M.H.Lagarde.--Unas pocas horas antes de que el presidente de Estados Unidos Barack Obama pisara tierra cubana, las llamadas Damas de Blanco volvieron a hacer público su rechazo a la visita de mandatario norteamericano a Cuba.
Como ya es habitual, la manifestación en contra tuvo como escenario el parque Mahatma Ghandi aledaño a la iglesia de Santa Rita en el capitalino barrio de Miramar.
Esta vez las llamadas Damas trataban de cumplir, al pie de la letra, las instrucciones de sus financistas en Miami de sabotear la visita del presidente Obama.
En un reciente viaje a Miami la líder del grupo Berta Soler recibió orientaciones de connotados terroristas, con los que se reunió en esa ciudad del sur de la Florida, de alargar la marcha que se le autoriza todos los domingos por el separador de la 5ta avenida, hasta la sede de la embajada de Estados Unidos en La Habana.
La acción buscaba aprovechar la cobertura mediática generada por la presencia en la Isla del mandatario estadounidense. De hecho varias decenas de periodistas acreditados en la Habana asistieron este domingo al show semanal de las mercenarias.
El mensaje que las Damas de Blanco intentan dar a conocer en el mundo a través de sus provocaciones es el de que la reanudación de la buena vecindad entre los gobiernos y los pueblos de Estados Unidos y Cuba y el fin del bloqueo ayuda a la dictadura que presuntamente las reprime.
Dicho mensaje redactado con puntos y comas en Miami, es una de las columnas principales que justifica el funcionamiento de la industria anticastrista de la Florida.
Durante medio siglo la contrarrevolución cubana en esa ciudad ha inflado sus bolsillos con dinero del gobierno norteamericano en nombre de una supuesta lucha por la libertad de Cuba.
Curiosamente las llamadas Damas han establecido, dinero mediante, una extraña relación clasista con sus financistas de la Florida. Mientras ellas proceden de los sectores más marginados de la sociedad en la Cuba de antes de 1959; sus financistas son descendientes de elementos asociados a la burguesía que sostenía a la criminal dictadura de Batista.
Las “heroicas” Damas de hoy, descendientes de los estratos más pobres de la sociedad son la encarnación de la “chusma” popular de la que muchos de los representantes de la mafia anticubana salieron huyendo rumbo a Estados Unidos.
Hoy sin embargo esos antisociales, que no supieron o no pudieron aprovechar las ventajas que les ofreció la revolución, sirven de mellada punta de lanza a los herederos de aquella burguesía prerevolucionaria.
De escaso intelecto y presionadas muchas veces por la situación económica generada por el desgastante bloqueo genocida -que ellas, por cierto, prefieren perpetuar-, le sirven de instrumento a los millonarios de la industria anticubana de Miami por 30 miserables dólares al mes.
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