Las 25 noticias más censuradas por la gran prensa de Estados Unidos fueron dadas a conocer el 7 de octubre en el anuario Censored 2015, que publica el Proyecto Censurado de California desde hace 38 años, en colaboración con la Universidad Sonoma State y actualmente, con decenas de universidades comprometidas con este trabajo por la libertad real de información. Aquí se presentan de acuerdo con la compilación y traducción de Ernesto Carmona.
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Es archi-sabido que el uso de combustibles fósiles -como carbón, petróleo y gas natural- libera dióxido de carbono (CO2) en el aire. Pero es menos sabido que el 25% de ese dióxido de carbón -más de 9 mil millones de toneladas al año- es absorbido por los océanos. Craig Welch invitó en el Seattle Times “a imaginarse a cada habitante de la tierra sacudiendo sobre el mar un trozo de CO2 tan grande como una pelota de bowling. Esto es lo que cada día le hacemos a los océanos”. Como informaron Welch y otros, el CO2 cambia la química de los océanos más rápido que en cualquier otro momento de la historia humana, con consecuencias potencialmente devastadoras, tanto para la vida marina como para la gente que depende de la industria pesquera mundial como fuentes vital de proteína y sustento.
Cuando el CO2 se mezcla con el agua del mar desciende el nivel del pH del agua, haciéndola más ácida. La acidez erosiona conchas, esqueletos y elimina ingredientes del agua que requieren otros seres vivos requieren para su desarrollo saludable. Sobre este fenómeno, conocido como “acidificación del Océano”, Welch escribió: "Ayuda a introducir un gran desorden en los mares y amenaza con alterar la vida marina a una escala casi demasiado grande para comprenderla, y mucho más rápidamente de lo que antes se esperaba”.
Los impactos de la acidificación oceánica han sido más pronunciados en el Ártico y Antártico, porque los mares fríos y profundos absorben más CO2. Julia Whitty divulgó en Mother Jones que hasta ahora hemos disfrutado de un paseo libre: "El océano se ha tragado nuestras emisiones atmosféricas de dióxido de carbono y ha reducido la marcha del calentamiento global durante las recientes décadas críticas, mientras estuvimos nerviosos en la incredulidad". Ahora, sin embargo, la acidez media del océano superficial por todo el mundo es más de 30 por ciento mayor que a principios de la Revolución Industrial.
La cobertura de Whitty, basada en el informe Acidificación del Océano Ártico 2013, indica que ese mar es particularmente vulnerable, porque las cadenas alimentarias cortas y simples son características de su ecosistema marino. La “energía se canaliza en pocos pasos desde pequeñas plantas y animales a depredadores grandes, como aves marinas y mamíferos acuáticos”. Como consecuencia, la integridad del sistema entero depende en gran medida de especies clave, incluyendo los pterópodos (también conocidos como mariposas del mar) y los equinodermos (conocidos generalmente como estrellas de mar).
Aunque criaturas más grandes, como pájaros y mamíferos, puedan no ser afectadas directamente por la acidificación del océano, Whitty reportó que serán directamente afectadas si “en respuesta a la acidificación del océano, sus fuentes de comida disminuyen, se amplían, relocalizan o cambian de cualquier manera”. Como la acidificación del océano afecta a la abundancia, la productividad y la distribución de las especies marinas árticas, estos cambios probablemente afectarán la cultura, la dieta alimentaria y el sustento de la población originaria y otros residentes árticos.
Sin embargo, los impactos de la acidificación oceánica no se limitan al Ártico y Antártico. Como divulgó Eli Klintisch en el Science Magazine, los investigadores documentaron impactos en los caracoles marinos minúsculos del Océano Pacífico, a lo largo de la costa oeste de América del Norte. Los pterópodos tienen normalmente cáscaras lisas, mientras Klintisch cita un estudio de Nina Bednaršek, de National Oceanic and Atmospheric Administration (NOAA), quien junto a sus colegas encontró pterópodos con sus conchas marcadas por cráteres en 13 sitios costeros entre los estados de Washington y California meridional. En un artículo publicado en el periódico Proceedings, de la Royal Society B, Bednaršek y sus colegas aseguran, además, que la mitad de las muestras de conchas que recogieron muestran tantos signos de disolución que las asemejan a una “coliflor” o a “papel de lija”.
