Arnaldo Musa.─ Vísperas de elecciones presidenciales, información sobre armas hipersónicas que aprovechan las debilidades militares de Estados Unidos, avances económicos, pese a las cada vez mayores sanciones propugnadas por el Imperio; y el rechazo popular a la interferencia sobre los asuntos de Crimea y otros internos, conforman el escenario ruso, ante la cada vez mayor campaña de infamias contra el gobierno de Vladimir Putin.
Lo más reciente fue protagonizado por la primera ministra inglesa, Theresa May, secundada rápidamente, en cuestiones de minutos, por el presidente norteamericano, Donald Trump, y el premier francés, Maurice Macron, con el fin de castigar el presunto envenenamiento con gases por Moscú de un ex agente doble ruso y su hija, sin presentar ni facilitar pruebas al respecto, algo que se ha hecho cotidiano, porque solo importa el aval de la prensa al servicio del Imperio.
A May le viene de perilla la cuestión, para desviar los controvertidos temas acerca de su conducción de la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea, ganando una imagen de “dura” en política y dispuesta a defender el “orgullo” británico.
Pero por el momento, y sin brindar explicaciones, bloqueó la propuesta de Rusia de investigación del caso de Skripal en la ONU
Repasemos los acontecimientos:
El 4 de marzo, la policía británica encontró a dos personas inconscientes en un centro comercial en Salisbury, en el condado británico de Wiltshire, aparentemente envenenadas. El ministro británico de Exteriores, Boris Johnson, confirmó posteriormente que se trataba de Serguéi Skripal y su hija Yulia de 33 años. Skripal fue reclutado por la agencia británica MI6 cuando servía en el Ejército ruso en los años 1990. En el 2006 una corte rusa le condenó a 13 años de cárcel por espiar a favor de un Estado extranjero. Cuatro años después fue canjeado junto con otros dos individuos condenados por espionaje por diez personas detenidas en Estados Unidos.
Pero lo que no se dijo es que en el mismo condado en que fueron envenenadas las dos personas, se ubica uno de los laboratorios más secretos del Reino Unido en el que se desarrollaron agentes tóxicos durante la guerra fría.
Mientras la portavoz de la Cancillería rusa, María Zajárova, calificaba de espectáculo de circo la declaración de May sobre el caso Skripal, “una nueva campaña política e informativa basada en una provocación”, el jefe de la diplomacia Sergei Lavrov aseguró que Londres debería haberse dirigido directamente al país del que sospecha que fabricó la sustancia tóxica.
“El Reino Unido debería cumplir sus obligaciones ante el Derecho Internacional antes de hacer reclamaciones a Rusia”, aclaró Lavrov, quien agregó que Moscú “no recibió la solicitud que Londres debería haberle enviado de acuerdo con la Convención sobre la Prohibición de las Armas Químicas”.
DETRÄS DE LA FACHADA
Tanto el ex agente como su hija fueron encontrados desplomados en un banco público. Algunas de las primeras publicaciones de los medios afirman que se pensó que habían tomado demasiado fentanilo y estaban vomitando y que su enfermedad pudo haber sido autoinducida, o sea suicidio, y así pensaron un oficial y un médico que atendieron el caso.
Pero muy rápidamente el gobierno británico afirmó que habían sido envenenados por algún agente químico neurotóxico e inmediatamente culpó a Rusia, aunque la investigación apenas había comenzado. El incidente fue inmediatamente retirado de las manos de la policía local y entregado a la Policía Antiterrorista, anteriormente conocida como Sección Especial.
Se convocó una reunión del comité de emergencia de alto nivel del gobierno británico, Cobra. Por qué se hizo esto por lo que parece ser un asalto o intento de asesinato o un accidente autoinducido es una buena pregunta. Pero la respuesta está en la campaña de propaganda inmediata montada en la prensa británica contra Rusia.
Por ahora los periodistas rusos radicados en Londres ya han sido amenazados de muerte, y los ciudadanos de esa nacionalidad residentes en Gran Bretaña están en estado de alerta, ante la campaña que emprendieron los medios británicos, los cuales, con la complicidad de las autoridades, ejercen presión sobre la investigación y el impacto psicológico en los habitantes del Reino Unido.
The Guardian citó a Andrei Lugovoi, otro ex agente ruso, acusado del asesinato de Litvinenko por los británicos, al afirmar que Skripal había sido indultado en Rusia, por lo que nadie de allí lo perseguía. "No descarto que esta sea otra provocación de los británicos. Pase lo que pase en el Reíno Unido empiezan a gritar: ‘¡Lo mataron, lo colgaron, lo envenenaron!’ y que Rusia tiene la culpa de todo. Esto es lo que buscan".
Igor Sutyagin, otro traidor ruso que voló a Rusia en 2010 en un intercambio de espías, también dijo: "No creo que el Sr. Skripal sea un objetivo, porque fue indultado".
Sir Edward Leigh, miembro del Comité de Defensa Parlamentaria, en el Parlamento británico declaró: "la evidencia circunstancial contra Rusia es muy fuerte. ¿Quién más podría tener el motivo y los medios?".
La respuesta a esto, por supuesto, es que el gobierno británico también tiene el motivo y los medios. ¿Qué beneficios obtendría Rusia al dañar a un desterrado como Skripal y causar todo este alboroto? Ninguna. ¿Qué beneficio tiene Gran Bretaña y la OTAN?
La respuesta es nuevamente proporcionada por Sir Richard, quien continuó diciendo que "la única forma de preservar la paz es a través de la fuerza", haciendo eco con la política exterior de Trump, agregando: "y si Rusia está detrás de esto, es un acto de guerra descarado con la intención de humillar a nuestro país y la defensa es el primer deber y gastar el 2% del presupuesto en defensa no es suficiente", por lo cual, y ese es un importante motivo, ya se gestiona gastar aún más en la carrera armamentística.
CubaSí.cu
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