolución interna,
- reiteradas declaraciones agresivas e injerencistas de los más altos cargos del gobierno de EE.UU. y congresistas ultraconservadores opuestos a la apertura con Cuba,
- maniobras y campañas de la Organización de Estados Americanos (OEA) y su secretario general Luis Almagro,
- revisión cada 45 días del capítulo III de la Ley Helms-Burton, con lo que se recrudece el bloqueo económico, comercial y financiero contra la Isla, y condenado unánimemente por la comunidad internacional, que afecta tanto a la familia cubana como a empresarios gringos y a actores de otras naciones.
Como se comprenderá, tales resultados le granjean una oposición a Trump dentro de la Isla, que intentan desconocer, más allá de cualesquiera connotación ideológica. Dos efectos muy visibles son:
- Un profundo malestar entre los miles de cubanos que viajan a Estados Unidos para intercambios familiares, puesto que ahora deben obtener sus visas en un tercer país (Colombia primero y Guyana después), con los consiguientes gastos en pasajes y otros, sin la garantía de que obtendrán permiso para entrar a EE.UU.
- Un gran malestar contra la administración Trump de los llamados emprendedores que Obama intentó potenciar contra el gobierno revolucionario. Según un reporte de la agencia AP la ocupación en las casas privadas de alojamiento y desayuno solo en La Habana se redujo a 44 por ciento en 2018. Esto ha tenido un efecto devastador en los propietarios y empleados de las 24,185 posadas privadas de alojamiento y desayuno en Cuba y en los 2,170 restaurantes privados conocidos como paladares.
Así, que los dichos de Trump sobre "amar a los cubanos", no solo es mentira, sino una estupidez más.
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