Estos hallazgos resultaron consistentes con anteriores estudios de laboratorio que muestran cómo el agua de mar más ácida genera cambios que interrumpen el proceso de formación de la concha de pterópodos jóvenes y disuelven las cáscaras ya formadas en los ejemplares maduros. En estudios anteriores, Klintisch documentó que el daño del caparazón dificulta que los pterópodos y otros invertebrados “luchen contra las infecciones, mantengan el metabolismo químico, se defiendan (ellos mismos) contra los depredadores y controlen la flotabilidad”.
Los impactos de la disolución rápida de las cubiertas de los pterópodos son difíciles de predecir, pero podrían ser profundos. Por un lado, los pterópodos están entre los organismos más abundantes de la tierra; por otra parte, no se entiende totalmente su papel en el ecosistema, como ocurre con otras pequeñas criaturas de la parte inferior de la cadena alimentaria del océano que no se han estudiado de cerca. Sabemos que los pterópodos examinados en el estudio de la Royal Society son una fuente dominante de alimentación para los salmones rosados, que a su vez, son cruciales para la industria pesquera del Pacífico Norte.
Los científicos creyeron inicialmente que los peces no serían afectados directamente por la acidificación del Océano. Pero en investigaciones recientes, que abarcan desde el pez payaso, de la costa de Papúa Nueva Guinea (¿recuerda Nemo?), a la lucio perca americana y el abadejo (Alaska), los científicos han encontrado que la exposición a altos niveles de dióxido de carbono altera en esos peces los sentidos del olfato, audición y visión.
Aunque los peces son excelentes para afrontar alteraciones de la química de su sangre para acomodarse a los mares cambiantes, los niveles elevados de CO2 interrumpen la señalización del cerebro en muchas especies. El pez-payaso bebé expuesto a altos niveles de CO2 tiene cinco veces más probabilidades de morir cuando está en su estado natural. Al comienzo, los científicos pensaron que los pez-payasos eran inusualmente vulnerables a los altos niveles de CO2, pero la investigación subsiguiente mostró que muchos otros peces del arrecife son igualmente afectados.
Los primeros resultados divulgados por Craig Welch sugieren que, en sus experiencias con lucioperca americana y abadejo, él y sus colegas observaron algunos de los mismos problemas de comportamiento de los peces del arrecife cuando están expuestos a altos niveles del CO2. Y estos dos peces integran la mitad de la captura nacional de pesca, por un valor de 1.000 millones de dólares anuales.
En su artículo “Cambio Radical”, Welch escribió en el Seattle Times: “Los animales más-estudiados siguen siendo éstos que comemos, pero poco se sabe sobre las cosas que ellos comen”. Esto señala otra dimensión problemática de la acidificación del Océano. A pesar de la magnitud potencial del problema, la acidificación del Océano está cambiando la química de los océanos del mundo más rápidamente que nunca antes, y más rápidamente que lo predicho por los científicos principales del mundo, quienes trabajan con poca financiación en la investigación sobre la acidificación del Océano y sus influencias.
Según reporta Welch, el “gasto combinado a escala nacional en la investigación de la acidificación de ocho agencias federales, incluyendo becas de la National Science Foundation a científicos de las universidades, suma unos 30 millones de dólares al año, menos que el presupuesto anual de la ciudad costera de Hoquiam, en Washington, con una población de 10.000 habitantes”.
Fuentes:
-Julia Whitty, “10 Key Findings From a Rapidly Acidifying Arctic Ocean,” Mother Jones, May 7, 2013, http://www.motherjones.com/blue-marble/2013/05/arctic-ocean-rapidly-getting-more-acidic.
-Craig Welch, “Sea Change, The Pacific’s Perilous Turn,” Seattle Times, September 12, 2013, http://apps.seattletimes.com/reports/sea-change/2013/sep/11/pacific-ocean-perilous-turn-overview.
-Eli Kintisch, “Snails Are Dissolving in Pacific Ocean,” ScienceNOW, May 1, 2014, http://news.sciencemag.org/biology/2014/05/snails-are-dissolving-pacific-ocean.
Estudiante investigador: Amanda Baxter (Sonoma State University)
Evaluador Académico: Elaine Wellin (Sonoma State University)
Traducción: Ernesto Carmona (especial, para ARGENPRESS.info)
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