Cien días para empezar a lidiar con Trump

Norelys Morales Aguilera.─ La lidia que se avecina ya comenzó dentro de Estados Unidos con protestas generalizadas, y varios estados importantes opuestos a los anuncios de deportaciones, cuyas autoridades han dicho que no las realizarán.

Entre tanto, la derrota del voto popular frente al Colegio Electoral, alimenta las molestias de una población que busca cambios reales, nunca concretados por la Administración Obama. Hillary Clinton superó a Donald Trump con casi un millón de votos,  contribuyendo más al descontento y pone en evidencia la democracia tan cacareada de Norteamérica.

En lo económico, la utopía neoliberal también ha fracasado en Estados Unidos. Es un hecho, pero poco analizado, y que es definitorio.

Hacia el resto de los países, al margen de declaraciones puntuales, se aprecia cautela, especialmente en Europa entre los miembros de la OTAN, dado lo que representa la mayor potencia militar del mundo y una economía determinante.

Para los conglomerados mediáticos imbricados en el capital transnacional, el primer lance es un reacomodo: van desapareciendo los calificativos merecidos por sus comentarios racistas, xenófobos y misóginos, y ahora es “el presidente electo”.

Trump y su vicepresidente, el gobernador del Estado de Indiana Michael Pence, ganaron la presidencia con 290 votos electorales, frente a los 228 obtenidos Clinton, lo que le dio la Casa Blanca con una sustantiva superioridad. El Partido Republicano gana en el Senado (52 senadores republicanos frente a 48  demócratas), y en la Cámara de Representantes (238 republicanos frente a 193 demócratas), que le aseguran la gobernabilidad y la ejecución de sus políticas.

Estos serían algunos elementos generales del escenario, que en otras circunstancias harían más previsible las acciones del ejecutivo. Pero, el factor de que en EE.UU. existe un gobierno en las sombras, escapa a cualquier predicción, como está probado, y por otra parte Trump ha resultado impredecible con la campaña más disparatada que se pudiera imaginar en la tierra del “sueño americano”, que parece convertirse en una pesadilla universal.

¿Y AHORA QUÉ?

Es la pregunta más generalizada del público y los especialistas. También suenan en la interrogante las relaciones hacia Cuba, especialmente entre los hipócritas camaleones anticubanos, por el giro con que las asumió Barack Obama, que Clinton iba a continuar.

Este 16 de noviembre el influyente diario The New York Times, en un artículo se pregunta “Qué podría significar la presidencia de Donald Trump para Cuba”, pero el equipo de transición del magnate y sus voceros de campaña no respondieron a una solicitud de comentarios.

Lo que indica, como se dice en Cuba, que no se sabe ni en los Centros Espirituales. Sin embargo, hay indicativos para ser cautelosos y esperar esos cien días que darán pistas más confiables, porque la confrontación no es buena ni para Washington ni para La Habana. Si Trump parece desconocerlo, hay que ver lo que deciden su equipo y los que mueven los hilos ocultos de la Realpolitik, lo que da pie a más incertidumbre.

LOS DICHOS DE TRUMP HACIA CUBA

The New York Times recordó que en 1999 el empresario escribió en un editorial del Miami Herald, que apoyaba el embargo (bloqueo) comercial contra Cuba y dijo entonces que  “Muchos grupos importantes de inversionistas europeos me han pedido que lleve la ‘Magia de Trump’ a Cuba”. Su argumentación no lo apartó de los ultraconservadores miamenses: “Mi inversión en Cuba subsidiaría directamente la opresión del pueblo cubano”, apuntó allí. “Pero primero pierdo esos millones que el respeto por mí mismo”.

Con tal de lograr votos y ejecutar su mecánica para ganar rating, Trump, oscila a conveniencia. Durante las primarias, Trump fue el único aspirante republicano favorable al acercamiento a Cuba, con lo cual se apartaba de los rivales, a quienes literalmente fulminó. Pero en búsqueda de votos en Florida, en un tuit de mediados de octubre prometió "dar marcha atrás a las órdenes ejecutivas de Obama hacia Cuba hasta que se restauren las libertades" en la Isla.

Pero, antes, en marzo de este año, en una entrevista con la CNN, adelantó que respaldaría la idea de normalizar las relaciones con Cuba y hasta estaría dispuesto a abrir uno de sus hoteles en Cuba, aunque matizó diciendo que deseaba que Estados Unidos hubiera negociado un mejor acuerdo, una de las matrices de opinión de los opuestos a normalizar relaciones bilaterales.

El 16 de septiembre, apareció en Miami en búsqueda de los 29 votos electorales que a la postre consiguió, pero no fue el voto de los cubanos quien lo catapultó, sino el de los anglosajones, indican varios análisis de datos.

En los predios de los terroristas y veteranos del fracaso, es decir los derrotados en la invasión a Cuba en 1961, que han hecho de la política una vividera, allí se explayó, afirmando que revocaría la reapertura de las relaciones EE.UU-Cuba, si ganaba las elecciones. 

Pero, cumplir esa promesa puede ser "muy difícil" y tener un "alto coste político", dados los múltiples canales de cooperación que ya están activos y el creciente interés de las empresas estadounidenses en Cuba, explicó a Efe el experto Geoff Thale, director de programas de la Oficina de Washington para Latinoamérica (WOLA).

DE AHORA HACIA DELANTE

Respecto a los primeros cien días de la errática política que el empresario depara, hoy los medios entretienen a los públicos con lo que Trump dijo en la campaña y ahora como “presidente electo”. ¿Se está moderando o es un perfecto ignorante? Los analistas entre audaces y temerosos se lanzan a pronosticar esos tres meses, que suelen arrojar luz sobre el itinerario político del ejecutivo.

Más informado, Reince Priebus,  el próximo jefe de gabinete en la Casa Blanca, y también presidente del Partido Republicano, respecto a los primeros cien días señaló a la cadena ABC: combatir la inmigración ilegal, bajar los impuestos, definir su política internacional y reformar el sistema de salud de Obama. “Tenemos el control del Congreso para hacerlo”.

Este racista con voz autorizada señaló que Trump  pasará más tiempo del previsto en la transición presidencial debido a su inexperiencia. En relación con Cuba, se ignora si la negativa a dar declaraciones al The New York Times tiene que ver con ello.

Unida a su inexperiencia y falta de moderación, algunos han dicho que el alma de Trump está dividida entre el empresario ambicioso y el político extremista, algo que no amedrenta a ningún cubano, y menos a la política de principios con que el gobierno revolucionario se ha plantado frente a las administraciones imperiales.

Al mismo tiempo, vale recordar que Cuba no solo tiene experiencia, sino una política coherente, estable y de principios, que no cederá en la defensa de la soberanía nacional, y menos se va a confiar como lo indican las opiniones generalizadas de los ciudadanos en la Isla. Eso que lo den por descontado, y no necesitará de mucho aprendizaje el bravucón de Donald Trump, que será inexperto y todo lo demás, pero esperemos que no sea tan estúpido, pues hay errores que no podrá darse el lujo de cometer jamás contra Cuba.

http://www.cubahora.cu/politica/cien-dias-para-empezar-a-lidiar-con-trump

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