Juicio a Posada Carriles, “Diario de El Paso: Reardon, Art y las promesas al jurado”

José Pertierra, el abogado que tiene su bufete en Washington y representa al gobierno de Venezuela en la extradición del terrorista Posada Carriles, ofrece su "Diario de El Paso" donde celebran el juicio al terrorista Posada Carriles por mentiroso.

13 de enero de 2000.- El jurado tomó asientos en el tribunal donde se realiza el juicio de Luis Posada Carriles a las 10 de la mañana. Todos que estábamos en la corte nos paramos al escuchar el sonido del mazo que anunció la entrada de las doce personas que decidirán si Posada Carriles es culpable de haberle mentido a las autoridades estadounidenses en varios ocasiones.

Llegaron a escuchar los prólogos del caso Posada que los mantendrá en el Tribunal Federal de El Paso hasta el mes que viene. Las declaraciones iniciales de los abogados en un juicio ofrecen al jurado una idea de lo que la evidencia demostrará durante el curso del proceso legal contra el acusado. Son como promesas al jurado. Peligrosas, porque si los abogados no cumplen y no logran convencer con esas “pruebas” a las doce personas que darán el veredicto, el jurado puede argumentar que el caso estuvo débil.

El peso de la prueba en un caso penal en los Estados Unidos lo tiene la fiscalía. Tiene que demostrar que el acusado cometió los delitos que se le impugnan y tiene que probarlo sin duda razonable alguna. Por eso, siempre le toca la primera palabra al fiscal.

El fiscal principal del caso se llama Timothy Reardon III, un hombre elegante y sobrio. Con voz pausada le dio los buenos días al jurado. “Este es un caso esencialmente sobre mentiras”, dijo. Antes de detallar para el jurado las mentiras que Posada Carriles le hizo a las autoridades inmigratorias de los Estados Unidos en diferentes ocasiones, Reardon dijo: “Esta es la historia de un hombre extraordinario. Es la historia de como llegó ilegalmente a los Estados Unidos y lo que dijo después que llegó”.

“Posada llegó a los Estados Unidos el 18 de marzo de 2005″ a bordo de una embarcación llamada Santrina”, dijo Reardon, “y solicitó asilo”. “La evidencia mostrará que mintió repetidas veces”. Mostrará, también, que “cuando un juez de inmigración le preguntó a Posada si había solicitado individuos para que lo ayudaran a hacer explotar bombas en Cuba o para llevar explosivos a Cuba, dijo que no. Mintió,” afirmó el abogado del gobierno de los Estados Unidos.

Un oficial del Servicio de Inmigración lo entrevistó. Posada dijo que entró a los Estados Unidos. “Mentira”, dijo Reardon. Posada dijo que nunca había estado en Cancún. “Mentira”. Posada dijo que nunca había visto al Santrina. “Mentira”. Posada dijo que nunca había visto a Santiago Álvarez. “Mentira”. Que nunca había visto a Osvaldo Mitat. “Mentira”. Que nunca había visto a José Pujol. “Mentira”, enfatizó Reardon.

Santiago Alvarez, Osvaldo Mitat y José Pujols eran parte de la tripulación del Santrina. La fiscalía afirma que fueron a México a recoger a Posada Carriles para traerlo ilegalmente a los Estados Unidos. Ayudar a un terrorista a ingresar ilegalmente a los Estados Unidos es severamente sancionado por las leyes estadounidenses.

Reardon levantó en sus manos un pasaporte guatemalteco. El pasaporte tiene la foto de Posada pero otro nombre. Un alias. “Ustedes podrán examinar este pasaporte,” dijo. “También escucharán de un miembro de la tripulación del Santrina que recogió a Luis Posada Carriles en México”. Reardon se refiere a Gilberto Abascal, un agente encubierto del FBI que testificará durante el juicio.

Prometió que la evidencia mostrará que Posada utilizó ese pasaporte para viajar desde Guatemala a México, a través de Belice, y que una persona le llevó el pasaporte desde Miami hasta Guatemala para entregárselo a Posada. El fiscal dijo tener fotos del Santrina en México y de Posada Carriles en una barbería en Isla Mujeres.

