Norelys Morales Aguilera.─ Junto a una tenebrosa incitación: "Olviden quien muere y quién no" e instrucciones precisas para vandalizar una carretera cercana al aeropuerto internacional José Martí de La Habana, son los ecos reiterados que mantiene una feroz campaña mediática contra Cuba después del Girón cibernético del 11 de julio, cuando el pueblo cubano salió a defender su Revolución frente a los que pretendían una revuelta generalizada que no sucedió.
Así también recorren las redes llamados alardosos a un "parón" en Cuba, que resulta ridículo porque los únicos que pararán de trabajar son los lumpen que viven de las migajas que llegan a la Isla del negocio millonario de la contrarrevolución floridana, que en definitiva es la constructora del odio porque negocio es negocio y el gobierno de Estados Unidos y su mafia manejan millones para la "libertad en Cuba".
Es de preguntarse por qué no funcionan los filtros de las redes sociales contra los mensajes de odio y violencia contra Cuba ni las autoridades de Estados Unidos toman cartas en el asunto, proviniendo tales pronunciamientos desde su territorio.
Resulta que hasta el mismísimo Joe Biden traicionando sus promesas de campaña cae en la celada de la politiquería miamense prometiendo el resultado electoral que tuvo Trump en La Florida.
Para el bloguero Arthur González, "Prueba del chantaje que le hacen los senadores y representantes anticubanos que también se opusieron a investigar a Trump, hace unos días organizaron una audiencia del Congreso para abordar las protestas en Cuba y como testigos llevaron a José Miguel Vivanco, director ejecutivo de Human Rights Watch para las Américas, personaje mantenido con dinero aprobado para las acciones subversivas contra la Revolución y a Rosa María Payá, devenida en ahijada del senador Marco Rubio, mujer que se vendió a los yanquis a cambio de un visado de “refugiada política”, para ella, su madre y dos hermanos, y de acusar al gobierno cubano de ser responsable de la muerte de su padre, Oswaldo Payá Sardiñas."
En resumidas cuentas Biden pasó de no interesarse en la política hacia Cuba a ser una prioridad de su administración. El bloqueo está intacto así como las 243 medidas sancionatorias de Trump, 55 de la cuales fueron durante la pandemia de Covid-19.
Que sigan insistiendo en la violencia y en el apuro derrotar a la Revolución cubana es prueba inequívoca de que una vez más piensan que es la hora de dar el golpe definitivo a la Isla que los avergüenza porque no han podido ni podrán doblegarla. Es prueba además, de que saben que la Revolución no caerá por su peso como debiera ser si la economía y el gobierno cubano fueran tan ineficiente como pregonan.
Entonces viene a la mente una frase de Eduardo Galeano que cité en un post anterior:"...Con la pala en alto, los enterradores esperan. Tanta demora los irrita”.
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