Norelys Morales Aguilera.- De lo mucho y bien dicho que se ha expresado en los últimos tiempos sobre el periodismo cubano, concuerdo con casi todo, admitiendo la complejidad del asunto. Pero, lo más grave, es cuando hacen nido en los dominios de la bobería el obstáculo en lo organizacional, técnico, de falta de medios para trabajar o de valentía para disentir revolucionariamente.
A fuer de sincera, mi insatisfacción es notable – no me corresponde hablar por otros- con el avance y algunas decisiones del proceso, a pesar del enjundioso e interesante debate suscitado y los acuerdos del Congreso de la Unión de Periodistas de Cuba, cuyo contenido en la mayoría de los casos llegó mal presentado y casi haciendo alardes de idiotez al público cubano y continúa con la ejecución de los acuerdos, mientras se mantienen elementales carencias a las cuales casi nadie se refiere, para no ser absoluta.
Sin embargo, este martes 15 de octubre, Radio Reloj hizo un buen intento con dos trabajos, aunque “para variar”, se quedaron cortos, porque a las 8:00 a.m. ya no los incluyeron en el Boletín de la Mañana y a esa hora no aparecían en su página web. Con posterioridad actualizaron.
Es una pena, porque a veces pienso que ni en la propia emisora tienen la cabal comprensión de cuánta audiencia suscitan en las 24 horas del día y el referente que por momentos dejan vacío, al margen de valiosas transmisiones nacionales o locales. Además, y no secundario, dieron una prueba de que puede haber eficiencia informativa con la misma indigencia tecnológica dando un vuelco al enfoque de la agenda noticiosa.
Radio Reloj mediante su reportera Laura Hernández dio continuidad al tema del derrumbe ocurrido en La Habana el pasado lunes 23 de septiembre sobre el cual no he encontrado que otro medio haya vuelto, como si lo que estuvo bastante mal cubierto fuese suficiente. Quedó muy bien dicho que las autoridades locales, con ese hábito tan nocivo y repetido, no ofrecieron la suficiente información. RR debió resaltar a los organismos que allí habían dado servicios de agua, electricidad o teléfonos a los vecinos, en vez de encontrar una solución satisfactoria el presumible derrumbe que se vaticinaba.
Espero que continúen sobre el tópico para hacerlo mejor, que de eso se trata, y ver si se le da la batida definitiva y correspondiente a la chapucería y la indolencia que aquejan a nuestra sociedad, saliendo del mal paso culpando al otro. Imagino que la periodista tuvo que “montear” a los responsables unas cuantas veces y probablemente el carro estaba roto o había poca gasolina, verdad de Perogrullo con la que convivimos en los medios cubanos. Así también, es imaginable la pataleta de los emplazados en el municipio habanero de 10 de Octubre, pero es lo que toca y el costo operacional para los periodistas y sus directivos.
El otro trabajo de la emisora, en esta línea de abordar lo importante, fue la transmisión de un comentario de Raúl Menchaca donde opina sobre el tema que ahora mismo se discute en la Isla sobre los cuentapropistas que venden ropas importadas. Sin reseñar el trabajo de Menchaca porque me extendería, sí queda claro, que en ese asunto como en otros, vuelve a campear por su respeto la falta de previsión, la imprevisión y el dejar pasar, propio de los burócratas, que crean molestias y conflictos innecesarios. Y, sobre todo agrandan las barreras que conllevan la actualización del modelo económico cubano, cuyo componente social está relegado en la agenda noticiosa, casi una traición a los Lineamientos de la Política Económica y Social del VI Congreso del PCC.
Toca también a la prensa analizar el desenvolvimiento del cambio en el periodismo que pretendemos. Distinguir el camino, con humildad ayudarlo a corregir y borrar ese entorno de mediocridades que a veces no permite ver lo bueno y bien hecho de algunos, aunque sea una pequeña pedrada como la que ha dado el equipo de Radio Reloj en los dominios de la bobería, porque según el sapo ha de ser la pedrada.
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