Norelys Morales Aguilera.-Casi seis meses antes de que saltara la primera chispa en Túnez, el presidente Barack Obama encargó a los servicios de Inteligencia estadounidenses un análisis sobre las posibles revueltas que podrían producirse en el mundo árabe.
Obama conoció de las arbitrariedades de sus aliados -al menos por ese informe-, sabía de las violaciones y corruptelas de sus protegidos, trató de evitar que fuera presionado a actuar y mintió.
Estas son las lecciones de política que imparten “los campeones de los derechos humanos”, listos a evaluar al mundo y proteger a sus socios, como hicieron con Mubarak, mientras pudieron.
También, según el The New York Times, Obama pidió indagaciones sobre levantamientos populares en América Latina, Europa del este y sudeste de Asia.
Fue el pasado mes de agosto en que el presidente de Estados Unidos ordenó a sus asesores que configuraran un informe secreto con los puntos más calientes susceptibles de unas posibles revueltas en el mundo árabe.
Según reveló esta semana el diario estadounidense “The New York Times”, Bahréin y Yemen, actualmente en el inicio de dichas revueltas, eran los países más maduros para levantarse contra sus gobiernos.
Obama pidió que dicho informe se centrara especialmente en Egipto y en encontrar propuestas de cómo se podría generar un cambio político en aquellos países árabes con regímenes autocráticos, incluso en los que son valiosos aliados de Estados Unidos.
"Quedó claro que Egipto estaba en la mente del presidente Obama", aseguró un funcionario que participó en el informe y que pidió permanecer en el anonimato.
"Egipto es el ancla de la región y había muchas incógnitas sobre la sucesión en el país", añadió el funcionario de la Casa Blanca.
Por aquellas fechas se barajaba la posibilidad de que el expresidente Hosni Mubarak dimitiera en favor de su hijo Gamal. Además, los asesores de Obama consideraron que las elecciones que estaban previstas para noviembre eran toda una farsa.
En Yemen, otro de los países analizados por el Gobierno estadounidense, Obama se mostraba preocupado por la relación del país con Al Qaeda y expectante ante la posibilidad que los jóvenes yemeníes se levantaran contra el régimen de Ali Abdullah Saleh.
La Casa Blanca celebró reuniones semanales con los expertos del Departamento de Estado, la CIA y otras agencias.El proceso estuvo dirigido por Dennis B. Ross, asesor senior del presidente sobre Oriente Medio y Gayle Smith, responsable del desarrollo global.
El Gobierno estadounidense mantuvo en secreto el informe por temor a que si se filtraba, los países árabes presionaran a la Administración Obama, tal y como ocurrió días después de que comenzaran las revueltas en El Cairo.
De hecho, a excepción de Egipto, el resto de países no se detallaron. Sólo se conoce que uno estaba tratando de avanzar en el cambio, otro se resistía a él y los otros dos tenían fuertes vínculos estratégicos con Estados Unidos. Lo que hace pensar que se trataba de Egipto, Jordania, Bahréin y Yemen.
Posteriormente, las masivas protestas obligaron a la renuncia de los presidentes de Túnez y de Egipto.
Obama también presionó a sus asesores para que investigaran los levantamientos populares en América Latina, Europa del este y sudeste de Asia para determinar cuáles estaban funcionando y cuáles no.
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