Actualmente es presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado estadounidense. Su vida política está sellada por un largo historial de acciones contra Cuba, Venezuela, Nicaragua y gobiernos o movimientos populares de América Latina y el Caribe, nunca se ruborizo, al empeñarse durante años en recrudecer el genocida bloqueo a Cuba y en fomentar el golpismo y la violencia fascista en Venezuela; para luego caer en las manos de la corrupción.
Ya en el año 2017, enfrentaba 18 cargos por fraude, soborno y corrupción, en esta ocasión, además de ultraderechista, se le acusaba de haber recibido 750.000 dólares, en forma de donaciones a su campaña, regalos, viajes en avión privado y lujosas vacaciones pagadas por un benefactor (Salomón Melgen, un oftalmólogo multimillonario de La Florida), a cambio de que defendiera sus intereses de negocio.
Al final, y bajo una serie de artimañas, como ocurre en el sistema judicial estadounidense, el senador Bob Menéndez, fue absuelto al sellarse el caso. Al parecer, así son los políticos cubanoamericanos, que logran alcanzar puestos en el Congreso y el Senado de Washington: todos envueltos en desfalcos, corrupción, lavado de dinero y otros delitos.
Pero su historial oscuro, viene de más atrás (2009), cuando con su obsesión anticubana, emprendió una acción-jugarreta chantajista para bloquear la visita de la Orquesta Sinfónica de New York a La Habana, lo cual publicaron varios sitios en internet, entre ellos Cubadebate.
Así mismo y grave, los comentarios y rumores persistentes, sobre un escándalo de prostitución que implicaba al senador Menéndez. El FBI hizo una redada en el negocio de un oculista, en West Palm Beach llamado Salomón Melgen, bajo sospecha de proveer viajes gratuitos a República Dominicana y prostitutas menores de edad, al senador Bob Menéndez.
En los inicios de su carrera política, el travieso “Bobi” comenzó a trabajar como ayudante del alcalde de Unión City, William Musto, con el que desarrolló una profunda amistad. Tan intensa fue, que muchos decían que Musto era como un padre para él.
Parece que, al pasar el tiempo, las cosas no le fueron muy bien al alcalde y a sus ayudantes, ya que estaban enredados, hasta el cuello, en problemas de corrupción y gansterismo. En el juicio que se llevó a cabo en contra de Musto, la estrella de los testigos en su contra fue, nada más y nada menos, que el controversial Menéndez. ¿Qué le habrán ofrecido los agentes federales a Bob, para que testificara en contra de su protector y guía?
Lo más probable es que fuera inmunidad, sino no tiene sentido que se prestara a ser testigo en contra de alguien que lo había acogido como un hijo. Menéndez tiene que haber sabido mucho como para poder ayudar a que su jefe fuera a parar con sus huesos en la cárcel.
Lo cierto es que este hombre, mientras ha ido pasando de cargo en cargo, en su convulsa vida política, siempre se le ha visto relacionado con algún escándalo o enredo. Menéndez es un enemigo jurado de Cuba, a la cual ha acusado de todo lo peor. Recuerden que, en su época, quiso hacer ciudadano americano al niño Elián, para que no fuera a reunirse con su padre.
Más reciente, Bob Menéndez, introdujo un recurso en el Congreso estadounidense, que busca restablecer un programa de robo de cerebros dirigido a los médicos cubanos que cumplen misión en el exterior.
La idea del legislador es exigir a la administración gringa, que restituya el polémico Programa de Parole, para Profesionales Médicos Cubanos, establecido por el gobierno de George W. Bush y derogado al final del mandato de Barack Obama.
Durante los años que se mantuvo vigente (2006-2017), esta política constituyó un incentivo ilegal para que el personal cubano de la salud, que colaboraba en terceros países abandonara sus misiones y emigrara a los Estados Unidos.
El programa causó daños a la cooperación médica internacional de Cuba, y en especial a las naciones pobres del tercer mundo, que se benefician del aporte de los profesionales de la Isla.
Así mismo, presento un proyecto de Ley ante el Congreso, que busca prohibir a los tribunales de Estados Unidos, el reconocimiento de marcas comerciales cubanas, supuestamente vinculadas con propiedades nacionalizadas después del triunfo de la Revolución en enero de 1959. Con el título “Ninguna marca robada reconocida en Estados Unidos”, la legislación busca aumentar el cerco económico contra Cuba.
