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Corresponde a la familia toda elegir dónde y cómo será ese período que tras un año de estudio o trabajo, bien merece cada quien. Si los muchachos se sienten libres de sus deberes cotidianos hay que contribuir con ellos.
Se sabe que durante el receso estival vemos los baños en las playas o ríos, los juegos callejeros o los que se encierran con las computadoras y los videojuegos, todo ha de tener medida y consenso familiar.
No se trata de que nuestros hijos vayan a mataperrear como si las calles fueran a sustituir a las escuelas, mientras necesitan juegos al aire libre. Si los muchachos juegan en el vía pública a riesgo de sus vidas con el tránsito o hacen piruetas en bicicletas, la responsabilidad no es solo de ellos. O se bañan en ríos crecidos tampoco la responsabilidad es solo de ellos. Son ejemplos de los cuales no vale hacer un listado.
Dejemos a los hijos decidir, pero siempre puede haber sugerencias como una sala de teatro de acuerdo con las edades de los muchachos. También funcionan las bibliotecas, que los libros son distracción y los Joven Clubs tienen opciones veraniegas. Funcionan las áreas deportivas con sus respectivos profesores y entrenadores. Nada es más enaltecedor que ver a los familiares compartir en esos lugares y otros de sana distracción.
Cuando llega el verano el Ministerio de Cultura y otras entidades en cada localidad crea ofertas para niños y jóvenes, así como para la familia, pero hay quienes piensan que es una buena opción que los muchachos estén incontables horas frente a las computadoras, tablets o celulares con juegos, que muchas veces los padres ignoran la calidad de los contenidos. Y, lo peor, la ignorancia de cuando se estimula o se está en presencia de una adicción a tales medios.
Toca a los padres fomentar la creatividad en los hijos. El varano es una buena opción para hacer arreglos o construir algo. He visto a un padre y sus hijos construyendo un columpio rústico con la mayor satisfacción, y sobre todo estimulando a los muchachos.
No hay un recetario para el verano pero el saber dónde y cómo se esparcen los hijos es responsabilidad de los padres.
No sea usted quien se tenga que sumir en amargas lamentaciones. Haga de este verano una experiencia para sus hijos y para usted. Le corresponde y puede hacerlo bien.
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