Pablo Milanés se bota pa'l solar [+ montaje gráfico]

Lázaro Fariñas.- Ante las protestas de los ultraderechistas cubano americanos de Miami por la presentación del concierto de Pablo Milanés en esta ciudad, escribí dos artículos de opinión. En uno de ellos me refería a unas declaraciones hechas por el artista cubano americano, Willy Chirino, en las que este ponía condiciones para ir a cantar a La Habana. Decía, en el mencionado artículo, que Chirino quería que le permitieran hacer un discurso político criticando al gobierno de Cuba, antes de empezar a cantar sus canciones. Pues, como se sabe, Chirino no va a La Habana, pero Milanés sí vino a Miami y antes de cantar sus canciones, hizo lo que quería Chirino hacer en La Habana: hablar mal del gobierno revolucionario. Pablo ha hablado hasta por los codos en los más grandes medios locales y hasta llegó a los micrófonos de Radio Martí, la emisora que paga el gobierno de los Estados Unidos para hacer propaganda contra Cuba, y allí le echó salsita con pimienta al gobierno que tanto defendió en el pasado.

Pablo tiene derecho a criticar lo que él considere criticable de la revolución cubana y sus dirigentes. Me imagino que, también, tienen derecho otras personas a criticarlo a él por las críticas que él ha estado haciendo desde que llegó a los Estados Unidos. Nadie debe de restringir sus opiniones. Lo que pasa es que muchos pensaron que era saludable que él viniera a cantar sus bellas canciones y no que llegara con la intención de hacer declaraciones políticas que en nada contribuyen a la unión del pueblo cubano de aquí y de allá. La política es lo que nos divide, el arte es lo que nos une, por lo tanto, cuando se une la una con la otra, entonces, en vez de contribuir a la unión, se contribuye a la desunión. No puedo imaginarme que Milanés no se pueda imaginar esa realidad de nosotros los cubanos.

Al declarar que él no le dedicaría un concierto a Fidel Castro, pero que no tuviera ningún inconveniente en dedicárselo a las llamadas Damas de Blanco, está lanzándose a uno de los dos bandos, está marcando territorio. Las Damas, que empezaron sus protestas en defensa de sus familiares presos, han terminado en un grupo de señora financiadas por el gobierno de los Estados Unidos y uno que otro terrorista, residente en Miami, para que salgan a las calles a provocar incidentes con las autoridades cubanas. Todos los familiares de las llamadas Damas están libres en la calle, ya sea en Cuba, o en el exterior. Ya, el motivo de sus protestas, dejó de existir, pero como el financiamiento sigue, pues siguen las protestas callejeras. A estas señoras, Pablo no ve inconveniente en hacerles canciones, dedicarles conciertos o defenderlas en sus entrevistas. Bueno, reitero, tiene su derecho a hacerlo, pero también veo, con el mismo derecho, al periodista Edmundo García de Miami a hacerle críticas a las críticas de Pablo. Un periodista criticando a un hombre público es lo más natural del mundo occidental. Pero eso que veo como lo más natural del mundo, lo ve como una ofensa el señor Milanés. Tan ofensivo lo vio, que escribió una carta abierta en contra del periodista, en la que baja de la cima de su arte y se bota para el solar, diciéndole hasta alma mía a García. La peor ofensa que se le puede decir a un cubano es decirle hijo de puta, pues por ahí empezó el cantautor, devenido chusma, para crear la base de una andanada de insultos. Nada bien ha quedado Pablo en su carta abierta a Edmundo García, se le fue la mano del arte y le salió la grosería. Parecería posible pensar, por su reacción ante una crítica, que si hubiese tenido autoridad, en vez de insultarlo lo podría haber mandado a un calabozo después de unos cuantos palos. ¿Por qué Pablo no ha tenido la misma reacción con los periodistas de las emisoras de radio de Miami que le han dicho hasta del mal que va a morir? En su carta, Pablo critica a los periodistas cubanos de La Habana por no hacerles críticas al gobierno de la isla, sin embargo, ataca despiadadamente a un periodista cubano de Miami por hacerle críticas a él. ¿Estamos o no estamos, don Pablo?

Toda la reacción de Milanés hubiese sido comprensible, si el artículo que escribió Edmundo García hubiese sido ofensivo, si este le hubiera sacado los trapitos sucios personales que debe de tener el trovador escondidos, pero releyendo lo escrito por el periodista, no hay nada que justifique la reacción solariega del artista. Nada, que Pablo, parece, tenía ganas de botarse pa'l solar.

