Aquí la opinión de un editor del ultraderechista Washington Times que analiza a su manera la actitud del senador Marco Rubio hacia el acercamiento Cuba-USA. De manera cierta, no apoyará a Rubio en sus aspiraciones a la candidatura republicana.
BRUCE FEIN – WASHINGTON TIMES – El senador Rand Paul, republicano de Kentucky, ha entregado un knock out contra el senador Marco Rubio en el debate sobre la normalización de las relaciones con Cuba. El golpe fue tan decisivo como él de Muhammad Ali a George Foreman. Las ambiciones presidenciales del Sr. Rubio están aniquiladas.
El odio implacable del senador de la Florida para el régimen comunista de Fidel Castro y contra Cuba le ha llevado a diatribas anti-democráticas y a una política de ostracismo hacia Cuba que se burla hasta de los presidentes George Washington y Thomas Jefferson. Su falta de madurez y conflictivas lealtades lo descalifican para la Casa Blanca.
El Sr. Rubio es hijo de inmigrantes cubanos que huyeron de la dictadura de Fulgencio Batista. Al parecer, se ha olvidado de que como ciudadano de Estados Unidos y senador, su única lealtad es hacia la Constitución de Estados Unidos y para el bienestar general de la población de los Estados Unidos.
Si hay un conflicto entre ciertas simpatías del señor Rubio para el pueblo cubano y los mejores intereses de los Estados Unidos, está obligado a abandonar la primera en favor de esta última.
Los Estados Unidos forjaron una alianza con José Stalin durante la Segunda Guerra Mundial para promover los intereses de los Estados Unidos, no para hacer avanzar la causa de los derechos humanos o la democracia en la Unión Soviética.
Los Estados Unidos forjó una alianza con Francia durante la guerra revolucionaria para avanzar en el objetivo de la independencia, no para fomentar una revolución contra el rey Luis XVI.
Los pactos de defensa de Estados Unidos con forjados de España Francisco Franco para avanzar los intereses de Estados Unidos en Europa, no para promover la democracia española contra el fascismo de Franco.
Winston Churchill sermoneaba que, “Si Hitler invadiera el infierno me gustaría hacer al menos una referencia favorable al diablo en la Cámara de los Comunes.”
El Sr. Rubio debe ser reprendido por subordinar los intereses de los Estados Unidos a lo que según él son los intereses del pueblo cubano. El Sr. Rubio espetó: “No me importa si las encuestas dicen que el 99 por ciento de las personas cree que deberíamos normalizar las relaciones con Cuba.”
El Sr. Rubio tiene la mentalidad de un tirano, no es un demócrata.
Habla sin parar sobre cómo normalizar las relaciones con Cuba traicionaría el anhelo del pueblo cubano por la democracia o los derechos humanos. Pero él no dice nada sobre cómo mantener una política de ostracismo beneficiaría al pueblo estadounidense a quien sirve. La Unión Soviética ya no existe. No hay possibiilty de una segunda crisis de los misiles de Cuba. El Movimiento Comunista Mundial desapareció.
Cuba no es una amenaza a la seguridad nacional, excepto para las personas asustadas por su sombra.
Una normalización de relaciones con Cuba abrirá oportunidades de las cuales los estadounidenses y los cubanos se beneficiarian.
Y como filósofo Samuel Johnson dijo en broma: “Un hombre nunca es más inocentemente ocupado que cuando él está haciendo el dinero.”
La política de ostracismo del Sr. Rubio pivotando sobre la animosidad personal también se burla de la sabiduría política exterior del presidente George Washington en su discurso de despedida.
El presidente más grande en la historia de los Estados Unidos aconsejó: Justos y amistosos sentimientos hacia todos deben ser cultivados. La nación que se entrega al odio es en cierta medida esclava.
Es un esclavo de su animosidad o de su afecto, lo suficiente para desviarse de su deber y su interés.
En su cálculo, la búsqueda china por la democracia debe ceder el paso ante a los intereses económicos y de otra índole de los Estados Unidos, pero las supuestas esperanzas cubanas por la democracia deben prevalecer sobre los intereses del pueblo estadounidense.
El Sr. Rubio puede protestar que es un patriota. Pero el filósofo Johnson advirtió: “El patriotismo es el último refugio de un canalla”.
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