El debate popular, durante tres meses, de cerca de 9 millones de cubanas y cubanos –de un total de 11,2-, acerca de la nueva Constitución, en 133 mil asambleas de base, generó 760 cambios a la propuesta inicial, en un 60% de sus artículos.
También participaron miles de residentes en el exterior, siendo la primera vez que la emigración cubana es parte de un proceso como este.
No es el primer debate democrático participativo en los últimos años. Entre 2010 y 2011, el programa integral de cambios económicos (los llamados “Lineamientos de la política económica y social”) fue discutido en 163 mil asambleas. Nadie impuso un “paquetazo” económico en Cuba sin previo aviso, y las reformas llegaron con un amplísimo nivel de consenso popular.
En 2016, la población discutió el Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social hasta 2030, es decir, la hoja de ruta de desarrollo para el país.
Y por si alguien tuviera alguna duda, la propuesta final –modificada- de la nueva Constitución pasará de nuevo al pueblo, que votará en referéndum el 24 de febrero.
Los grandes emporios mediáticos nos han pintado durante años una Cuba gris, con un pueblo callado y sumiso, y a un gobierno omnipotente de decisiones inconsultas. ¿Será que por fin en Cuba han hecho caso a los medios internacionales?
¿O sencillamente que lo que estos llaman democracia no es sino un sucedáneo grotesco, una pantomima de participación en la que, al final, las grandes empresas y los bancos lo deciden casi todo?
Porque si lo de Cuba es una dictadura, ¡qué dictadura… más democrática!
Basado en un texto de Ángel Guerra Cabrera
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