«Donde más vigor tiene la palabra Patria es en Cuba»: Fernando Buen Abad

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«Vine a Cuba a tratar de decir algunas cosas y hacer unas propuestas que hoy consideramos indispensables dada la situación mundial que estamos atravesando aún con la pandemia y la situación bélica que nos está golpeando a todos. Pero, justo contra Cuba se ensañan todas las alimañas».

.Así manifestó el catedrático, periodista y filósofo Dr. Fernando Buen Abad Domínguez en su encuentro con colegas de la prensa al arribar a Santa Clara este domingo 3 de abril, como parte de una visita para departir con colegas, estudiantes y profesores universitarios, y recorrer sitios de interés histórico y social.

«(Tenía) deseos de venir a saludar, a decir que somos muchos los que nos sentimos en deuda con Cuba y tenemos conciencia de que podemos haber hecho mucho más solidariamente a nivel mundial por la Revolución y con la Revolución. Entendemos que esta es la hora de acelerar pasos y tareas, elaborar la autocrítica profunda y constructiva para avanzar, así como hermanar tareas. Es indispensable que construyamos un correo de transmisión para recordar al mundo las cosas magníficas que están pasando en Cuba».

En su breve intercambio con los periodistas de los diferentes medios de la provincia, el profesor de la Universidad Nacional de Lanús, Argentina, respondió a varias interrogantes sobre temas de comunicación, la lucha en los medios digitales, y otros asuntos de gran interés.

—¿Cómo en medio de la guerra mediática que se nos hace, en un mundo tan convulso, podemos enfrentarla y lograr que las ideas justas, de paz, de humanidad, de un mundo mejor, logren asentarse, cuando sabemos que los medios de comunicación, en su mayoría, están en manos de las poderosas transnacionales?

—Como no tenemos una fórmula mágica, me acuerdo siempre que alguna vez un grupo de trabajadores organizados se acercaron a un señor y le preguntaron cómo iban a salir de este «berenjenal» espantoso que es el capitalismo. Y este hombre contestó con cinco letras claves que es el desafío de nosotros: «¡Uníos!». Y si no es así, no vamos a salir. Hay que poner en la agenda política en primer orden la unidad.

—¿Cuáles retos tiene la izquierda para convertirse en un nicho de resistencia antihegemónica y poder salvaguardar sus proyectos sociales, muy atacados sobre todo desde las redes sociales?

—En la Universidad de Lanús, donde yo trabajo, hacemos un análisis comparativo de los problemas y los partidos políticos, las organizaciones políticas, los frentes de unidad popular, estudiando los programas, los ideales, y buscando dónde está la palabra comunicación. Y tengo la mala noticia de que no es la comunicación la agenda prioritaria de los políticos de la América Latina, que estando ante una guerra de este calibre —entendida como híbrida e irrestricta— no aparece como una prioridad en los programas políticos más recientes que se han diseñado. Entonces, tiene que alarmarnos ese paisaje.

«Sobre cómo estamos entendiendo la guerra mediática es (si lo hacemos) ¿con las ideas de ellos o las nuestras?, ¿nos formamos con los libros de ellos o con los nuestros? Es imperativo que nos formemos científicamente para esta batalla, ya no puede ser intuitivo o voluntarista, tiene que ser un dispositivo científico y organizado muy bien. Necesitamos desarrollar nuestros propios instrumentos, no podemos frenar el desarrollo de nuestra formación de cuadros, tenemos que reactivar el trabajo de la docencia, de la investigación y la experimentación.

«Luego, necesitamos construir las plataformas para disputar el corazón del problema que es la disputa por el sentido; una herramienta semiótica de combate, que nos permita reconstruir los diccionarios como tiene que ser, para que no nos roben la palabra «libertad», para que no nos quieran robar la palabra «patria», ni nos roben todo el repertorio simbólico de nuestras propias luchas. Para frenar el sabotaje y el saqueo simbólico, pues nos quieren matar con nuestras propias banderas. Si no tenemos una plataforma simbólica, de lucha semiótica, verdaderamente emancipatoria, estamos perdidos».

—Robarnos nuestros símbolos es parte de su estrategia comunicacional.

—Nosotros sabemos perfectamente qué estamos disputando con aquellos que usan nuestro propio vocabulario para engañar a los demás. Sabemos que usan nuestros códigos, nuestros propios principios para engañar. Y se levantan ahora diciendo «Patria o Muerte», ellos, los de la derecha, diciendo esto como una consigna propia. Y luego otros degeneran el asunto y dicen «Patria y Vida». Nosotros tenemos que estar preparados.

«La base de la composición semiótica central que debemos discutir, a mi entender, es que en este planeta el lugar donde más vigor tiene la palabra Patria es en Cuba. Aquí no significa alianza de terratenientes para tener latifundios, aquí significa un pueblo rebelde que permanentemente construye su identidad, con su historia, su fuerza, para gobernarse soberanamente. Acá el concepto Patria es humanidad».