Carta abierta de Pablo Milanés a Edmundo García

Espero que Kaos, publicación libre y alternativa de izquierda, que previamente publicó los desatinos alocados de tal inmundicia sepa respetar mis derechos de responder revolucionariamente como ciudadano del mundo y de la Cuba que merece una mejor realidad y destino. De paso y para los que aun no se han percatado por sus intereses o analfabetismo intelectual y politico cuando no y tambien por lo miserable y despreciable que han sido y siguen siendo aupando todo lo peor de un sistema que pudiera haber sido ejemplo y faro del mundo entero, pues para esos tambien, esos miles de Cuba y del mundo que aun no entienden que payasos dictadores y criminales como los de Libia, Egipto, Siria, Tunez y algunos otros lugares tienen sus dias contados si es que ya aun no los han desalojado de sus poderes y prebendas, sus propios pueblos hastiados, pues para esos tambien es esta carta de respuesta que me permite este ejemplar de la citada fauna, Edmundo, que Inmundicia.

Edmundo:

Hace años estás intentando hacerme una entrevista sin éxito, hasta el punto de resultar insoportablemente insistente porque además, para colmo, en tu petición posteriormente iban tus entrevistas adjuntas, esas entrevistas que no tuve más remedio que clasificar como “correo no deseado”, para al fin librarme de ellas.

En esa primera ocasión en que nos encontramos, ibas oportunamente mal acompañado y no tuve más remedio que pensar para mis adentros “Dios los cría…”. No obstante te explicaré por qué nunca hubiera hecho una entrevista contigo: vi en ti, con mi intuición natural para esas cosas, las nueve señales del hijo de puta que son, no sé si sabes, clasificaciones que hizo Don Camilo José Cela, en su novela “Mazurca para dos muertos” y que ha llegado a ser, en la historia, famosa por su visión extraordinaria de lo que es un ser execrable a primera vista. Voy a mostrarte esas nueve señales que son:

1. Pelo ralo
2. Baja estatura y canijo
3. Cara pálida
4. Barba por parroquia
5. Manos blandas, húmedas y frías
6. Mirar huido
7. Voz atiplada
8. Pijo flácido y doméstico
9. Avaricia

Con esta referencia sobra decirte por qué nunca he confiado en ti.

Edmundo, tienes una forma de hacer periodismo que no es tal; seleccionas a tus víctimas (a tus entrevistados), no los indagas, los cuestionas, los destrozas con una autoridad que no sé cuál ser poderoso te ha otorgado y terminas triunfante ante una persona apabullada por el terror de tus palabras que recuerdan un viejo estilo autoritario, ridículo y obsoleto. Esa es a mi juicio la esencia de tu programa.

Cuando leí tu panfleto mi primera reacción fue ver a una niña en la pubertad, asombrada y ruborizada ante su primera menstruación, miedosa de cometer pecado ante una manifestación natural de su desconocido organismo. Esa fue la primera impresión, pero la segunda, fue más solemne y peligrosa: me di cuenta de que no solamente eras todo lo que yo había pensado, sino más aún, estabas ingresando en ese grupo selecto de la ultraderecha miamense que no admite reconciliaciones, críticas y que cuyo único neolítico gesto es romper discos con aplanadoras. Tú, al igual que ellos, no quieres amor, quieres odio, tú al igual que ellos, no quieres reconciliación, quieres rencores y desunión, tú en suma, no quieres al pueblo cubano, ni de allá ni de acá. Edmundo, tú no quieres a nadie y no me hubiera extrañado verte en esa “enorme” turba gritando “Abajo, abajo”, donde sin duda alguna hubieras sido bien recibido.

Has insinuado que la prensa de Miami y España se aprovecha y utiliza mis palabras en vez de beneficiarme de ese espacio para arremeter contra el imperialismo. Edmundo, estás equivocado, soy yo el que me sirvo de esos periódicos para que difundan las entrevistas que en Cuba me están negadas y que sueño con que aparezcan en el Granma y las lea todo el pueblo y que un sólo periodista, uno sólo de los tantos miles que hay en la isla, tenga lo que hay que tener para dar a conocer lo que tantos años llevo expresando; es más, como un punto de partida planteo que tu panfleto y esta carta se publiquen en el Granma y que el pueblo las lea, piense, sepa discernir por si mismo, y de una vez, dónde está la verdad y vayamos por el camino de las libertades individuales que tenemos que rescatar y que tú con tu actitud estás negando.

