Miguel Crispín Sotomayor.─ Hace algunos años, los usaestadounidenses eligieron un presidente negro, al menos eso creyeron, y votaron por él porque esperaban que por su origen y condición se ocuparía de cumplir las promesas de su campaña electoral y cambiaría lo que hasta ese momento eran prácticas habituales de ese imperio. Algo que también muchos creyeron en el resto del mundo. Ocurrió todo lo contrario y sin embargo, los estadounidenses siguieron creyendo en él y fue reelecto para un nuevo periodo presidencial que está por terminar, sin que el imperio cambiara para bien y en muchos casos empeorara.
El presidente Barack Obama continuó las agresiones de gobiernos anteriores a otros países y creo y desarrolló las propias, como en el caso de Libia, Siria, Yemen y otros, con las consecuentes pérdidas humanas “ colaterales”, es decir, asesinato de civiles, y la destrucción y/o apropiación de sus riquezas; incrementó la expulsión de indocumentados; patrocinó los golpes de estado “blandos” en Honduras, Paraguay, y más recientemente en Brasil; declaró a Venezuela como un “peligro para la seguridad de Los Estados Unidos” con las consecuencias que ello implica; aumentó las agresiones abiertas y solapadas contra el resto de los gobiernos progresistas del continente. Ha desarrollado un enfrentamiento con Rusia y en alguna medida con China, que pueden conducir a una guerra nuclear que desaparezca a toda la humanidad. Y es bien conocida la frecuente y continua represión y asesinato de negros bajo su mandato. Esto es en parte y de manera concisa el legado que dejará el presidente Obama de sus dos mandatos presidenciales.
¿Y con Cuba?, durante varios años hizo más agresivas las medidas del bloqueo, y luego reconoció el fracaso de este para provocar el cambio de gobierno y su sistema político económico y buscando otra vía para ese propósito reestableció las relaciones diplomáticas con la Isla, las que aún están lejos de la normalidad, pues el bloqueo continúa y la base militar que utilizan como prisión en la provincia de Guantánamo, en contra de la voluntad del pueblo cubano, continúa en la misma situación.
¿Se podía esperar otra cosa de este presidente?, no. El color de su piel y sus promesas solo fue una cortina de humo para ser seleccionado precandidato y después candidato del Partido Demócrata, también pudo haberlo sido del Partido Republicano, porque las élites del poder en ese país, que son los que realmente gobiernan, fueron quienes lo seleccionaron. Y no se equivocaron, les ha servido bien.
Ahora debemos esperar que antes de dejar la presidencia, Barack Obama recuerde que es “Premio Nobel de la Paz” y reduzca las tensiones guerreristas en el planeta; aplique sus potestades como presidente para eliminar las medidas vigentes del criminal bloqueo contra Cuba; contribuya a la paz en América Latina, y utilice sus facultades para poner en libertad de su larga prisión al líder portorriqueño Oscar López Rivera y a la prisionera de conciencia Ana Belén Montes que contribuyó con sus acciones a evitar enfrentamientos entre Estados Unidos y Cuba , así como denunció la política norteamericana contra esta y solicitó el cambio de esa política hacia el restablecimiento de relaciones de respeto e igualdad entre ambos países. Algo que posteriormente reconoció ese gobierno como un fracaso y reestableció sus relaciones con Cuba, aunque los propósitos tengan diferencias con los planteados por ella.
Antes de finalizar el presente año se realizarán nuevas elecciones presidenciales en Los Estados Unidos. El proceso de selección de candidatos por cada partido ha dado muestra de que una gran parte de la población reclama cambios de sistema y/o cambios en el sistema. De ahí la exitosa campaña de Donald Trump por los republicanos y de Bernie Sanders por los demócratas, aunque este último no alcance la nominación sino Hillary Clinton.
Trump ha puesto a la vista las interioridades del sistema imperante, sin la habitual hipocresía de otros políticos, algo que la élite del poder no apoya; sus discursos antinmigrantes, racistas, contra las féminas, y manifiestas contradicciones, etc. hacen temer de su comportamiento si fuera elegido presidente, en fin, es difícil predecir lo que hará realmente de alcanzar el cargo.
Con la Clinton no sucede lo mismo. Y no volvamos a equivocarnos con eso de “el primer negro presidente” y la posible “primera mujer presidenta”. De ella se sabe todo, hasta que no es celosa, es la deseada por la élite del poder para que alcance la presidencia, no hará nada distinto de lo que ha hecho, es una rabiosa defensora de la política del imperio, ha participado o apoyado cuantas agresiones ha cometido ese país, los golpes de estado contra países de América Latina, etc. Etc. Y continuará la política actual con respecto a Cuba, porque esa ya la decidieron los que realmente gobiernan en Los Estados Unidos.
Será un momento difícil para el pueblo norteamericano decidir cuál de los dos candidatos presidenciales es el menos malo. Al resto del planeta solo nos queda esperar las consecuencias de esa elección.
Rebelión
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