Norelys Morales Aguilera.-- El lunes 27 de julio el Departamento de Estado norteamericano publicó su Informe sobre el tráfico de personas correspondiente al año 2014 y mejoró la calificación de Cuba en su lista negra de países que no combaten la esclavitud moderna, que Washington se toma la atribución de calificar.
Es de justicia que Cuba no figure entre los incumplidores, como expresé en mi blog cuando se rumoraba que el informe de este año no calificaría negativamente al archipiélago. Pero, hay más, Washington no hace concesión alguna a Cuba. Una semana después de abiertas las embajadas en ambos países, solo la ubicó en el Nivel 2, que incluye una Lista de Vigilancia, la cual agrupa a otras 43 naciones cuyos gobiernos, según el Departamento de Estado, “no cumplen completamente con los estándares mínimos de protección a las víctimas del tráfico de personas, pero realizan acciones significativas para alcanzarlos”.
Esta clasificación retira a Cuba del peor nivel de esta lista, el Nivel 3 de Países cómplices en el tráfico de personas, donde fue incluida por primera vez en el año 2003, por motivaciones políticas para emplear sanciones y engrosar el largo inventario de regulaciones contentivas del bloqueo económico, comercial y financiero contra Cuba.
Pero, la lectura del informe arroja más luz sobre elementos tendenciosos y manipulados como los juicios sobre el trabajo abnegado y de amplio reconocimiento internacional, que realizan los colaboradores médicos cubanos en terceros países. También, el texto distorsiona el carácter educativo y formativo del sistema educacional cubano, que aplica la enseñanza martiana de vincular el estudio con el trabajo, al calificar como supuesto trabajo forzado esas tareas que realizan los estudiantes cubanos.
Cuba nunca ha clasificado como incumplidora de sus obligaciones en el tópico, siendo reconocida internacionalmente por prestigiosas entidades en la protección a la niñez, la juventud y la mujer. Mientras, Estados Unidos no tiene capacidad para ser el evaluador del mundo.
Se estima que el número de ciudadanos norteamericanos con los que se trafica dentro de ese país está cercano a los 200 mil, la explotación laboral es la forma de trata de personas más extendida, en tanto el 85% de los procesos legales que se entablan en este tema corresponden a casos de explotación sexual, y donde más de 300 mil niños, del millón que abandonan sus hogares, están sujetos a alguna forma de explotación, según Josefina Vidal, Directora General de Estados Unidos del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba, en julio 20 del 2014.
Sin embargo, el Secretario John Kerry ha explicado que dicho Informe tiene como objetivo informar, motivar y empoderar a los activistas en la lucha contra la "industria del tráfico humano" en todos los continentes.
Los datos anteriores, que Kerry no mencionará, no resisten comparación con Cuba, la bloqueada y sancionada a la que entidades como la ONU, UNICEF o la OMS reconocen, en cuanto a la protección a la niñez, la juventud y la mujer, así como al trabajo de los internacionalistas cubanos, entre los agredidos con pérfidos argumentos diseñados en los laboratorios de la guerra mediática.
Los que crean en concesiones de Washington hacia La Habana en cuanto a la exclusión cubana de las listas negras del tráfico de personas o en la de los estados patrocinadores del terrorismo, se dejan engañar, puesto que evaluar, clasificar y sancionar a otros estados forma parte del arsenal agresivo del Imperio, en el cual el presidente Barack Obama es solo otro peón, que hoy juega sin tapujos al cambio de método fracasado, pero no de meta para “cambiar el régimen” de La Habana, como ha expresado de varias formas.
Así que listas y calificaciones más allá o más acá, se tienen que corregir en el proceso hacia la normalización, si ambas partes lo desean de verdad. La demagogia no es un instrumento aportador en negociaciones.
Tanto Cuba como Estados Unidos requieren políticas y relaciones normales, de buena vecindad y respeto mutuo. Ambos pueblos lo consideran así, según los más variados sondeos en ambas orillas del Estrecho de la Florida, pero nunca ha sido fácil hacer entender a un Imperio que los demás no son sus súbditos, como suponen los que elaboran informes y listas como las mencionadas. Esa es la gran tarea de Cuba, que comenzó exigiendo el respeto a su soberanía cuando EE.UU. se sentó a negociar de igual a igual. El resultado exitoso será su gran aporte para un nuevo tipo de vínculos posibles, generados desde la resistencia de una nación entera. |Especial para Cubahora.cu
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