—Facebook es una de las plataformas donde se desarrolla esta guerra por las subjetividades, donde se está disputando el símbolo. ¿Cree que se puedan crear nichos de resistencia dentro del propio Facebook, aun con los algoritmos en contra, o tenemos que irnos a otras plataformas para, desde la izquierda, articular toda esta resistencia?

—Hay que dar la batalla allí donde haya un rinconcito, una ventanita. A mí no me incomoda tener cuenta de Twitter ni de Facebook, siempre y cuando no confundamos la táctica con los principios, y esta es una posición teórica-metodológica. Si logramos tener soberanía tecnológica para herramientas propias, ¡qué mejor! Pero, aun cuando tengamos los instrumentos más avanzados, si no tenemos un bastión de fábrica de contenidos de nuestra propia lucha, de nada sirve que tengamos los aparatos más bonitos. El problema no es exclusivamente instrumental, ni con qué clase de monopolio estamos luchando, sino con qué ideas. Esta es la batalla de las ideas también.

«En el mundo circula todavía como un baluarte moral saber que de los millones de niños que duermen en las calles en el planeta, ninguno es cubano. Esa frase, ese solo concepto simple, sencillo y fácil, constituye una revolución conceptual. Y así como esa hay tantas que deberíamos estar hoy preparando un patio de armas semiótico, porque tontos seríamos si no empezamos a escribir el horóscopo de las canalladas que vienen.

«Sabemos que vienen todas las agresiones contra este país, esta Revolución, contra el proyecto marxista-leninista de Cuba, que es un alma, un motor conceptual, no un eslogan. No abandonemos esos baluartes, que son identidad política, social, histórica. Si no construimos esos espacios de pensamiento, de planificación simbólica, previsión de la batalla de cómo se va a dar, tenemos debilidades grades. Es urgente que en las academias, universidades, organizaciones de trabajadores, periodistas y remesas de todas las casas pongamos este debate. O nos armamos con un instrumental de defensa del sentido o vamos a acabar haciendo lo que quiere la OTAN, la cual está desembozadamente diciendo que la siguiente fase de la guerra es en el cerebro de las personas».

—Los ataques contra Cuba son constantes y nuestra mejor arma son las ideas

—¡Qué riqueza extraordinaria hay en este país! Si hacemos el inventario de la potencia simbólica, mire usted (señala un retrato del Che) el peso histórico, ético y moral de esta figura es mundial. No permitamos que lo conviertan en camiseta solamente, ni lo convirtamos, como dice el poeta (Vicente) Feliú, nuestro deber es defenderlo de ser Dios, porque también son personas, humanos que, como todos, atravesamos decisiones en momentos históricos.

«Todo eso está hoy en discusión porque, créanme que una de las más grandes preocupaciones que me asaltan es cuando a los revolucionarios los hacen dudar el enemigo con las agresiones. Acá tenemos recientes historias. La porquería política que se hizo contra Cuba en abril del año pasado, operada con las peores porquerías mediáticas y simbólicas que hay en el mundo.

«Hay cinco máquinas de guerra ideológica en el planeta que se llaman think tanks, y una de ellas está en Miami. Ahí se financian, se operan y diseñan cosas que tienen que ver con esas clases de bajezas humanas, como las que se están haciendo contra Cuba. Entonces, no lo vamos a permitir. Es bueno hacer un espacio de reflexión, de recapitulación, de recomposición de fuerzas y luego profundización».

—¿Para usted qué significa encontrarse aquí en el Conjunto Escultórico que guarda los restos del Che Guevara y sus compañeros de lucha?

—Soy de la generación que creció escuchando las voces de estos hombres que construyeron la nueva época del continente, que pusieron el pellejo para que las ideas ascendieran a la acción, a la práctica. Hombres como este (señala el retrato del Che), Fidel, como Raúl, y todos estos héroes, nos indicaron que no podemos seguir dilatando nosotros el mundo, acomodándonos a ver cómo se puede sobrevivir o vivir miserablemente, sino que había que construir el camino de la dignidad, de la Revolución.

«Y estos hombres lo hicieron realidad, en términos de construir una nueva ética. No solamente llegaron a amasar, de la mano de este pueblo históricamente luchador y rebelde, la construcción de un proyecto de gobierno, sino, además, se pusieron en los hombros tareas en las cuales participaron dinámica y activamente: la alfabetización, la construcción (de escuelas, hospitales, viviendas…), cortar caña y lo que hubiera que hacer para romper con el viejo mito del buró y la oficina. Apelaron por el gobierno puesto en la batalla, de a pie. Si no agradecemos este ejemplo, estamos perdidos.

«Venir aquí a este lugar histórico donde «se queda la clara, la entrañable transparencia de su querida presencia» del Comandante, es un honor gigantesco, una lección y una deuda.

Tomado de Vanguardia Cuba

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