“La otra serie de mentiras de Posada Carriles”, dijo Reardon, “tiene que ver con las bombas en La Habana”. Le contó al jurado de las bombas que estallaron entre la primavera de 1997 y septiembre de 1997. En el Copacabana, el Chateau Miramar y la Bodeguita del Medio. Narró cómo ocurrió la explosión en el lobby del Copacabana que mató a Fabio DiCelmo.

“Posada Carriles le dio una entrevista al New York Times en Aruba en 1998. ¿Por qué”, se preguntó Reardon. “Porque Posada consideraba que las bombas no estaban recibiendo suficiente publicidad. Él haría cualquier cosa para cambiar las cosas en Cuba”, dijo el fiscal.

Entonces Reardon le leyó parte de la transcripción de la entrevista que Posada le dio al New York Times en 1998, en la cual admite ser el autor intelectual de la campaña de bombas del 97. En respuesta a una pregunta de la periodista del Times sobre la muerte de DiCelmo, Posada respondió: “Es una pena. Estaba en el lugar equivocado, en el momento equivocado. Yo duerme como un bebé”.

Reardon contó que le mostrará al jurado un fax que fue interceptado, fechado el 25 de agosto de 1997, que tiene que ver con cuatro giros de Western Union de $800. Reardon entonces citó a Sir Walter Scott: “Oh, what a tangled web we weave, when first we practice to deceive!” -¡Oh, qué enmarañada red tejemos, cuando practicamos el engaño por primera vez! Y terminó diciendo, “lo que destruye a un hombre no son los cualidades que le faltan, sino las que tiene”.

Llegó entonces el turno de Arturo Hernández, el abogado principal de Luis Posada Carriles. Comenzó mal. Derramó un vaso de agua sobre su ropa, sus espejuelos, sus papeles y el podio. Un vaso que el Fiscal Reardon había olvidado sobre el podio. Después de varios minutos trasteando un trípode en el cual quería montar un mapa de National Geographic para poder enseñarle al jurado de El Paso donde está ubicado México -territorio que, por cierto, se ve desde cualquier edificio en esta ciudad que tenga más de dos pisos-, Arturo Hernández comenzó su presentación.

“Buenos días. Soy ‘Art’ Hernández”. La H de Hernández pronunciada como una J. Pidió que se parara Posada Carriles, para que el jurado lo viera. Posada, con traje, cuello y corbata, miró incómodamente al jurado. Su boca entreabierta, debido a un balazo en la quijada que recibió en Guatemala en el año 1990, movía su lengua de lado a lado, mientras miraba con perplejidad al jurado.

“Luis Posada Carriles ha sido un aliado de los Estados Unidos toda su vida. Siempre al lado de nuestro país”, dijo “Art” Hernández. “Es inocente, porque sustancialmente dijo la verdad, y porque la evidencia que presenta el gobierno contra él es intrínsicamente mala evidencia”, continuó.

Le mostró el mapa que había traído al jurado, y le informó donde está México, Guatemala y los Estados Unidos. Dijo que Posada Carriles había afirmado la verdad cuando dijo que había entrado a los Estados Unidos por Matamoros, una ciudad fronteriza mexicana. Que había dicho la verdad cuando aseguró que no había solicitado a nadie poner bombas en Cuba o llevar explosivos a la Isla. Que el Santrina había ido a Isla Mujeres para llevarle a Posada Carriles $10,000 para ingresar ilegalmente a los Estados Unidos por la frontera.

Que aunque existe un pasaporte guatemalteco con la foto de Posada Carriles, él nunca ha tenido y nunca ha usado ese pasaporte. Hernández se pasó la próxima media hora, atacando la credibilidad de ciertos testigos claves de la fiscalía: especialmente a Gilberto Abascal. “Es una persona con una seria enfermedad mental”, dijo Hernández. “Padece de psicosis, paranoia y depresión. Ha estado hospitalizado por eso”.

“Es un criminal. Un fraude. Dice que está deshabilitado, pero trabaja debajo de la mesa”. Irónicamente, Hernández tilda a Abascal como un mentiroso para así desestimar su testimonio y proteger a su cliente, a quien acusan de mentiroso. “Abascal dijo que pagó sus impuestos, pero no los pagó”, se quejó Hernández. Además, “Abascal es un espía de Cuba”.

