Estos fondos sostienen a grupos de la llamada “disidencia interna” cubana y de la ultraderecha de Miami. También a varios medios digitales y periodistas “independientes”.
Hace años que en Cuba no se detiene a nadie por recibir estos fondos; a pesar de que proceden de la potencia que trata de asfixiar la economía del país.
Algo que no ocurriría en EE.UU. Allí, el Código Penal condena a diez años de prisión a quien emita “falsas declaraciones” que atenten contra los intereses de EEUU en sus relaciones con otra nación.
Pero donde se encarcela a la disidencia –nos dicen- es… en Cuba.
Un trabajo de Ivana Belén Ruiz y José Manzaneda, para Cubainformación TV. Edición: Ana Gil.
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