Norelys Morales Aguilera.-- Cientos de estadounidenses y cubanos verán ondear este lunes 20 la bandera cubana en el cielo de Washington frente a la misma embajada que cerró sus puertas hace más de medio siglo, un edificio centenario que ha sobrevivido a décadas de enemistad política y dificultades económicas, cuenta Lucía Leal de la agencia Efe.
Los tres pisos de mansión de estilo francés, erigidos en 1917 a unos tres kilómetros de la Casa Blanca, pasaron inadvertidos durante años para muchos transeúntes en el número 2630 de la histórica calle 16. No había ni banderas ni sellos oficiales que relacionaran con la isla caribeña ese edificio flanqueado por otros inmuebles centenarios.
Solo los más curiosos reparaban en el cartel situado en la verja. Identificaba el edificio como la Sección de Intereses de Cuba y dejaba clara su dependencia de la embajada en Washington de Suiza, el país que ejerció como mediador entre los dos antiguos enemigos de la Guerra Fría durante años de ausencia de relaciones diplomáticas,
Comparada con el inmueble gris de siete pisos que se convertirá en embajada estadounidense en La Habana, la futura misión cubana es un edificio pequeño. Su elegante fachada, eso sí, le confiere el aire imponente de las grandes mansiones de Washington.
Quienes han cruzado su umbral alaban la enorme escalera de mármol situada en el recibidor, que abre camino a dos pisos coronados por una enorme cúpula de cristal con vidrieras.
En el primer piso está el bar Ernest Hemingway, bautizado en honor al célebre escritor estadounidense que vivió en Cuba, y que abre su barra únicamente para invitados selectos.
La mansión comenzó a erigirse en 1916, cuando el Gobierno cubano contrató a la firma local MacNeil & MacNeil para diseñar su legación en Estados Unidos, un estatus inferior al de embajada que se aplicaba cuando el jefe de la misión tenía rango de ministro y no de embajador.
Un año más tarde, la diplomacia cubana se instaló en la mansión de estilo neoclásico, una corriente poco habitual en Cuba que fue elegida porque "pertenece a todo el mundo", según dijo entonces el ministro jefe de misión, Carlos Manuel de Céspedes Quesada.
En 1923, el edificio fue elevado a categoría de embajada y desde entonces acogió a varios presidentes cubanos de visita en Estados Unidos, incluido Fidel Castro en abril de 1959.
La embajada cerró sus puertas en enero de 1961, tras la ruptura de relaciones diplomáticas, y el edificio quedó vacío, aunque protegido por el Gobierno de la entonces Checoslovaquia, elegido por Cuba para representar sus intereses en el país norteamericano.
En 1977, Estados Unidos y Cuba llegaron a un acuerdo para abrir secciones de intereses que les otorgarían una presencia diplomática limitada en las respectivas capitales, y el Gobierno cubano reabrió la mansión en la calle 16.
Desde entonces, el Gobierno suizo ha sido el responsable técnico de la Sección cubana, cuya representación diplomática es muy inferior a la de Estados Unidos en La Habana y tiene notables restricciones de movimiento, que se suavizarán cuando se abran las embajadas.
La Sección cubana soportó incluso dos intentos de atentado en su edificio en 1978 y 1979, que no causaron grandes daños y fueron reivindicados por grupos anticastristas radicales.
El recinto albergaba todo su dinero en efectivo. Confiaba en no registrar ningún robo y prestaba servicios consulares muy reducidos ante la negativa de decenas de bancos en Estados Unidos a hacer negocios con el Gobierno cubano.
Cuba perdió en marzo de 2014 su relación financiera con el banco M & T, y desde entonces estuvo más de un año sin encontrar una nueva entidad para hacer sus operaciones en Estados Unidos. Finalmente, en mayo pasado, firmó un contrato con la entidad Stonegate de Florida.
Cincuenta y cuatro años después de cerrar las puertas de su embajada en Washington, los diplomáticos cubanos en Estados Unidos tienen ya preparada la bandera que marcará su reapertura el día 20.
La ceremonia de reapertura en Washington
Tal y como informaron el 1 de julio los presidentes Raúl Castro y Barack Obama, en un intercambio de cartas, este día 20 quedarán oficializados los vínculos bilaterales y las secciones de intereses de ambos países se convertirán en embajadas, el paso inicial para avanzar hacia la normalización de lazos.
En el mástil dispuesto será izada la bandera cubana con la presencia de más de medio millar de invitados, entre ellos una treintena de representantes de diversos sectores de la sociedad cubana. También fueron invitados congresistas, expertos de los llamados tanques pensantes, directivos de organizaciones no gubernamentales, empresarios y activistas estadounidenses, informó el corresponsal de PL Waldo Mendiluza.
La delegación cubana a la ceremonia de apertura la encabeza el canciller, Bruno Rodríguez, quien realizará una intervención durante la histórica celebración. Rodríguez será recibido por el secretario norteamericano de Estado, John Kerry.
El gobierno estadounidense confirmó que también este lunes 20 de julio su Sección de Intereses en La Habana pasará a la categoría de embajada, aunque sin la izada del pabellón nacional.
Medios norteamericanos y extranjeros crean condiciones para reportar la reapertura de la embajada de la isla.
Y después ¿qué?
A efectos prácticos los dos países habrán restablecido sus relaciones diplomáticas, cerrando el último capítulo de la Guerra Fría en el continente americano, por lo menos en apariencia.
Todo es resultante de "este nuevo ánimo pragmático que moldea el ambiente" entre los dos países, dijo a la AFP Ted Piccone, especialista en Cuba del Brookings Institute.
De hecho, la reapertura de embajadas es el primer avance concreto desde que los dos países anunciaran el 17 de diciembre el descongelamiento de las relaciones, al que le siguieron meses de negociaciones.
El presidente cubano, Raúl Castro, lo definió esta semana como la conclusión de "la primera fase" del proceso de "normalización", que tiene como principal escollo el bloqueo económico, comercial y finaciero contra la isla, vigente desde 1962, legislado por el Congreso de Estados Unidos con más de 20 leyes.
El 20 de julio "comenzará entonces una nueva etapa, larga y compleja, en el camino hacia la normalización de las relaciones, que requerirá voluntad para encontrar soluciones a los problemas que se han acumulado en más de cinco décadas y afectan los vínculos entre nuestros países y pueblos", añadió.
La agenda bilateral que sigue es amplia: aviación civil, ambiente, lucha contra el narcotráfico, así como el interés de educadores y empresarios estadounidenses en incrementar los intercambios.
Los dos países "deberán moverse rápidamente para aprovechar la reapertura", dijo Piccone.
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