Oppenheimer: el inventor de la “castrología” rentable.


Las razones del "señor" Oppenheimer.

Juan Manuel Combi

Una vez más el “señor” Andrés Oppenheimer nos sorprende con su poder de creatividad. En el diario La Nación (El Imperio) publica una nota bajo el título “Las razones detrás de la purga en Cuba”, haciendo referencia a la decisión tomada por el Estado cubano en cuanto al movimiento de cuadros y reestructuraciones en algunos organismos de su administración central. La llamada “purga” no es más que una reorganización decidida por el gobierno soberano de Cuba, aceptada por quienes fueron removidos de sus cargos. Sin embargo, el “señor” Oppenheimer pudo deducir de tal decisión política una sarta de dislates que bien podrían ser tenidos en cuenta para una sesión de terapia a la que urgentemente deberá concurrir a los efectos de no continuar agravando su estado de paranoia.

Veamos los dichos de Oppenheimer, desde MIAMI: “Los castrólogos, o sea quienes practican esa oscura ciencia que es tratar de interpretar las acciones de los hermanos Castro, están divididos respecto de la purga del gabinete que tuvo lugar en Cuba la semana pasada: algunos la consideran una señal de cambio, mientras que otros la interpretan como una señal de resistencia al cambio.”¿A quién hace referencia don Andrés con el término por él mismo acuñado? Solo él y su delirio lo saben, sólo él y su permanente fijación con la persona de Castro, que parecería aparecérsele como un fantasma que lo acosa. No olvidemos el título de uno de sus libros, “La hora final de Castro”, escrito allá por el año 1993, en el que anunciaba el final de Fidel y, obviamente, el final de la Revolución. Ni una cosa ni la otra ocurrieron: Fidel sigue vivo y la Revolución celebra sus cincuenta años de victoria.

Desde hace mucho tiempo, los periodistas del imperio, como Oppenheimer, se venían preguntando qué iba a pasar con Cuba y su Revolución sin Fidel en el Gobierno. Hoy, que encontraron la respuesta, ya no les queda otra alternativa que tratar de encontrar teorías ante cada acto que refleje la vigencia plena de la democracia cubana. Así es como don Andrés describe las teorías, o sus teorías (hay que tener presente que estamos ante un delirio paranoico, en el cual no sabemos quien es el que está hablando), sobre las ultimas medidas tendientes a la reorganización en los órganos de gobierno: “Entre las explicaciones más frecuentes de la purga, están: La teoría de la "señal de cambio": el presidente Raúl Castro consolida su poder, destituyendo a los hombres de Fidel y reemplazándolos con sus propios cuadros -casi todos militares- en los cargos más altos del gobierno, anticipándose a medidas del presidente Barack Obama para levantar algunas sanciones contra Cuba. Al nombrar a sus propios cuadros, Raúl también promueve una nueva generación de líderes que estarán mejor equipados para enfrentar las nuevas realidades políticas y económicas, según sostiene esta teoría, la más respaldada por los castrólogos.

La teoría de la "resistencia al cambio": anticipándose a las medidas de Washington para iniciar una posible negociación con Cuba, los hermanos Castro destituyeron a los miembros más jóvenes, más conocidos y más conectados internacionalmente del gabinete para enviar una señal de que no habrá ninguna grieta en el régimen. Lo que ocurrió en Cuba es una reconcentración de poder: si Estados Unidos levanta algunas de sus sanciones económicas a la isla, el régimen querrá hacerle frente a la nueva situación como un bloque monolítico, según sostiene la teoría. La teoría del "chivo expiatorio": la característica más notable del régimen de Castro, como la de cualquier dictadura, es la constante búsqueda de responsables…". Señal de cambio, resistencia al cambio, chivo expiatorio….y cuanto invento sea posible en aras de mantener un delirio de persecución propio de la paranoia de la que muchos periodistas del imperio no pueden salir. La elaboración de complejos esquemas mentales acerca de imaginarios complots es una característica propia de un paranoico. Y es notable que el complot es algo que impera en todo este discurso.

Pero a veces el delirio puede llegar muy lejos, tanto como para defender a un narcotraficante y ponerlo como bandera de las “libertades fundamentales”. Así es como Oppenheimer lo hace: “Es lo que ha ocurrido una y otra vez. Cada vez que hechos externos amenazan con presionar a Cuba para que permita libertades fundamentales, o que alguien del régimen surge como potencial líder de una transición, los Castro han reaccionado cerrando filas y retrocediendo a posturas de línea dura. A fines de la década de 1980, cuando la Unión Soviética inició el proceso de apertura de la perestroika, Fidel Castro destituyó -y luego ejecutó- al carismático Héroe de la República , general Arnaldo Ochoa, un reformista que quería cambios dentro de la revolución.”. Arnaldo Ochoa fue condenado, proceso mediante, por haber incurrido en el delito de narcotráfico, en una causa en donde la prueba fue de público conocimiento.

Sin embargo, Oppenheimer, lo describe como un “un reformista que quería cambios dentro de la revolución”; o bien estamos ante la presencia de una idea delirante, o bien el autor de tales afirmaciones cree que la comercialización de estupefacientes forma parte de las libertades fundamentales del mercado. Aunque habría que reconocer que tal disyuntiva no es excluyente, ya que ambas cosas pueden combinarse tratándose de un periodista que escribe desde Miami.

Aunque se esfuercen en elaborar razones para defenestrar a la Revolución , el cambio de funcionarios y la reorganización en la administración central del Estado cubano no es sino la prueba fehaciente de que la Revolución sigue viva, ¿o acaso la palabra revolución no significa cambio? Pero siempre habrá paranoicos que fantaseen con “la purga en Cuba”. Porque, a pesar de que se disponga de pruebas fehacientes que digan lo contrario, el paranoico siempre tendrá la razón en su mundo donde la Razón ha muerto.

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