A juzgar por una noticia publicada este martes por El Nuevo Herald, la industria del anticastrismo asentada en Estados Unidos y sus servidores en Cuba afilan sus dientes con la posibilidad de que una persona fallezca en Santiago de Cuba.
Me interesé por el caso y este medio día me dirigí al hospital Juan Bruno Zayas para escuchar el parte médico, de las dos de la tarde, donde se informa que efectivamente, el paciente Wilmar Villar Mendoza está reportado de grave. Tiene una sepsi respiratoria severa a predominio de pulmón izquierdo y en las últimas 24 horas, después de un período de estabilidad, ha logrado una discreta mejoría.
Es evidente que el diario hispano de Miami recoge la euforia de algunos agitadores a sueldo de EE.UU. en Cuba, que se precipitan a acusar a la “dictadura” de una muerte que a todas luces anhelan. Frotan sus manos porque se produzca un deceso que alimente las ansias de protagonismo que ni su oscura causa ni su nulo poder de convocatoria entre los cubanos les proporcionan.
Pero el mismo Herald se contradice, al llamar “disidente” a un individuo que según el mismo periódico fue condenado a cuatro años de privación de libertad “por asalto, desacato y resistencia”, y cita a su esposa para decir que esta persona, de nombre Wilman Villar, “está en coma y al borde de la muerte” por una neumonía que contrajo cuando se negó a usar el uniforme de preso y se declaró en huelga de hambre”.
Según declaró su conyugue al El Nuevo Herald, los médicos que atienden a Villar en el hospital de Santiago de Cuba le dijeron que “lo único que puede salvarlo es un milagro”. La medicina cubana hace milagros, nadie lo dude. Son testigos los millones de niños salvados de la muerte en la propia Isla en todos los años de Revolución y en agrestes regiones del mundo como África y Haití; y también profesionales de las huelgas de hambre bien conocidos del Herald como Guillermo Fariñas, a quien varias veces el sistema de salud que EE.UU. bloquea y acosa, le ha salvado la vida.
Ese es un milagro posible y ojalá en este caso ocurra; lo difícil sería convertir delincuentes comunes en mártires de una causa desprestigiada y no creo que para eso alcance el entusiasmo con el que algunos esperan la muerte de otro ser humano.
Fuente: http://lakoladita.wordpress.com
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