Pues son ya diez años sin que Fidel gobierne. Y la pregunta del millón ya apenas se escucha. La realidad se ha encargado de responderla: en Cuba no ha pasado nada, la Revolución continúa y la Isla vive cambios en consonancia con el mismo proyecto histórico liderado por Fidel Castro.
Y es que los medios occidentales no han logrado entender la magnitud histórica de la figura de Fidel Castro para Cuba, para América Latina y para todo el Tercer Mundo. Calumniado e insultado desde la gran prensa, Fidel es –por contra- símbolo de dignidad, resistencia y lealtad a los principios en los países del Sur.
Procedente de una familia adinerada, Fidel renunció a todos sus privilegios de clase para defender a las millones de personas sin voz, sin tierra, sin derechos y sin libertad: abandonadas a su suerte en el sistema capitalista, tanto en Cuba como en el resto del mundo.
Fidel Castro encarna las tres facetas que lo convierten en uno de los grandes líderes de nuestro tiempo. Es el arquitecto de la soberanía nacional de Cuba, la que soñó José Martí; es el reformador social que dio dignidad y derechos a las personas más humildes y que creó una de las sociedades menos injustas del Tercer Mundo; y, por último, es el internacionalista que tendió la mano generosa a otros pueblos del Sur, inundando el mundo de médicos y brigadas solidarias.
Fidel es –a juicio de ciertos politólogos- una de esa figuras que solo aparecen en la Historia una vez cada cien años.
Digan lo que digan. Y publiquen… lo que publiquen.
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