A mi regreso a La Habana y en concordancia con el párrafo anterior, le digo por este medio a la intelectualidad cubana, a los artistas, a los músicos y a los altos cargos del Estado, que no me susurren más al oído: “estoy de acuerdo contigo pero… imagínate!”. Yo no estoy arrepentido de incinerarme sólo en mi actitud, pero es triste y vergonzoso que haya un silencio cómplice tan funesto como tu manifestación, Edmundo. Estas dos conductas, una en Miami y otra en La Habana, increíblemente al final convergen en su propia contradicción.

Sobre la intelectualidad miamense que comentas que me ha apoyado en sus artículos, te diré que no tengo absolutamente ningún miedo ni prejuicio en recibir una frase amable y receptiva. No soy su compañero de viaje, pero Edmundo, me gusta sumar mientras que a ti te gusta dividir porque de eso vives, para eso estás en esta ciudad.

También te has atrevido a decir que he mal influenciado a artistas del talento y el prestigio de Serrat, Sabina, Víctor Manuel y Ana Belén. No hay duda de que en este terreno también eres un ignorante, debías de saber que Juan Manuel Serrat es uno de los hombres más admirados por su entereza, caballerosidad y su limpieza durante toda su vida, y su posición ante el franquismo arriesgando su carrera y su vida, lo llevó hasta la cima de la dignidad. Que Joaquín Sabina, que a los 23 años se exilió a Inglaterra en su oposición a Franco y a su propio padre, es uno de los artistas más sinceros y honestos que conozco (esto lo sabe bien Fidel) independientemente de su talento. Que Víctor Manuel y Ana, antes de nacer tú, y andar por esos rumbos inciertos, que todos conocemos, para llegar a ser el extremista que eres hoy, pertenecían al Partido Comunista de España, en la época de Franco, y eso, Edmundo, les pudo costar la vida. Esas personas que tú no has respetado, tienen talento propio, criterios propios y no se dejan influenciar por nadie, al contrario porque son ciertamente su talento y sus principios los que han influenciado a medio mundo.

Edmundo, mis 53 años de militancia revolucionaria me otorgan el derecho, que muy pocos ejercen en Cuba, de manifestarme con la libertad que requieran mis principios y esa libertad implica que no tengo ningún compromiso a muerte con los dirigentes cubanos, a los que he admirado y respetado, pero no son Dioses, ni yo soy fanático, y cuando siento que puedo hacer un reproche y decir no, lo digo, sin miedo y sin reservas. Cuando veo que unas señoras vestidas de blanco protestan en la calle y son maltratadas por hombres y mujeres, no puedo por menos que avergonzarme e indignarme y, de algún modo, aunque no estemos de acuerdo absolutamente, solidarizarme con ellas en su dolor; porque lo más vil y lo más cobarde puede ser que una horda de supuestos revolucionarios ataque despiadadamente a estas mujeres. No hay ningún código que defienda eso en el mundo, es más, la violencia de género se queda corta al ver esas salvajes manifestaciones. Estos dos conceptos que te he expresado, pero tú no has entendido – no hay duda de que estás en tu época de infantilismo revolucionario -, no implica que esté en desacuerdo con Fidel y tampoco implica que esté de acuerdo con las Damas de blanco. Pero tú vas al blanco o al negro, (más al negro que al blanco) y no tienes matices y los años irremediablemente te van a hacer aprender lo que es un verdadero revolucionario o inexorablemente vas a ingresar en ese mundo en el que he visto a tantos como tú, vagando, perdido en la nada.

Edmundo, ayer creo que sufriste un revés que no te apliqué yo precisamente, sino los varios miles de personas que asistieron a un recital, carísimo para su bolsillo en crisis, demostrando que es posible el amor, que si anteayer decían “No” y ayer decían “Tal vez”, hoy dijeron “Sí”, un sí contundente, más fuerte que tus sucias y ofensivas palabras.

Edmundo, te invito a que cojas tus maletas y regreses a tu país y allí tengas el valor de denunciar todo lo malo que veas, porque Edmundo, te advierto, esa lucha sí es dura y no te calles como esos miles periodistas de allá, cómplices lamentables del silencio.

En muchas ocasiones he dicho que me sentaré en el portal de mi casa para ver pasar el “cadáver” de mis enemigos, ahí te espero.

Solamente te exijo una cosa: saca mi nombre definitivamente de tu boca irrespetuosa y falsa, son demasiados los méritos que me ha otorgado el pueblo para que un desalmado como tú los manche con sus sucias palabras.

Pablo Milanés
Miami, 29 de agosto de 2011

[Carta tomada de Kaos en la Red]

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