Koldo Campos Sagaseta.-- Alrededor de 500 presos políticos hay en Estados Unidos, presos por lo que nadie pregunta a Obama, que nunca son noticia de ninguno de los grandes medios de comunicación y que tampoco serán preocupación de los parlamentos europeos o de los ayuntamientos de algunas de sus grandes capitales, como Madrid.
Entre tantos presos, poetas como Leonard Peltier, indio lakota y dirigente del Movimiento Indio Americano que, casi ciego y en delicado estado de salud, lleva 40 años preso por defender los derechos de los pueblos indios.
Directores de cine como Robert Redford o políticos como Mandela han solicitado y demandan su libertad. Junto a Peltier unos 200 indios norteamericanos guardan prisión en Estados Unidos.
Y al igual que ellos decenas de presos afroamericanos. Numia Abu-Jamal, periodista y activista político que lleva preso 34 años es uno de los que acumula más años de cárcel.
También son decenas los presos puertorriqueños independentistas, como Oscar López Rivera, encarcelado desde hace 35 años y que rechazó una medida de “clemencia” del presidente Clinton en 1999 porque entonces, respondió Rivera, “estaría más preso fuera que dentro de la cárcel”.
La presa política Ana Belén Montes, puertorriqueña de origen y oficial del Servicio Secreto de los EEUU fue condenada a 25 años de cárcel de los que ya ha cumplido 14 por alertar a Cuba de planes terroristas urdidos en Estados Unidos contra la isla caribeña.
En Guantánamo, casi un centenar de personas secuestradas en distintos países y trasladadas en vuelos secretos a ese territorio del que hace más de un siglo fue despojado Cuba, siguen a la espera de saber qué se haga con ellas, después de años, desprovistas de derechos, incluyendo el de la defensa, y a la espera de un juicio que no van a tener.
Mil doscientas personas, en su mayoría negras, murieron a manos de la policía en las calles estadounidenses el pasado año. De hecho, no hay policía en el mundo que mate más y lo haga más impunemente.
Y todavía tiene Obama el descaro de hablar en Cuba de derechos humanos, siempre amparado por esa cobertura que le brindan los grandes medios de comunicación para que hoy, como ayer, como todos los días, nos presenten a Obama sonriente, resguardándose de la lluvia con un paraguas, bailando con su encantadora Michelle, disfrutando con sus felices hijas, tomando café con una vecina, jugando al baloncesto con unos niños, saludando a un limpiabotas, mostrándonos su coche, su avión particular, comiéndose en la calle una hamburguesa, bebiéndose una soda… qué humilde que es el Nobel de la Guerra, que humilde y qué hijo puta.
(Euskal presoak-Euskal herrira)
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