“Se hace el mayor esfuerzo posible para asegurar que ese dinero llegue al movimiento disidente en la isla en las formas del tipo de recursos que ellos puedan necesitar para desarrollar su importante trabajo de construcción democrática y de construcción de la sociedad civil. Esa es la tarea de agencias tales como la Agencia para el Desarrollo Internacional.
Los llamados “disidentes” y “opositores” isleños, no pueden sustraerse del hecho de ser una entelequia, además de que, sin trabajar, como vagos profesionales, viven del dinero que les llega por agencias federales de Estados Unidos y por la Oficina de Intereses en La Habana, SINA.
Atados por fondos subversivos contra el gobierno de Cuba a estos personajes con alto perfil mediático no les es posible hallar un pensamiento independiente y menos aún, condenar el bloqueo de Estados Unidos contra su propio pueblo, aunque lo haga la mayoría absoluta de las naciones del orbe. Prefieren alinearse al discurso gringo de “embargo”, “cambio de régimen” o que el bloqueo es “un pretexto”.
Ir contra la política de sus pagadores sería un pecado, al mismo tiempo, aunque voces miamenses griten sobre “la nueva disidencia”, la “ola represiva”, alimentada desde la Isla a instancias de la SINA, entre otras, es la misma contrarrevolución de siempre, que el cubano de a pie, con sus disgustos y carencias, con su orgullo y nacionalismo, desconoce y prefieriendo enmendar su sistema y darse al consenso nacional antes que a los “opositores” de pacotilla, sumergidos en sus egos y aspiraciones personales.
En el fraude de entrevista que Barack Obama respondió a Yoani Sánchez, que luego se supo por cables de WikiLeaks que fue redactada en la SINA, se indicó que la oposición cubana no suele ponerse de acuerdo entre sí.
Los “disidentes” y “opositores”, viven colmados de bajas pasiones, con un ego desbordado. Son dados a la difamación, y a la primera de cambio se comportan como animales en celo cuando notan que pierden protagonismo. Así han sido descritos por un blog contrarrevolucionario.
El trasfondo de las incomprensiones entre los grupúsculos, casi nunca es por un determinado proyecto político. El pleito es o por dinero o por tener mayor influencia de liderazgo dentro de ellos mismos. Luchan por aparecer como interlocutores válidos con el gobierno de Estados Unidos o con la Unión Europea, sumidos en la mediocridad y el descrédito.
Calco y copia de la cochambre politiquera de Miami, actúa en la Isla una menguada, y ridícula disidencia que vive para sí, atada al cordón umbilical de Estados Unidos, que no oculta asignaciones de dinero, o las capitales europeas, cuyos personeros se desesperan y practican en Cuba la injerencia.
Si se quiere demostración está el caso del norteamericano Alan Gross, preso en Cuba, del español Ángel Carromero, juzgado benévolamente por accidente del tránsito, y el sueco Jens Aron Modig libre en su país, entre otros.
Total, que Cuba por su derecho a la independencia, no merece esta entelequia de disidencia promocionada, ni menesteres democráticos poco honorables de los poderosos que intentan dictar sus políticas fracasadas en otros lugares.
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