Foto: Foto: Raquel Pérez |
La novedad informativa y motivo para un hipotético titular -en relación a Cuba- sería por tanto la mejoría de este país que refleja dicho informe, y no las sombras que, según sus autores, serían comunes a la mayoría de países.
En cualquier caso, este “Informe 2014 sobre Libertad Religiosa en el Mundo” responde a la tradicional visión conservadora de la Iglesia Católica. Señala como pruebas de la reducción de “la libertad religiosa (...) en los países occidentales” (6), por ejemplo, el “ambiente de laicismo agresivo” o las “duras críticas y escraches” a los obispos por el tema del aborto en España (7), o la legalización del “matrimonio homosexual” en Francia.
Sobre Cuba, el informe afirma que “si bien hay libertad de culto (...) el Estado comunista sigue restringiendo fuertemente la libertad de religión”. Esta “restricción” se basaría –principalmente- en que “el Gobierno continúa ejerciendo control y no permite la existencia de colegios católicos”.
Es decir: en Cuba el problema no es la libertad de culto, sino que la Iglesia Católica no ha conseguido su objetivo histórico, que sea derogado el artículo 39 b de la Constitución del país que sentencia que “la enseñanza es función del Estado y –además- (debe ser) gratuita” (8).
Hay que aclarar que la libertad religiosa en Cuba es total, teniendo el país una de las pocas constituciones que, además de garantizar el derecho de las personas a profesar cualquier culto religioso, también garantiza su derecho a ser ateas (9).
En Cuba, la Iglesia Católica tiene más de 600 templos activos, es propietaria de un hospital psiquiátrico y cogestiona –con el Estado- varios hogares para personas mayores (10). Actualmente, hay más órdenes religiosas católicas en el país que antes de la Revolución. Además, hay 54 iglesias protestantes y evangélicas, con más de 900 templos; iglesias ortodoxas griegas y rusas; cinco sinagogas; y una Liga Islámica que agrupa a musulmanes chiítas y sunnitas, entre otras religiones (11).
El sesgo ideológico del citado informe se hace evidente en su análisis global sobre América Latina, donde achaca las supuestas “restricciones” religiosas a los “regímenes laicistas y ateos” de la región. Al Gobierno bolivariano de Venezuela lo define como “régimen populista autoritario”, y critica al de Ecuador por “retirar los crucifijos de los hospitales”. Incluso carga contra México, donde el “carácter laico” del Estado lleva a que “las Iglesias sigan sin poder retransmitir programas u organizar actos religiosos sin permiso gubernamental”. En el anterior informe, el de 2008, acusaba también a Bolivia de violar “la libertad religiosa, debido a la posición del gobierno socialista de Evo Morales” (12).
En el preámbulo del informe, se afirma que las fuentes de datos son, básicamente, Naciones Unidas y el Banco Mundial. Sin embargo, en los capítulos sobre Cuba, Venezuela, Bolivia y Ecuador, comprobamos que una de las principales fuentes es el último Informe sobre Libertad Religiosa en el Mundo elaborado ¡por el departamento de Estado de EEUU! (13) Un informe cuyo capítulo sobre Cuba parte de los datos aportados por la llamada “disidencia” cubana, que a su vez es financiada por el propio Gobierno de EEUU (14).
Un círculo perfecto para llevar a la opinión pública nuevas distorsiones informativas sobre Cuba, en este caso desfigurando la situación de libertad religiosa existente en la Isla.
Notas
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