Aun más reciente, la escritora Lilliam Oviedo, señala que Bob actúa como una especie de “Caballo de Troya”, por un lado, para vengarse de Joe Biden, “en el entendido de que, igual que Barack Obama, el actual gobernante tuvo responsabilidad en la articulación de los expedientes judiciales por los cuales él tuvo que responder entre los años 2014 y 2017”, ya mencionados.
Y por otro lado, sabotear la agenda de la actual administración formará parte de las acciones de Menéndez, con lo cual obstruiría los propósitos de Biden de rescatar la unidad bipartidista en los temas principales de la Nación, justificando su accionar solapado en la frágil mayoría de los demócratas en el Senado, y contando con el apoyo incondicional de su amigo, el senador republicano de origen cubano Marco Rubio, ambos empeñados en perjudicar el diálogo constructivo de Estados Unidos con los gobiernos de la región y, definitivamente, dañar los cambios necesarios e imprescindibles de la política exterior estadounidense en el hemisferio.
En síntesis, la lealtad de Roberto Menéndez, está con Donald Trump en lugar de con el presidente Joe Biden. En New Jersey, estado que representa en el Senado, los enterados veían con asombro hace unos meses, el desinterés que mostró por la campaña presidencial del candidato de su partido, y cómo desviaba fondos de la misma para impulsar la reelección a la cámara de diputados de su amigo, el también cubanoamericano y enemigo jurado de la Revolución Cubana Albio Sires.
Al igual que los legisladores republicanos de origen cubano Marco Rubio y Mario Díaz-Balart, Menéndez se manifestó reiteradamente contra la política del gobierno de Obama y Biden hacia Cuba, de la que llegó a decir que era “dramática y errada”, mientras clamaba ardorosamente junto a ellos por el endurecimiento del bloqueo.
Por otro lado, desde su asiento, Bob Menéndez, quien además ha manifestado rechazo hacia el accionar de la vicepresidenta Kamala Harris, intentará sabotear el reinicio del acercamiento a Cuba y el diálogo de Estados Unidos con los gobiernos de Nicaragua y Venezuela, junto a Marco Rubio, Menéndez hará lo posible por entorpecer el avance, también en la política exterior de República Dominicana.
Menéndez, aparte de su filiación política reaccionaria, su rencor contra el nuevo inquilino de la Casa Blanca y el rechazo que ha manifestado hacia la vicepresidenta Kamala Harris, lo impulsarán, como ya ha prometido en privado, a oponerse a todas las acciones de política exterior que intente el gobierno demócrata, sobre todo, las que tiendan a hacer más flexible y pragmática la política hacia los gobiernos progresistas y revolucionarios de América Latina y el Caribe.
Para reiterar y finalizando, Bob, siendo demócrata, saboteo la campaña de Biden, a quien culpa de todos los juicios por el escándalo en República Dominicana, quien tiene una relación estrecha con los dirigentes de la Fuerza Nacional Progresista, FNP. Se trata de Pelegrín, Vinicio y Juárez Castillo, hijos del abogado Marino Vinicio Castillo, quienes tienen lazos familiares y de negocios con Salomón Melgen y son socios políticos del expresidente Leonel Fernández. Esta última condición los vincula con el actual gobierno”.
Con su asiento en el senado norteamericano, mantiene la presión contra la administración Biden respecto a Cuba y otros asuntos de política exterior.
Con el indulto a Salomón Melgen, por parte de Donald Trump, Menéndez les debe favores a las fuerzas de extrema derecha.
Su cercanía con Marco Rubio, en los temas anticubanos ha levantado preocupación en el Partido Demócrata, ya que algunos directivos sospechan que Menéndez puede facilitarle a Rubio información y estrategias electorales del Partido, a cambio de votos y alianzas en el Comité de Relaciones exteriores del Senado que él preside.
Así mismo, es pública y notoria la proyección ultraderechista de Menéndez, como legislador hacia América Latina y el Caribe, al igual que las de sus colegas cubanoamericanos Marco Rubio y Mario Díaz-Balart. Han hecho y harán cuanto esté a su alcance por frustrar el proceso de paz en Colombia y utilizarlo como plataforma de ataque contra Cuba, apoyarán la política más dura contra Venezuela, incluyendo el apoyo al desprestigiado Juan Guaidó y también contra Nicaragua, mientras redoblan sus esfuerzos por frustrar el acercamiento a La Habana prometido por Biden en campaña.
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