Raúl Menchaca López.-- El restablecimiento de relaciones diplomáticas con Estados Unidos, que hoy iza la bandera en su embajada en La Habana, ha sido el inicio de una nueva etapa en los vínculos entre dos países que han vivido medio siglo de hostilidad.
Llegar hasta aquí no ha sido un camino fácil, sobre todo para Cuba que ha sido víctima y no victimaria, pero es el resultado de la firme resistencia a una política hostil y genocida.
El tiempo demostró quienes eran los equivocados y quienes tenían los principios más claros y firmes.
Ahora Cuba y Estados Unidos se miran de igual a igual, por primera vez desde hace más de un siglo, porque las relaciones entre ambos países nunca fueron normales y desde Washington nos miraron, en el mejor de los casos, por encima del hombro.
Hoy no somos amigos, ni siquiera aliados, pero desde las diferencias pretendemos ser vecinos respetuosos.
Temas por resolver
Muchos asuntos tiene que resolver ahora Washington para tener una relación normal con La Habana.
Llegar a ese punto, a la normalización plena, depende en buena medida del gobierno y del Congreso norteamericanos, pues no es Cuba la que bloquea a Estados Unidos, ni tiene una Base Militar en Miami, ni lanza hacia allá transmisiones subversivas, por solo hacer un símil con algunas medidas de franca hostilidad que hay que eliminar.
Por eso, queda por delante un largo y complicado camino que tomará años transitarlo para que seamos dos vecinos que desde el respeto reconocen sus diferencias.
Izar la bandera de las barras y las estrellas en La Habana, que es también legitimar al gobierno cubano al que pretendieron satanizar, anuncia la llegada de un nuevo capítulo en las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, anuncia la llegada de la hora de la convivencia.
Radio Reloj
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