E.Andradas
Joan Manuel Serrat amontono poemas de Miguel Hernández y
descubrió a un poeta cabrero para un país amodorrado de Franco.
Ismael Serrano, puso azul en el blanco y soltó el gris en la
guitarra, brindo a las pos-JSU noventeras, historias bonitas que se cuentan una
y otra vez.
Rosa León, se subió su voz a sus cuerdas y le canto al alba
fusilada. Aute nos recordó que siempre dan las cuatro y diez en el amor. Y Paco
Ibáñez, resonó de Generación del 27.
Joaquín Sabina, a la
trova hispánica, la emborracho de JBs
en vaso de tubo y la puso a ligar con princesas de Sex Pistols.
Tal vez, fueron “aves de paso”, en el pueblo y hoy solo son guiñoles de escenario, con
poesías altivas y mucha belleza de concierto.
Pero…
Alguien daría copla a Rafael Alberti o entonaría a Pedro
Garfias, si en el intento de hacerle una ulcera fascista a Madrid, en Noviembre
de 1936. Ellos hubieran seguido en el plató
tocando sus rimas y no bajaran a la trinchera a ponerle palabra a la
libertad, ¿qué canto serian?
Es gustoso al corazón, encontrarte en las asambleas
populares que riñen con el gobierno en forma de Huelga General, a cantautores
como Matías Avalos preparando lucha, con
el obrero de la Telefónica, el precario trabajador de la sanidad, el parado de
INEM, el jubilado de plaza o el
funcionario del ayuntamiento. O
escuchar a Pedro Guerra dando música al 29-S.
Queremos poetas y cantautores, no CDs, ni libros, si por
estos se debe pagar el silencio de sus autores.
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