Ignacio Ramonet: Es una pregunta muy pertinente y se la hace mucha gente. ¿Cómo es posible que los Estados Unidos, después de sesenta años, mientras se sucedieron presidentes muy diferentes, mantengan una hostilidad tan fuerte hacia Cuba? Sin embargo, la Revolución Cubana tuvo lugar en 1959 y la Unión Soviética desapareció en 1991. En el mismo tiempo, los Estados Unidos sellaron la paz con Vietnam, donde libraron una guerra que les costó decenas de miles de muertos, una guerra que duró más de quince años. También sellaron la paz con China Popular, a la que no había reconocido durante mucho tiempo. Esta hostilidad no parece atenuarse, aunque se pensaba que con la llegada de Joe Biden se iban a suprimir muy rápidamente las últimas sanciones que impuso Trump.
Creo que una de las respuestas – hay otras – es que Cuba se ha convertido para los Estados Unidos a lo largo de esos sesenta años una cuestión de política interior. En Florida vive una comunidad de más de un millón de cubanos que están muy arraigados en este importante Estado, como se ha podido ver en las últimas elecciones americanas. Hay cerca de 30 grandes electores en la Florida y es uno de los Estados más importantes. Es una comunidad muy fuerte. En los primeros años posteriores al triunfo de la Revolución todos los grandes hombres de negocios, todas las grandes fortunas, todos los grandes terratenientes se instalaron en Miami. En aquella época la Florida era un pequeño Estado. Miami era un pequeño balneario. Era equivalente a Saint-Tropez, no llegaba ni siquiera a ser Niza. Hoy día es el puerto de cruceros más grande del mundo y uno de los puertos comerciales más importantes del mundo. Miami es ahora una ciudad muy poblada, muy dinámica desde un punto de vista económico y está ampliamente controlada por los cubanos. El alcalde y las principales autoridades son cubanos o de origen cubano. Por otra parte, la Florida manda a parlamentarios tanto al Senado como a la Cámara de Representantes. Es entonces una cuestión muy nacional. Esta comunidad hace todo lo posible para que no se olviden sus reivindicaciones, a pesar del tiempo que pasa. Mantiene abierta la herida de las relaciones americano-cubanas.
El único presidente que avanzó – más que ningún otro – en una dirección de cambio de política es Obama. Hillary Clinton era Secretaria de Estado. El principio era sencillo: una política que no ha funcionado durante sesenta años no funcionará. Obama había dicho varias veces que buscaba el mismo objetivo, es decir el fin de la Revolución Cubana, pero de otra manera. La táctica sería la del “abrazo del oso”. En otras palabras, al mandar a turistas y al hacer negocios con Cuba, como fue el caso con Vietnam, el sistema acabaría por cambiar de naturaleza.
https://journals.openedition.org/etudescaribeennes/22340
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