Cuando terminó de fustigar la reputación de Abascal, Hernández le habló al jurado de otro testigo de la fiscalía: Tony Alvarez. Un cubano que le contó al New York Times en 1998 de los vínculos entre Posada Carriles y otros cubanos en Union City, New Jersey, que le enviaron dinero para financiar la campaña de bombas en Cuba en 1997.

Para desacreditar a Tony Alvarez, el abogado de Posada le dijo al jurado que éste conoce personalmente a Fidel Castro. “Hasta tuvo un romance con su hija”, dijo. También dio que Alvarez había estado involucrado en el lavado de dinero a través de bancos en Colombia y en México.

La periodista que entrevistó a Posada Carriles en 1998 es Anne Louise Bardach. El gobierno la traerá como uno de los más importantes testigos para el caso. “Está preenjuiciada contra el exilio cubano”, dijo Hernández. “Art” afirmó con toda certeza que el New York Times está prejuiciado a favor de Cuba. No sabemos qué pensaban en ese momento los doce tejanos del jurado de esa afirmación.

“Art” Hernández terminó su presentación con una frase de Fidel Castro. Sin citarlo. Quizás no sabe que fue Fidel quien primero dijo que “Luis Posada Carriles es una papa caliente política para el gobierno de los Estados Unidos”, pero con esa frase concluyó su presentación. Quizás Posada Carriles vio alguna vez el animado cubano titulado “La patata ardiente“.

Mañana escucharemos el testimonio del primer testigo.

AL MARGEN

Antes de las declaraciones de apertura, los abogados ventilaron unas pequeñas escaramuzas legales sobre algunos temas preliminares. Primero, los abogados defensores de Luis Posada Carriles trataron de convencer a la Jueza Cardone de que los autorice a decirle al jurado esta mañana que Cuba falsifica récords, tergiversa evidencia y fabrica el testimonio de los testigos.

A nombre de Posada Carriles, su abogada Rhonda Anderson dijo que quería que le jueza le permitiera “informarle” al jurado que Cuba falsificó la evidencia durante el caso de los Cinco para demostrar que el derribo de los aviones de Hermanos al Rescate había ocurrido en aguas territoriales cubanas, sabiendo que el derribo pasó en aguas internacionales. “Gerardo mismo dijo el mes pasado que la evidencia había sido falsificada”, dijo Anderson.

La referencia es al recurso legal que los abogados de Gerardo Hernández, uno de los cinco cubanos presos en los Estados Unidos, presentaron el 12 de octubre de 2010. Anderson se equivoca de fecha y de hechos. El recurso legal de Gerardo fue presentado el 12 de octubre de 2010 por sus abogados, y no dice que Cuba falsificó evidencia alguna. Simplemente dice que el abogado anterior de Gerardo, Paul McKenna, se equivocó al concentrar su defensa en el lugar donde ocurrió el derribo de las avionetas en vez de enfocarle la atención del jurado en el hecho que Gerardo no participó en plan alguno para derribar aviones. Ni en aguas internacionales o en aguas cubanas.

Anderson también dijo que quería decirle al jurado esta mañana que Cuba asesinó al General Abrahantes y al General Ochoa porque “sabían demasiado”. La condena del General Ochoa fue, dijo ella, porque Cuba había falsificado la evidencia.

La contraparte de Anderson fue Bridget Behling de la fiscalía. Aseguró que los abogados de Posada no han mostrado que los testigos y los documentos procedentes de Cuba han sido falsificados. Dijo que los testigos cubanos testificarían que ocurrió una campaña de bombas contra Cuba, y que una de las bombas mató a una persona. “Ni siquiera testificarían sobre el involucramiento de Posada Carriles en el asesinato de Fabio DiCelmo o sobre las bombas en La Habana”.

La Jueza Cardone no aceptó los argumentos de Anderson. Dictaminó que el equipo legal de Posada no tiene el derecho de hacerle ese tipo de argumento al jurado antes de que el gobierno presente la evidencia que quiere utilizar contra Posada, y entonces tendría que mostrar un vínculo entre esa evidencia y las denuncias que ella quiera hacer sobre Cuba.

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