Salvador Capote.- La mafia terrorista, la mafia política y la mafia del crimen organizado, de Miami, han estado siempre indisolublemente unidas. Son una y la misma cosa. Tres aspectos de la misma enfermedad social. Esta mafia cubano-americana, en su aspecto terrorista, tuvo su apogeo en las décadas de los 60, de los 70 y hasta mediados de los 80 en que pasó a un segundo plano para manifestarse principalmente como mafia política, con sus chanchullos electorales, prebendas, tráfico de influencias y robo a saco abierto del erario. Con el nuevo siglo, el aspecto de mafia del crimen organizado se ha ido haciendo más visible y amenazador.
El tráfico ilegal de seres humanos, el contrabando de armas y drogas, el cultivo de mariguana con luz artificial en casas de los condados Miami-Dade y Broward, los fraudes al Medicare y Medicaid, las estafas a los seguros de automóviles, las redes de prostitución, incluyendo la prostitución infantil, la venta de pornografía, y el lavado de dinero, son algunos de los frentes delictivos en pleno desarrollo.
Asombra ver la impunidad con que actúan los integrantes de estas mafias. A esta impunidad no es ajena su utilización por agencias del gobierno de Estados Unidos en operaciones encubiertas.
Un buen ejemplo es la banda de Raonel Valdez, alias "Matojo" -por su parecido físico con el personaje del mismo nombre en los cómicos infantiles de la isla-, prófugos actualmente por el robo en Coral Gables de 2.8 millones de dólares en lingotes de oro. La banda de "Matojo" fue utilizada por la DEA ("Drug Enforcement Agency") para secuestrar en México a uno de los líderes del cártel de los Zeta, Heriberto Lezcano.
A comienzos de julio de 2011, "Matojo" y sus hombres secuestraron en Yucatán a Lezcano y lo introdujeron en un veloz yate de 36 pies de eslora y tres motores de 400 caballos de fuerza cada uno. La DEA les había prometido una recompensa de 5 millones de dólares.
A unas 40 millas de las costas de Cuba, el capitán de la nave apagó los motores y esperó el arribo de un guardacostas de Estados Unidos, mientras era monitoreado por un avión de reconocimiento P-3 Oriol. Unos 20 minutos más tarde arribó el guardacostas, donde iba el agente de la DEA con base en Fort Lauderdale, Vincent Williams, y se efectuó la entrega del prisionero. (Se dice que a quien entregó la mafia cubana no fue a Lezcano sino a otro de los dirigentes de los Zeta).
Con este contubernio de la mafia cubano-americana y agencias federales de Estados Unidos ¿a quién puede extrañar la impunidad de que goza el crimen organizado en ésta, la ciudad más corrupta de Estados Unidos?
Vía Facebook
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