José Martí, 1894. Artículo “El tercer año del Partido Revolucionario Cubano. El alma de la Revolución, y el deber de Cuba en América”
“La patria necesita sacrificios, es ara y no pedestal, se le sirve pero no se le toma para servirse de ella”. Así nos enseñó José Martí; de ahí nuestro más firme rechazo a las maniobras injerencistas, prácticas terroristas, manipulaciones y actos subversivos promovidos desde Estados Unidos, con la complicidad de elementos inescrupulosos, que con el pretexto de hacer arte mancillan nuestros símbolos y deshonran el nombre sagrado de Cuba.
Estamos en presencia de hechos que hacen recordar las burdas, indignantes y aún cercanas profanaciones contra los bustos de Martí, ocurridas a inicios de este año. Todo ello forma parte de la misma estrategia: desconocer y ofender nuestras esencias más puras, anular todo lo que exprese cubanía raigal, porque forma parte del mismo menosprecio que desde hace más de dos siglos, mueve al vecino del norte en sus deseos e intentos de apoderarse de Cuba.
Sus campañas mediáticas contra la Isla y sus habitantes son de larga data. Recordemos todos los cubanos ese texto cenital de José Martí, “Vindicación de Cuba”, con el que respondió a la difamación que difundían diarios estadounidenses sobre la supuesta inferioridad moral y étnica de los cubanos, seres “perezosos” e “incapaces” para ejercer su destino como país independiente, el cual, según ellos, nunca sería digno de ser un estado más de la Unión americana. En esos mismos textos ofensivos se calificaba a la Guerra de los Diez Años como una farsa, y a nuestros héroes como cobardes.
Por eso indigna y duele comprobar que una vertiente anexionista se haya asentado en un sector minoritario de nuestra sociedad, y que al amparo de intereses sórdidos, en una hora de crisis mundial y nacional, pretenda alterar la tranquilidad ciudadana. Estos elementos, como ya es conocido, han tratado de involucrar en su juego a jóvenes inquietos, y a artistas e intelectuales, con necesidades de expresión y diálogo, para desestabilizar al país y favorecer la intromisión estadounidense en nuestros asuntos internos.
Si de alguien aprendimos de la necesidad del diálogo, fue de Martí. Él, como nadie, fue capaz de aglutinar por el bien de Cuba a todos aquellos que la amaban profundamente y deseaban su soberanía plena. Hay un principio que deviene piedra angular de su pensamiento: Con todos, y para el bien de todos. Quien no sea digno, quien se levante por encima de la Patria, quien la ofenda a ella o a sus símbolos, quien ponga en peligro su integridad, no comulga con este principio martiano.
No es momento de vacilaciones ni de divisiones. El diálogo con los artistas y ciudadanos honestos está asegurado, a través de las instituciones culturales existentes, como lo ha estado siempre desde 1959. Con los enemigos no hay diálogo posible: Cuba y su soberanía no son negociables.
En la hora actual que vivimos deviene imprescindible Martí. Su llamado es a tomar como bandera las ideas, y a salvar la Patria. Las instituciones adscriptas a la Oficina del Programa Martiano apoyamos plenamente la declaración del Ministerio de Cultura y reafirmamos nuestra postura patriótica y revolucionaria. Invitamos también a todas las instituciones martianas y a todos aquellos cubanos de bien, martianos de corazón, a suscribir esta declaración, lo cual pueden hacer ingresando a la sección de comentarios.
Oficina del Programa Martiano
Centro de Estudios Martianos
Sociedad Cultural José Martí
Movimiento Juvenil Martiano
Sus campañas mediáticas contra la Isla y sus habitantes son de larga data. Recordemos todos los cubanos ese texto cenital de José Martí, “Vindicación de Cuba”, con el que respondió a la difamación que difundían diarios estadounidenses sobre la supuesta inferioridad moral y étnica de los cubanos, seres “perezosos” e “incapaces” para ejercer su destino como país independiente, el cual, según ellos, nunca sería digno de ser un estado más de la Unión americana. En esos mismos textos ofensivos se calificaba a la Guerra de los Diez Años como una farsa, y a nuestros héroes como cobardes.
Por eso indigna y duele comprobar que una vertiente anexionista se haya asentado en un sector minoritario de nuestra sociedad, y que al amparo de intereses sórdidos, en una hora de crisis mundial y nacional, pretenda alterar la tranquilidad ciudadana. Estos elementos, como ya es conocido, han tratado de involucrar en su juego a jóvenes inquietos, y a artistas e intelectuales, con necesidades de expresión y diálogo, para desestabilizar al país y favorecer la intromisión estadounidense en nuestros asuntos internos.
Si de alguien aprendimos de la necesidad del diálogo, fue de Martí. Él, como nadie, fue capaz de aglutinar por el bien de Cuba a todos aquellos que la amaban profundamente y deseaban su soberanía plena. Hay un principio que deviene piedra angular de su pensamiento: Con todos, y para el bien de todos. Quien no sea digno, quien se levante por encima de la Patria, quien la ofenda a ella o a sus símbolos, quien ponga en peligro su integridad, no comulga con este principio martiano.
No es momento de vacilaciones ni de divisiones. El diálogo con los artistas y ciudadanos honestos está asegurado, a través de las instituciones culturales existentes, como lo ha estado siempre desde 1959. Con los enemigos no hay diálogo posible: Cuba y su soberanía no son negociables.
En la hora actual que vivimos deviene imprescindible Martí. Su llamado es a tomar como bandera las ideas, y a salvar la Patria. Las instituciones adscriptas a la Oficina del Programa Martiano apoyamos plenamente la declaración del Ministerio de Cultura y reafirmamos nuestra postura patriótica y revolucionaria. Invitamos también a todas las instituciones martianas y a todos aquellos cubanos de bien, martianos de corazón, a suscribir esta declaración, lo cual pueden hacer ingresando a la sección de comentarios.
Oficina del Programa Martiano
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