Las manifestaciones que sacuden Egipto podrían tener consecuencias en la estrecha relación que han desarrollado los servicios antiterroristas estadounidenses con sus socios egipcios bajo el régimen del presidente Hosni Mubarak, según expertos y responsables.
Los espías egipcios ya ayudaban a los estadounidenses en su persecución de combatientes islamistas y de Al Qaida mucho antes de los atentados del 11 de septiembre de 2001, según esos expertos interrogados por la AFP.
Para Michael Desch, profesor de ciencias políticas en la universidad estadounidense de Notre-Dame, no hay dudas de que "hay mucho en juego", en este momento en el que las manifestaciones masivas podrían poner fin al régimen de Mubarak, en el poder desde 1981.
Desch destaca que los servicios egipcios "nos han ayudado mucho en la guerra contra el terrorismo" decretada por el ex presidente George W. Bush tras los ataques del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos.
Entre otras cosas, Washington recibió luz verde de El Cairo para utilizar su territorio en operaciones aéreas. Los egipcios tampoco opusieron ninguna objeción cuando los estadounidenses les enviaron sospechosos de terrorismo para someterlos a severísimos interrogatorios.
Sin embargo, esta estrecha relación entre los servicios de inteligencia de ambos países podría terminarse si Hosni Mubarak acaba apartado del poder, o al menos verse alterada.
"La pregunta que se plantea es la siguiente: ¿será igual de cooperativo un gobierno que no sea el de Mubarak? La respuesta es, probablemente, no", dice Michael Desch.
Y si los nuevos dirigentes tienen que justificar su política ante el pueblo egipcio, también es probable que sean menos proclives a ayudar a los norteamericanos.
Hasta ahora, añade Michael Desch, la inteligencia egipcia estaba dispuesta a "hacer el trabajo sucio que nosotros no queríamos hacer. Eso será mucho menos fácil en un régimen post Mubarak".
Los estadounidenses temen también una situación "a la turca", en la que Egipto se mantendría como aliado, pero sin seguir ciegamente a Washington.
En 2003, la administración Bush recibió un duro golpe cuando el Parlamento de Ankara se negó a permitir al ejército estadounidense utilizar el territorio turco como base para efectuar operaciones en el norte de Irak.
"A medida que los países (de la región) se democratizan, puede que las decisiones tomadas por los electores hagan avanzar el proceso democrático, y que esas decisiones no sirvan necesariamente a los intereses de la seguridad de Estados Unidos", observa Rick Nelson, del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales.
Nelson matiza no obstante que los vínculos forjados entre los agentes egipcios y sus colegas norteamericanos no quedarán en el olvido con un cambio de régimen en El Cairo.
Existe en Egipto una "vieja red de amigos de Estados Unidos, que durará independientemente del gobierno que haya", explica Rick Nelson.
Michael O'Hanlon, de Brookings Institution, asegura que sin Hosni Mubarak es posible que los nuevos dirigentes sigan viendo ventajas en mantener relaciones estrechas con Washington.
Tanto Estados Unidos como Egipto "están interesados en hacer fracasar a entidades como Al Qaida y, globalmente, en contener a los islamistas", puntualiza O'Hanlon. "Pero, evidentemente, eso presupone que Egipto esté dirigido por fuerzas moderadas", matiza.AFP
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