Peter, autor junto a William Leogrande, de un libro imprescindible para entender los diálogos secretos ininterrumpidos entre los dos países por más de 50 años, Diplomacia encubierta con Cuba, asegura en su casa en Washington que para lograr una cumbre entre presidentes en cualquier lugar del mundo, las negociaciones suelen ser intensas y privadas. Un viaje como el de Obama a Cuba debe haber pasado por una activa colaboración de ambas partes: “No sale de la nada”.
Durante mucho tiempo los principales obstáculos para la relación entre ambas naciones han sido la falta de voluntad de Estados Unidos para tratar a Cuba como una nación soberana, y el recelo legítimo de la Isla de que la reconciliación con EEUU, sin un cambio en esta postura estadounidense, podría poner en riesgo la independencia de Cuba.
Aun así, como demuestra el libro de Kornbluh y Leogrande, funcionarios de ambos países estuvieron hablando de acercamiento durante décadas, pero imperativos políticos y personales, internacionales y nacionales contribuyeron a descarrilar el avance de las relaciones. Esta vez, a la intensión de los políticos se ha unido el deseo de una gran mayoría de los estadounidenses, incluido un porcentaje nada desdeñable de republicanos, que aprueba el proceso de normalización de relaciones. Y otra gran mayoría está incluso a favor de dar pasos más contundentes y acabar con el bloqueo.
“Este viaje va a ser histórico para consolidar el cambio de la política norteamericana frente a Cuba. Obama sabe que tiene diez meses para avanzar en esta interrelación entre los dos países. Está haciéndolo ahora para tener un impacto, cosa que solo puede lograr mientras todavía él es Presidente. Muchos pronosticaron que iba a esperar a diciembre, su último mes en la Casa Blanca. Pero él ha decidido consolidar su política y avanzar en las relaciones entre los dos países, y por eso tiene que ir ahora, para tener un impacto en el Congreso y empujar en los dos lados, y llegar a un acuerdo personal con Raúl Castro”, asegura Kornbluh, quien viajará a La Habana para comentar la visita de Obama el 21 y 22 de marzo. Irá como periodista, enviado por The Nation.
“Tengo muchas esperanzas en este viaje, que va a ser histórico y yo quiero estar ahí. Es el mejor lugar del mundo para estar en este momento”, añade el autor del mejor libro de 2014 en EEUU, según Foreign Affairs.
-¿Tiene idea de qué ocurrirá en La Habana?
-Difícil decir qué va a pasar. Ambos lados han seguido una diplomacia encubierta aún después del 17D para arreglar este viaje. Un viaje así no sale del aire. Sale de negociones intensas. Lo que el público no ve es el nivel de colaboración para arreglar algo así. Se necesita muchos arreglos e intercambios de personas, seguridad, alojamiento, agendas… Para mí es un símbolo de cuánto se ha avanzado en las relaciones.
-Usted estaba en la Cumbre de las Américas de Panamá, momento en que los presidentes Barack Obama y Raúl Castro conversaron por primera vez. Todavía no ha transcurrido un año de ese encuentro, que tuvo lugar en abril. ¿Qué es lo más significativo desde entonces?
-Lo obvio son la reapertura de las embajadas y las banderas que ya están en el aire en Washington y en La Habana. Estos son más que símbolos, son nuevos lugares de trabajo para la diplomacia entre los dos países. Los intercambios entre ministros –acabamos de ver la visita aquí de Rodrigo Malmierca-, otro símbolo del nivel intercambio normal entre los dos países.
-La visita de Carter en el 2002 es paradigmática, a la luz de lo que está ocurriendo ahora y el trayecto de las negociaciones.
-Es el único precedente que tenemos para comparar con lo que está ocurriendo ahora. Ocurrió durante la administración de Bush. En nuestro libro, de Leogrande y mío –Diplomacia encubierta con Cuba- hay una descripción detallada de las negociaciones entre el equipo cubano y el de Carter para llegar a un punto de acuerdo: a dónde iba a llegar, cuántos días, dónde iba a hablar, con quién… Carter tenía su agenda; los cubanos, la suya. Podríamos reconocer en esos detalles lo que está pasando ahora en las reuniones secretas entre el equipo de Raúl y el de Obama para arreglar esta visita tan importante.
Esta es la trayectoria normal de una cumbre presidencial. Siempre hay tensiones, arreglos. En inglés decimos, back and forth, una ida y vuelta de los dos lados. Pero lo importante es que están haciendo esto y que Obama llegará a La Habana en marzo y que ambos Presidentes van a hablar privada y públicamente, y que hablará con el pueblo cubano al mismo tiempo. Va a tener un impacto en Washington, en La Habana y en el mundo. Dirá al mundo que la agresión estadounidense contra la Isla es algo del pasado y que tenemos, los dos países, un futuro muy diferente.
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